El entrenador del Real Madrid se encuentra desde ya en «tela de juicio», pero la historia juega a su favor
Es muy temprano para juzgar, pero Zinedine Zidane se encuentra, desde ya, en una posición poco favorable. El desastre ante el Atlético Madrid, en tierras estadounidenses, llega justo en una semana de mucha perplejidad con el mercado de la Casa Blanca, y del enfoque que la ha dado Zidane a su segundo ciclo en el banquillo del club español. Una semana que oscilaba entre reclamos obstinados (caso Bale) e ideas poco claras.
Naturalmente, este es un equipo muy diferente a aquel que heredó de Rafa Benitez, hace tres años y medio; aquello era una cueva de campeonas hambrientos de victorias, comenzando por Cristiano Ronaldo, y una estructura firmada Carlo Ancelotti (el entrenador antes de Rafa Benitez). Hoy como hoy, los campeones no están tan hambrientos y los talentos por venir, aún no han dado grandes demostraciones y menos aún, continuidad.
Aún con compras galácticas y algo discutibles, al pleno estilo Florentino Pérez. 100 millones por Eden Hazard, 60 por Luka Jovic, 50 cada uno para Rodrygo, Eder Militar y Ferland Mendy. Ninguno, ni siquiera Hazard, quien se presentó en una forma paupérrima, en sobrepeso, parece capaz de hacer soñar los madridistas con la cuarta Champions en cinco años de la era Ancelotti-Zidane. Ahora, si bien es temprano para emitir juicios sobre el mercado blanco, hay un factor histórico que no juega a favor, y es que los entrenadores que vuelven, las «sopas recalentadas», en los grandes clubes, casi siempre terminan mal.
Sin embargo, no ha sido así para el Real, donde se considera que los entrenadores «para el Madrid», sean pocos y puedan funcionar en tiempos distintos. Si no se quiere remontar a la prehistoria madrileña, se pueden considerar positivos los regresos de Luis Carniglia, quien conquistó una Copa de Europa después de haber ganado una en su primer ciclo, Luis Molowny (quien tuvo tres regresos, todos positivos), Miguel Muñoz, dos veces campeón de Eurpa y nueve de La Liga en su segundo mandato; por último, Alfredo Di Stefano.
La primera «sopa recalentada» con mal sabor, fue la de Leo Beenhakker, en 1992, le siguió la de John Toshack. En fin de cuentas, una sociedad muy particular la madrileña, cuya peculiaridad no reside en las victorias (todos, en teoría, pueden ganar con buenos jugadores y técnicos) sino en hacerse ver como una meta. De esta manera, con la historia particular del Real a su favor, Zidane está llamado a ser uno más de los particulares ciclos blancos; una tarea, a simple vista, mucho más complicada que la anterior.