Las consecuencias de las sanciones empeorarán en agosto, advierte el economista. Insiste en que la empresa Citgo debe ser devuelta a Venezuela, mas no al Ejecutivo. Sutherland subraya que el país necesita un gobierno de unidad nacional para afrontar un programa de salvación con préstamos externos
Aunque izquierda y marxismo se han granjeado no pocas enemistades en Venezuela a raíz de la experiencia madurista, hay un economista venezolano que reivindica a Carlos Marx para “tratar de entender la realidad y transformarla”: Manuel Ignacio Sutherland.
Formado como economista en la Universidad Central de Venezuela (UCV), como planificador en el Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV y como ingeniero industrial en la Unexpo, Sutherland dirige el Centro de Investigación y Formación Obrera. Critica abiertamente la gestión de Nicolás Maduro: “Este gobierno es la negación del socialismo por la vía del clientelismo militarista populista”. Sin embargo, insiste en que las sanciones deben ser levantadas, pero no para que Maduro maneje el dinero que hoy está retenido en el exterior.
-¿Qué tanto de la crisis que vivimos es achacable a las sanciones?
-La crisis en todo sentido es muy anterior a las sanciones. Las sanciones financieras arrancan en agosto de 2017, y la primera caída del PIB es del último trimestre de 2013 o primero de 2014. Cuando el presidente Trump impone las sanciones en 2017 la economía había caído entre 30 y 32%, había una escasez muy fuerte, ya había desabastecimiento generalizado. En 2017, cuando vino la primera sanción financiera, el parque industrial y agroindustrial había sido destruido por la sobrevaluación de la moneda, y ahora ese parque sin insumos, sin materia prima y con la importación congelada no tenía potencialidad de desarrollo.
-¿Las sanciones a los funcionarios no atan de manos al gobierno para actuar?
-Están hechas para destruir la economía, y vienen por niveles. Incluso, las individuales. Ellas van in crescendo a medida que te voy presionando y empujando. Al inicio sancionan al presidente de Cadivi, y eso impide que negocie y haga varias cosas. Las sanciones van escalando a medida que Estados Unidos va negociando. Las que atan completamente de manos son las sanciones directas a las instituciones, a finales de 2018 y 2019, cuando sancionaron Minerven, el Banco Central de Venezuela, Bandes.
-¿Hay acciones que asfixian?
-Hay sanciones diplomáticas que se realizan en reuniones bilaterales. Cuando confiscan Citgo Venezuela no tiene acceso diluentes. India ofrece diluentes, y Mike Pompeo lo reclama. Sin una orden ejecutiva, actúa. Eso está ocurriendo desde hace varios años.
-¿Hemos sufrido lo peor de las sanciones?
-Lo peor debería estar por venir, a menos que en las negociaciones se avance en algo.
-¿Por qué?
-Las sanciones van in crescendo. Cada día se hacen más duras. La idea es destruir la economía y presionar al máximo a tu oponente. Estados Unidos se plantea hacer cosas más fuertes. Hay licencias generales y hay exenciones que se vencen en julio y agosto. Hay sanciones que impiden la venta de petróleo a proveedores de EEUU, algunas prohibían a empresas estadounidenses en la Faja vender petróleo venezolano, les aprobaron periodos de gracia que ahora van a eliminar. Otra de las cosas es que pueden presionar a Credicard y evitar que la gente use el sistema de pago electrónico.
-¿A partir de agosto y septiembre?
-Si las cosas no mejoran puede haber una escasez de gasolina mayor, escasez de lubricantes y reducción en el ingreso de divisas del Estado. Se pueden reducir los márgenes de negociación del petróleo aún más, y se puede frenar la importación de alimentos y medicinas de manera más severa.
-¿Quieren rendir al gobierno por hambre?
-El gobierno tiene un punto allí, porque Estados Unidos trata de hacer rendir por hambre para seguir los intereses de sus partidarios, como Voluntad Popular y Primero Justicia, que son los voceros de EEUU en Venezuela.
-En lo pequeño, ¿cómo se percibe la vuelta de tuerca?
-La percepción más inmediata de la población es la gasolina: ya hay escasez de gasolina muy fuerte en el interior del país, faltan los lubricantes, ahora llegan aceites en maletas y de presencia dudosa. Solo los sectores más citadinos y chavistas reciben el CLAP con regularidad. Está llegando más recortado y con menos frecuencia. Hay más problemas de importación macro para el Estado. Este es el peor escenario que se pudo prever: un tipo de cambio que se rezaga y no se ajusta a la inflación, la pérdida de la capacidad de compra del dólar por ese rezago. Tenemos el peor de los mundos: escasez y desabastecimiento.
-¿En qué momento comenzó la debacle económica del país con el chavismo? ¿Con Chávez, con Maduro?
