El infectólogo e investigador Jaime Torres, del Instituto de Medicina Tropical de la UCV, informó este lunes que hay una disminución de casos de malaria progresiva, de la que forma parte Venezuela. Recordó que en 2022 se bajó a 223 mil casos, y aunque este año no hay cifras oficiales hasta la fecha, ha habido brotes en la Sierra del Perijá y en Delta Amacuro. «Quizá con las campañas para tratar de controlar la minería ilegal», explicó, «se esperaría una disminución importante». Lo previsible «es que haya una reducción sostenida porque hay medicamentos, no se ha reducido la campaña de reducción de la enfermedad y se ha reducido la actividad minera».
Al ser consultado sobre la meta que ha propuesto la OPS de malaria cero, recordó que Venezuela nunca logró llegar a cero. «Pensar que se puede erradicar completamente no es factible», razonó en entrevista con Unión Radio, aunque sí es viable para otros países.
El estado Bolívar, y el municipio Sifontes, «es el generador de 80% de los casos de malaria de todo el país». El impacto ecológico de la minería ilegal es tremendo, y la deforestación hace que se multipliquen los criaderos de mosquitos. Es una población en movilidad, la enfermedad no se diagnostica, las personas consiguen medicamentos por su cuenta, se tratan de manera inadecuada «y hay una cadena de eventos» que incide, enumeró Torres. «Son personas que están en áreas que ni se sabe que están allí, cuando hay brotes acuden a los centros de salud» pero «es una población muy inestable» que no cumple con el tratamiento.
Una cosa es desplazar o sacar asentamientos mineros, y otra cosa, es acabar con la minería ilegal, diferenció el experto.
Los vectores no han cambiado, aclaró, pero «80% de los casos son de una especie del parásito que, si bien es la menos letal, es la más difícil de controlar, porque puede mantenerse en la persona por muchos años» y puede reaparecer en la persona meses o años después.