Así suena la historia de la Orquesta Latin Vox Machine: un nuevo país musical sin fronteras

La orquesta sinfónica, un emprendimiento que va más allá de lo artístico y que fue fundada hace dos años por músicos venezolanos y de otros países de la región que migraron a suelo argentino, revela que puede ser un refugio y un hogar para artistas que buscan continuar viviendo de su pasión a donde el destino los lleve

Elizabeth Gordones toma su violín para comenzar el ensayo, pero antes le da un vistazo a su bebé Oliver Abraham quien duerme profundamente en su coche ubicado muy cerca del atril de su madre. También muy cerca, en la fila de cellos, está su esposo, Carlos Andara. Ambos son venezolanos y llegaron a Buenos Aires hace 11 meses «buscando una mejor calidad de vida para los tres», meta que van logrando poco a poco gracias al trabajo de él en un call center y de los «toques» que hacen juntos en bodas, fiestas, bautizos y reuniones sociales.

Elizabeth Gordones de Andara es violinista de Latin Vox Machine / Fotos: Guadalupe López / Buenos Aires

La decisión de dejarlo todo y hacer vida en otro país no fue fácil para ellos como no lo es para casi ningún ser humano, pese a que se tengan los recursos para viajar y establecerse en otro país, que no es el caso de los esposos Andara – Gordones. Pero desde hace unos meses un nuevo aliciente apareció en la vida de estos inmigrantes que se sumaron a los 130 mil venezolanos que han venido a Argentina: se integraron a la Orquesta Latin Vox Machine (LVM) que Elizabeth define como «una de las cosas más hermosas que nos ha ocurrido en la vida».

«Para mí esta orquesta representa un hogar; nunca pensé que volvería a sentirme en mi entorno, ni a tocar con colegas que se formaron como yo en El Sistema de Orquestas y Coros en Venezuela. Ha sido demasiado sorpresivo y no sé cómo explicar la maravilla de haber encontrado esta familia tan grande, en la que también compartimos no solo con venezolanos sino con salvadoreños, colombianos, argentinos, chilenos, paraguayos», exclama con los ojos aguados (como decimos en Venezuela).

El mismo sentimiento de Elizabeth por haber encontrado una plataforma que la conectara con compatriotas y músicos latinoamericanos en otro país que no es el suyo, se repite en la mayoría de los 90 instrumentistas y 50 integrantes del coro de Latin Vox Machine, un emprendimiento musical que replica uno de los postulados que legó el maestro venezolano José Antonio Abreu para quien «una orquesta y un coro son espacios fértiles para la convivencia y para aprender y practicar la solidaridad, la tolerancia y la paz entre sus integrantes, sin distinciones de razas, colores, clases sociales, nacionalidades o creencias».

Del subterráneo a la sala de conciertos

Y fue en esa posibilidad de crear y de pertenecer a «un país musical» en otro país, Argentina, lo que conquistó hace dos años a esos músicos inmigrantes, muchos de los cuales tocaban en el Subte de Buenos Aires -algunos hoy día aún lo siguen haciendo para poder completar sus sustentos-. Pero alguien tenía que tomar la delantera y Omar Zambrano, un cineasta zuliano quien colaboró con El Sistema en Maracaibo, asumió el reto.

«Iniciamos esta orquesta como una posibilidad de reagruparnos, de unirnos como una comunidad artística; al principio la mayoría éramos venezolanos, pero luego se han ido sumando integrantes de otras nacionalidades latinoamericanas que tienen el mismo lenguaje y la misma necesidad de reencontrarse en un espacio. Al comienzo no sabíamos cómo hacerlo, fue difícil lograr reunirnos, donde encontrarnos, pero teníamos la fuerza pese a que nos faltaba el orden y un equipo de producción lo hizo posible», cuenta Omar Zambrano.