-En los primeros años del presidente Chávez la economía se llevaba con una normalidad sensata, capitalista y abierta. Entre 2002 y 2003 la oposición de ultraderecha y abiertamente antipopular saboteó la economía; con acciones como el golpe de Estado y el paro petrolero empieza a destruir la economía destruyendo el gobierno. En esos años el chavismo sufrió una mutación: empezó a ver al empresariado como un enemigo y toma la idea del control de cambio como forma de control político. Eso coincidencialmente se casa con una subida enorme en los precios del petróleo. Entre 2004 y 2008 se toman las peores decisiones económicas de base para el futuro. La economía se administró como un boxeador borracho y drogadicto.
-¿La base de los problemas actuales es de Chávez?
-La base es de Chávez. A finales de 2008 y 2009 llega la primera crisis rentística, caen los precios del petróleo y se evidencia que el Gobierno no ahorró, sino que aumentó su deuda interna y externa. En 2009 se hicieron algunos ajustes, pero se devaluó un poco la moneda y se mantuvieron las roscas de dinero. Este desastroso manejo económico hizo multimillonarias a muchas personas. Entre 2011 y 2012 el petróleo vuelve a subir, vuelve el espejismo. Yo era de la idea de respetar los fondos de ahorro, y no se hizo. Lo que estaba detrás de no ahorrar era apropiarse de la renta petrolera lo más rápido posible. Lo normal era encarecer los dólares, que reflejaran la productividad del agro y de la industria privada y que Pdvsa no regalara sus dólares a la burguesía.
-¿Qué pasó con Maduro?
-El año 2013 comienza con la muerte del presidente Chávez y Maduro tiene la misión de continuar con el legado y con las mismas políticas. Eso se traduce en la continuidad del regalo de la renta para los cazadores de renta, que son la burguesía tradicional ligada a la MUD y la burguesía emergente nucleada en el PSUV y los militares. En ese momento había que cambiar todo lo que se había hecho en economía, pero Maduro no lo hizo. Se enfrenta con una caída de los precios del petróleo en 2014, y ante esa caída el reparto del dinero se hace más estrecho, hay menos dinero para las empresas tradicionales y para la burguesía emergente, lo que crea más fricciones.
-¿Qué pasa en 2015?
-El precio del petróleo baja más, se evidencia que no se invirtió lo necesario en Pdvsa y la producción petrolera experimenta una caída muy fuerte. Maduro no da el giro, sino que continúa pateando la pelota hacia adelante con recortes. Hubo presiones para que abriera la economía, pero creo que los cazadores de renta dijeron que no. Llegamos a 2016, un año espantoso aunque no había sanciones. En 2017 Maduro corre más la arruga, toma medidas pequeñas y empieza a generar una gran cantidad de dinero sin respaldo para tapar los huecos fiscales. Se va generando la hiperinflación. Sigue la impresión de dinero, y eso empuja los precios. El dinero pierde valor. La población empieza a molestarse y se expresa con grandes marchas, grandes protestas. La oposición, que ha sido prácticamente excluida del festín, empieza a tratar de tomar el poder inmediatamente para recupera lo que antes tenía.
-¿Qué sucedió en 2018?
-En 2018 la hiperinflación cabalga y el gobierno no hace nada en los primeros seis meses, salvo amagos idiotas de controles de precios, cierre de bodegas. En agosto llega el gran viraje económico: tratan de racionalizar la economía; se implementa la reconversión, que fue un error grosero, y se plantea un gobierno de déficit fiscal cero. Se anuncia disciplina fiscal, reducción de gastos y un montón de mentiras. A finales de 2018 empieza a haber una apertura económica básica, con privatizaciones secretas, como la de Abastos Bicentenario, y empieza a haber una eliminación de facto de la ley de precios, se eliminan requisitos para la importación.
-¿Cómo vamos en 2019?
-Permiten que todo el mundo compre y venda en dólares, liberan el cambio, crean las mesas de dinero. El Gobierno abre oportunidades para la Faja, para pozos petroleros en occidente, y se afinca en las formas liberales de la economía.
-¿Es tarde?
-Llegó con 14 años de retraso. Ahora es demasiado tarde. Hay que hacerlo, pero es demasiado tarde.
-¿Por qué es tarde?
-Porque ahora Venezuela enfrenta el fenómeno de las sanciones en su cénit, que pueden ser peores y pueden llegar incluso a un bloqueo naval, en el peor de los delirios. Ahora son fortísimas e impiden la recuperación económica. Le han cerrado el crédito internacional al Gobierno, que ya lo tenía cerrado por no haber honrado sus compromisos. Hace seis o siete años debió ocurrir una reestructuración de la deuda: en cuatro años Maduro ha pagado 70 mil millones de dólares, dinero que hubiese sido extremadamente valioso de haber sido administrado con cierta seriedad. Pero entre 1999 y 2015 el gobierno gastó un trillón de dólares, 10 planes Marshall. Con ese dinero se pudo haber reconstruido Venezuela 10 veces.
-¿Las sanciones son un obstáculo para un programa creíble de recuperación?
