Mercedes Chacín: «Las noticias falsas están acabando con el periodismo»

Rocío Cazal | Fotos: Ernesto García - Contrapunto

La directora de Ciudad CCS señala que algunas mañas del periodismo simpre han estado presente, sólo que cambian de nombre: lo que antes era «montar una olla» o se manejaba como «extraoficial» ahora se le llama «fake news» que son fabricados en las redes sociales y replicados en los medios de comunicación. De Venezuela, dice que se publican tres mil noticias falsas diariamente

«Sigamos» siempre ha sido el grito de guerra (o más bien de paz) de Mercedes Chacín, periodista, feminista, profesora universitaria, Premio Nacional de Periodismo mención opinión y directora de Ciudad CCS, diario que circula en la capital de manera gratuita, así como en la web.

Para «Meche», como se le conoce en el ámbito periodístico, el «drama del periodismo» en este momento, es que está atado a la libertad de expresión, tiene que ver con el auge de las redes sociales, que son los fabricantes de noticias falsas, es decir: cualquiera puede lanzar una «noticia» en la red 2.0, puede replicarse y convertirse en verdad para muchos, aunque sea mentira.

De hecho, Chacín señala que las mañas del periodismo han estado siempre presente en los medios de comunicación, sólo que cambian de nombre: lo que antes se llamaba «montar una olla» (hacer noticiosa, o una nota, sobre la base de imprecisiones o datos sin verificar su procedencia) o se manejaba como «extraoficial» (sin la voz de fuentes o personalidades que den detalles o certeza de la noticia) ahora le llamamos «fake news».

-¿Existe libertad de expresión en Venezuela?

-El drama del periodismo en este momento, en que está atado a la libertad de expresión, tiene que ver con el auge casi grosero y escandaloso de las noticias falsas, que aquí y en todo el mundo han tenido sus antecedentes con lo que se llamaban «ollas periodísticas» para inventar las noticias. Ahora sucede con mucha facilidad que hay una gran cantidad de gente pagada, o no, diciendo cosas que no son verdad y se convierten en noticia en los medios que, como todos los que existen en el mundo, tienen una política editorial y un fin con ese tipo de «informaciones».

–¿Cómo se ve afectada Venezuela con los «fake news»?

–El caso de Venezuela es especialmente dramático porque tiene que ver con la guerra de cuarta generación a la cual es sometida. Es realmente sorprendente que solamente sobre Venezuela se publiquen diariamente tres mil noticias falsas como una práctica común; pero no solamente contra el país sino contra el gobierno de Nicolás Maduro. Las noticias falsas existen y están acabando con el periodismo.

–¿Cómo calificaría el periodismo que se ejerce en el país?

–Siempre se tiene que dudar de lo que dicen los medios de comunicación porque es muy fácil mentir: ahorita cualquiera escribe un tuit (en la red social Twitter), millones más lo replican, parece verdad y es la mentira mas horrorosa. En este momento el periodismo en Venezuela, y en el mundo, está muy afectado por las redes sociales porque no se está haciendo investigación de lo que pasa ni se trata de confirmar, simplemente se publica y se replica. Estoy absolutamente segura de que 80% de los que leyeron que la hija de Diosdado Cabello había gastado 14 millones de dólares en una boda y que dos avionetas habían chocado en la pista de aterrizaje de Los Roques, sin una sola foto, lo creyó.

-Se habla de la cartelización de los medios, tanto públicos como privados…

No hay que olvidar que la cartelización es de los medios de la derecha, que quedaron al descubierto en abril de 2002 cuando dijeron que el presidente (Hugo) Chávez había renunciado, lo cual era mentira y además avalaron un golpe de Estado. Eso es el punto de quiebre más importante que tiene que ver con el periodismo en Venezuela y eso tiene que ver con la complicidad de los medios de comunicación con la derecha. Hubo un cartel de censura que se repitió en todos los medios de comunicación impresos y audiovisuales. No hay que olvidar que el único medio que pudo decir algo fue la radio Fe y Alegría.

Entonces, cuando hablamos de censura tenemos que ir a nuestra historia reciente, con los medios cartelizados, que son los mismos que actúan ahora y replican su espejo en los medios de comunicación del mundo. Todo forma parte de la misma industria comunicacional.

–¿Se puede hablar de imparcialidad en estos tiempos?

–Ciudad CCS nace para romper esa hegemonía comunicacional que tenían los medios privados e inmediatamente una semana después nació el Correo del Orinoco. Luego nacieron otros medios y la mayoría son antigobierno, sean impresos, audiovisuales o digitales. El gran drama que tenemos con la cartelización es la polarización que existe en el país. Han nacido medios que dicen que son imparciales y no lo son; medios que se ponen detrás de una pantalla diciendo que son independientes cuando no lo son. Hay mucha mentira, poca sinceridad, manipulación, tergiversación. Algunos portales web, por ejemplo, nacieron para mentir. Todos los días las 10 noticias de Infobae son mentiras. ¿Cómo hace uno para defenderse? Esa cartelización viene de esa guerra informativa por decir lo que se está haciendo mal en el país y otros entonces decimos lo que se está haciendo bien en el país.

–¿Existe el periodismo objetivo?

–El ser humano está cargado de mucha subjetividad. Los seres humanos somos producto de nuestra historia, de nuestros estudios, de nuestras familias. No somos asépticos; todos tenemos un modo de ver la vida y así también ejercemos el derecho a la comunicación. Lo que tenemos que tener es una postura ética de buscar y decir la verdad. Por ejemplo, de Ciudad CCS pueden decir cualquier cosa menos que decimos mentiras porque no escribimos desde lo extraoficial, todo tiene que ser confirmado. Eso no lo pueden decir otros medios de comunicación privados que se dedican a mentir.

-Desde muchos medios privados los periodistas hablan de censura por parte del Gobierno…

-Yo tuve experiencia en la IV República y ahorita en la Quinta. En Ciudad CCS y en la revista Épale CCS, que también dirigí, nunca he sido censurada; no me han dictado un titular ni me han dicho qué poner o qué quitar. No puedo decir lo mismo de lo que viví en la Cuarta, cuando muchos periodistas perdieron su trabajo por decir algo que alguien no quiso que se dijera. Ahora todo el mundo dice lo que le da la gana.

–¿Cómo ve el auge de las redes sociales?

–Hay un retroceso. Antes nos parecía muy chévere que cualquiera pudiera ser reportero, pero después ves que cualquiera puede decir cualquier cosa y cualquiera lo cree. Entonces tienes que darte cuenta que estamos metidos en un rollo muy complejo porque se instalan los antivalores: el odio, el racismo, la xenofobia, la misoginia en medio de la noticias falsas.

–El acceso a las fuentes cada día está más difícil para mantener un equilibrio informativo…

–Es cierto. Es un drama porque lo que no se dice se inventa, lo cual no quiere decir que vaya a justificar eso que se llama comúnmente «versión extraoficial». La única cosa o lema que nosotros decidimos cuando se fundó Ciudad CCS es que no publicamos noticias extraoficiales. Un buen porcentaje de las noticias extraoficiales terminan siendo noticias falsas. Por eso quizá dicen que nosotros no decimos todo lo que dicen los demás medios, pero es cuestión de ética. No puedo lanzar una noticia que no puedo confirmar. Hay que ser responsables.