Omar Zambrano posa delante del Centro Cultural Kirchtner donde Latin Vox Machine ofreció un concierto para conmemorar el Día Internacional del Refugiado este 20 de junio / Fotos: Guadalupe López

Inicialmente Zambrano se marcharía a Europa para buscar nuevos caminos de desarrollo profesional y mejorar su sustento económico, pero la imposibilidad de tramitar su documentación echaron por tierra esa meta. Entonces un amigo le recomendó Buenos Aires por la riqueza que tiene esta capital como plaza artística. «Afortunadamente no se equivocó… Argentina nos ha recibido como en nuestra casa», dice sonriente.

Sin embargo, haber accedido a esa apertura del país más sureño no quiere decir que su proyecto fue «soplar y hacer botellas», no. «Hace dos años fue muy duro -cuenta-, tuvimos que tocar y tocar puertas, hacer contactos, reactivar otras relaciones que ya tenía desde Venezuela, y poco a poco la idea y el proyecto no pareció tan descabellado ni imposible de lograr. Así han ido apareciendo algunas instituciones como soporte organizativo y económico y una audiencia numerosa que nos sigue».

Zambrano se refiere al soporte que Acnur -con sede de su Oficina Regional para Sur América en Buenos Aires desde 1965– les ha brindado, por ser Latin Vox Machine un proyecto integrador y solidario, que puede apoyar a muchos músicos a reiniciar sus vidas en otros países. Es, por ejemplo, el caso de la contrabajista venezolana Valentina Betancourt, ex integrante de El Sistema y quien está por culminar la licenciatura en Música en la Universidad de los Andes (Venezuela). Ella comenta acerca de la retroalimentación afectiva que encuentra en la orquesta.

«Mi primera impresión al ingresar a Latin Vox Machine fue sentir un pedacito de mi casa y de mi país dentro de la orquesta. Se siente la calidez de los latinoamericanos, de nosotros los venezolanos, es como llegar a tener una nueva familia, estar pendientes de los compañeros y saber que otros están pendientes de ti, porque detrás de la partitura y del atril todos somos uno», expresa Valentina quien da clases en la Escuela de Música Violeta Parra en Buenos Aires.

Valentina Betancourt, contrabajista de LVM / Foto: Cortesía Prensa Latin Vox Machine

En sus palabras se siente la impronta y los principios inculcados en El Sistema de Orquestas y Coros de Venezuela, de donde proviene un poco más del 50 % de los músicos que hasta ahora integran esta orquesta y quienes mantienen su día a día en Argentina, hasta ahora, con el producto de otros oficios, desde dar clases y tocar en eventos sociales hasta trabajar en un comercio o en una pizzería.

«Pienso que tenemos un futuro brillante y esperanzador como orquesta y estamos haciendo un trabajo con devoción y entrega, y eso fue lo que aprendimos en El Sistema en Venezuela y lo que el maestro Abreu enseñó a todas las orquestas del país: a trabajar con fraternidad, a trabajar la música en colectivo, como un equipo», dice Betancourt con una nostalgia más de orgullo que de tristeza.

Latin Vox Machine busca su sonido

Pasados dos años hay una realidad: se logró y Latin Vox Machine es una orquesta que comienza a buscar su propio camino artístico, enfocada en la competitividad musical en un país y en una capital, Buenos Aires, donde casi hay un teatro o una sede de alguna organización artística en cada esquina. Pero la violinista Elizabeth Gordones sí considera que LVM «puede hacer un aporte musical gigantesco al medio musical».

«Considero que ya estamos en camino de tener un sonido bastante representativo como latinoamericanos. El Sistema de Orquestas de Venezuela nos ha dado esa identidad, pero quienes no se formaron en nuestro país también tienen la oportunidad para crecer. El maestro Abreu nos enseñó a romper fronteras pero siempre con alto nivel, entonces nos tocará ser parte de un nuevo paradigma musical», dice convencida.