-Hacen prácticamente imposible un programa de recuperación que pueda rescatar la economía a corto plazo, porque refuerzan el cierre de créditos internacionales, sobre todo de los multilaterales. Es imposible buscar ese dinero, y Venezuela necesita, en mi criterio, un plan fuerte de créditos internacionales para recuperar la economía y la capacidad de importar materia prima y maquinaria.
-¿Cuánto se necesita?
-Se necesitan por lo menos 60 mil millones de dólares en 3 años.
-¿Con Maduro en el poder?
-Sería prácticamente imposible, a menos que sea el Banco de Desarrollo de China, pero van varios años que no le prestan nada. Había un plan de préstamos para importar mercancía china, pero eso se suspendió.
-¿Qué temas de la economía deben estar presentes en la negociación entre Maduro y la oposición?
-El tema económico y social está excluido de la negociación en la actualidad. Nada más se habla de elecciones, alternabilidad, presos políticos, pero ni siquiera temas de salud se están conversando, y hay mucha gente muriendo por falta de medicinas baratas.
-¿Cuáles son los temas que deberían estar?
-Estoy de acuerdo con que se hable lo político, pero la cuestión económica y social es absolutamente indispensable en este momento, porque Venezuela sufre la peor crisis en la historia de América, de las peores crisis del planeta. El año 2019 cerrará con una caída de -11% o -12%; las sanciones pueden aumentar ese porcentaje.
-¿Qué incluiría en una negociación?
-Lo primero sería meter la salud. Hay importaciones de medicinas y tratamientos que se deben poner como prioridad. Hay gente muriendo y eso se puede detener si se logra un acuerdo tripartito entre los representantes de los negociadores, oposición y gobierno.
-¿Qué más?
-La alimentación. Debería crearse un fondo con Cáritas, la Cruz Roja, Provea, el Gobierno, la Asamblea Nacional. Debe ser un fondo cuatripartito que también garantice las importaciones de materia prima para producir alimentos.
-¿En qué se diferencia esto de la ayuda humanitaria?
-La ayuda humanitaria es muy pequeña. Yo hablo de rescatar los fondos congelados.
-Eso es levantar la sanciones.
-De alguna forma sí, pero no es levantar las sanciones para que el Gobierno traiga misiles de Rusia. Se necesita una comisión de cuatro partes, que debe gestionar los recursos congelados por las sanciones. Hay entre seis mil o siete mil millones congelados que deberían ser usados para importación de medicinas y alimentos, pero no para que lo haga el gobierno por sus mecanismos corruptos y nefastos.
Manuel Sutherland, hace un alto y llama la atención sobre el tema de deuda y asevera que «Venezuela no puede ni debe pagar un centavo más de deuda” y pide que haya presión internacional que los activos venezolanos se declaren inembargables.
-¿Por cuánto tiempo?
-La economía necesita un periodo de gracia para recuperarse. No pagar la deuda durante tres años, por lo menos. Con eso Venezuela pudiese comenzar a reconstruir su economía. Hay que hacer una auditoría a la deuda, porque puede ser calificada cono deuda odiosa. La mayoría de los bonistas ya recibieron el dinero que pagaron y se puede hacer una «quita» como en Argentina, Rusia, Turquía. Es algo normal y necesario. En la negociación es fundamental Citgo y el petróleo venezolano.
-¿Para qué?
-Debe haber una devolución de Citgo a las instituciones venezolanas, pero no a Maduro, sino a una comisión multilateral con varios actores.
-¿Cuáles son los elementos de un plan de estabilización económica (monetario, fiscal, política social)?
-Hay que diseñar un plan de estabilización macroeconómica, que el gobierno no ha hecho. En 2018 se hiciecon anuncios económicos que no forman un plan. El Plan País de la oposición no es lo profundo y complejo que debe ser. Esta misma mesa de cuatro patas debería empezar -con ayuda de academia, sindicatos y partidos- a discutir un plan de salvación económica nacional, que es indispensable para poder pedir prestado y ver hasta dónde vamos a ajustar la economía.
-¿Cuáles son los ajustes?
-El Estado no puede cubrir la gasolina; también hay que ajustar los servicios. Hay que racionalizar el gasto, y eso debe estar acompañado de un incremento del salario: tiene que haber un impulso a la demanda. El préstamo debe ser la base fundamental para salvar la demanda solvente.
-¿Qué se necesita, en lo político, para que funcionen los ajustes económicos?
-Tiene que haber un gobierno de varias tendencias, de coalición, de unidad nacional; y se necesita el plan de salvación nacional guiado por este gobierno de unidad, con préstamos de organismos multilaterales, para frenar la crisis humanitaria salvaje. Hay que tomar medidas extraordinarias: Un plan de salvación nacional, un gobierno de coalición y ayuda internacional fuerte que lleve a una reestructuración política. Necesitamos desconcentrar el poder e ir hacia otro tipo de república. El presidencialismo en países con instituciones atrasadas y renta petrolera es una bomba de tiempo. Se necesitan poderes muy controlados y auditados.