Es el caso del percusionista colombiano Juan Camilo Velasco, de 24 años y quien se marchó de Bogotá no como desplazado ni huyendo de ninguna situación de pobreza, solo quería seguir sus estudios de música y «recorrer mundo». Ser integrante de LVM le ha servido, principalmente, como escuela y como oportunidad para no desviarse del camino de la música, aunque en lo económico, “lastimosamente”, todavía no puede vivir solo de tocar en una orquesta.

Juan Velasco es uno de los integrantes de la fila de percusión de Latin Vox Machine / Foto: Prensa LVM

“Ha sido una bella experiencia entrar en esta orquesta, es la escuela y la formación académica que me ha permitido poner en práctica y aprender el repertorio clásico. Es la primera vez que estoy en una orquesta aprendiendo conceptos nuevos y es una oportunidad enorme para complementar mis conocimientos combinándolos con la música popular, que también me gusta interpretar y que aquí en la orquesta podemos hacer, por supuesto con sus arreglos y sus versiones sinfónicas”.


Sin fronteras a la vista

La cifras que Acnur dio a conocer este jueves 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, incluyen a Venezuela con un número de desplazados y refugiados importante. Así se pudo ver en el video que el público apreció en la conmemoración de ese día en el Centro Cultural Kirchner en la capital de Argentina, donde la protagonista fue Latin Vox Machine con un concierto que ofrecieron a sala llena, en el hermoso espacio de espectáculos llamado «la ballena».

Omar Zambrano nos explica la visión artística que persigue la agrupación sinfónica, que en el Centro Kirchner estuvo dirigida por los venezolanos Enmanuel González y Oneyde Puentes, quienes dirigieron además el debut del proyecto Latin Vox Choir en un repertorio muy ecléctico, que fue desde obras de Verdi y Mahler hasta de Chico Buarque y Juan Luis Guerra.

«A partir del trabajo genuino, Latin Vox Machine aspira a ser reconocida como una comunidad artística organizada, ejemplo de excelencia musical y ciudadana, ofreciendo su propuesta dentro de la dinámica comercial actual para alcanzar mercados internacionales que permitan su sustentabilidad e independencia económica. Queremos tener un modelo de negocio transparente e innovador, y ya contamos con invitaciones para ofrecer otros conciertos y seguimos en el camino de la planificación», concluye Omar.

LVM ha ofrecido ya varios conciertos recordados por un numeroso público en sedes importantes de Buenos Aires, como lo son el Teatro Coliseo, Teatro Globo, en el Congreso de la Nación y los espacios de la Feria Internacional del Libro de la capital, impactando a más de 1.500 personas en cada concierto.

Pero también hay un hecho importante alrededor de este emprendimiento social y cultural, y es que Latin Vox Machine ha «removido» el sentimiento regionalista y nacionalista en muchos latinoamericanos, venezolanos e incluso en inmigrantes de muchas otras naciones que conviven en Argentina, entre ellos sirios, africanos, mexicanos. Por supuesto que el público venezolano, fervoroso, demuestra su apoyo y orgullo en cada presentación.

Asimismo, desde el punto de vista artístico y musical, también LVM está inspirando y provocando el surgimiento de otras agrupaciones en Argentina como ensambles, colectivos y hasta otras orquestas, como es el caso de la nueva Sinfónica Internacional de Buenos Aires que lidera una de las batutas venezolanas jóvenes más destacadas, el director Jesús Parra.

«En abril de este año -recuerda Omar Zambrano- la orquesta fue nombrada como Embajada de Paz por la organización internacional Mil Milenios de Paz, y además de Acnur también tenemos el soporte la Organización Internacional para la Migraciones que no solo nos ayuda desde el punto de vista financiero sino también con las herramientas que tienen para resolver casos de los inmigrantes».

Y esa es la historia de los dos años de Latin Vox Machine, aún comenzando, buscando su personalidad musical, pero sobre todo reforzando su misión de ser un país musical dentro de cualquier país a donde vayan los artistas inmigrantes.