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jueves, 21 noviembre, 2024
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#Los10SinChávez | Dos reconversiones monetarias, hiperinflación, PIB enano y dolarización son parte del saldo en la economía

José Gregorio Yépez @goyepez

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La economía es un termómetro de la crisis que ha vivido el país en los últimos 10 años y dibuja en sus números la cara de las carencias que sufren los venezolanos. Las razones son múltiples y según la acera desde donde se haga el análisis las interpretaciones serán distintas, pero lo irrebatible es la destrucción del aparato productivo nacional sin vivir una guerra

Un dólar de hoy valdría 2,5 billones de bolívares si no se hubiesen hecho las reconversiones de la moneda en 2018 y 2021. Esta cifra ilustra lo que ha vivido la economía venezolana en los últimos 10 años, con el país metido en las aspas de una crisis que todavía sigue moliendo la calidad de vida de los venezolanos.

Los habitantes de esta tierra de gracia han pasado de tener dinero para comprar unos productos inexistentes en los anaqueles, a tener que escoger qué llevar porque “la plata no alcanza”. Han pasado de comprarle a “bachaqueros” a proveerse en bodegones.

La caída de 75% de la capacidad de la economía venezolana de generar bienes y servicios, es decir el Producto Interno Bruto (PIB), marcada por decisiones erráticas de política económica en medio de un ambiente político polarizado donde la hostilidad ha sido la norma, dejan a la mayoría de los venezolanos con los ingresos deteriorados y un cementerio de empresas, privadas y del Estado.

Varias lecturas

Ciertamente las cifras de 2021 y 2022 señalan que hay una recuperación después de siete años que comenzaron como recesión y derivaron en una depresión económica, como lo plantea el economista y profesor universitario Luis Crespo, quien le coloca el epíteto de “nefasta” a la política económica desarrollada luego de la muerte del presidente Chávez.

Advierte que desde 2019 se ha evidenciado un viraje silencioso y ese año puede marcar un antes y un después en esta década.

Por su parte, el diputado y dirigente político Omar Ávila señala que “la economía estaba mal antes de la muerte de Chávez, pero hubo bonanza petrolera que escondió las distorsiones, por eso no veo un antes y un después en estos 10 años”

Desde la acera del oficialismo se plantean argumentos que le endilgan la crisis a las agresiones externas y al conflicto político.

En repetidas ocasiones el Presidente de la República, su tren ejecutivo y los voceros del partido de Gobierno asocian a las sanciones y el “bloqueo” al comportamiento de las variables de la economía como la hiperinflación, el desabastecimiento y pérdida de la calidad de vida de los venezolanos.

“Nos quieren someter por hambre, pero no podrán con este pueblo”, ha sido su discurso a la hora de dar explicaciones de los resultados en materia económica que tiene el país.

Elementos estructurales

“La política económica en estos últimos 10 años, si podemos definirla con una palabra esa es: nefasta. Es una política que hundió a la población venezolana en un largo proceso de recesión económica que se transformó en depresión de la economía, que destruyó aproximadamente el 75% de la producción interna, con las consecuencias que eso tiene sobre el desmontaje de las capacidades productivas y destrucción de los factores de la producción”.

La afirmación anterior pertenece a Luis Crespo, quien además señala la creación de un “enorme cinturón de pobreza en las condiciones de vida que generó la hiperinflación que detonó en el segundo semestre de 2017”.

Por otro lado llama la atención sobre el rol del Banco Central de Venezuela que según su criterio fue convertido “en una gran caja chica del Gobierno central generando un desastre en el área monetaria y todas las implicaciones que tuvo la hiperinflación en la destrucción de la moneda, de los sistemas de pago”

Plantea ver el retrato de esta situación desde dos ópticas: La familia y la empresa.

“Desde la familia vemos la caída del poder de compra, perdiendo sus activos y eso nos trajo a indicadores de pobreza muy altos en 2020-2021. Las prestaciones sociales, las cajas de ahorro y los fondos de ahorro de los trabajadores, inherentes a la familia trabajadora, todo eso fue pulverizado en ese periodo”, señala Crespo.

Al hablar desde la visión de las empresas indica que ha sido “muy difícil operar en ese proceso. Se destruyeron los sistema de precios, los sistemas contables, la posibilidad de seguir operando con una moneda en una economía en donde los precios crecían de una manera exacerbada”.

“La economía se redujo a un tercio de su capacidad productiva dejando a su paso un gran cementerio industrial y la destrucción de la principal industria del país, PDVSA, que fue de referencia mundial y líder en América Latina. Hoy es una vergüenza por la mala gestión marcada por la corrupción y la ineficiencia”.

Lo cambiario

Ya dijimos al comenzar esta nota el precio de un dólar si se mantuviera el cono monetario modificado en 2018, lo que nos pone frente a una de las mayores debilidades de la economía venezolana en los últimos 10 años: el tema cambiario.

El Gobierno ha señalado que ha sido un “ataque despiadado” contra el bolívar y por ello se centró en una política de controles que llegó a perseguir, con Ley en mano, las operaciones en divisas y hablar del “dólar criminal” de la página “dólar Today”.  

Por otra parte, sustituyó, cambio, mutó y transformó el órgano regulador de las operaciones con divisas. Luego de la supresión de Cadivi creo un rosario de organismos Cencoex, Sitme, Simadi, Sicad I, Sicad II, Dipro, Dicom.

Hasta ahora se espera la investigación sobre la denuncia de la expresidenta del Banco Central de Venezuela, Edmeé Betancourt sobre un desfalco de 20.000 millones de dólares de Cadivi por empresas de maletín en 2012.

Al parecer estas afirmaciones le costaron su puesto en el BCV a donde llegó en abril de 2013 y para agosto del mismo año ya no estaba.

Frente al tema cambiario Omar Ávila refiere que es uno de los graves problemas de la economía en estos 10 años y señala los sistemas como ineficientes y de gran opacidad en su manejo.

Todas estas tasas de cambio han sido mal implementadas para controlar la inflación y el flujo de divisas extranjeras; por tal motivo generaron controversia, corrupción y distorsión en la economía. El impacto negativo que han tenido sobre la población venezolana es la inflación, escasez de productos básicos, fuga de capitales, pérdida dramática del poder adquisitivo”, sentencia el parlamentario.

Después de todos estos intentos de control la opción ha sido flexibilizar el control cambiario al punto de que el propio Nicolás Maduro terminó aplaudiendo la dolarización.

Luego el gobierno adoptó del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) que termina siendo contradictorio con esa apertura, lo que genera nuevas distorsiones y envía señales erráticas a los agentes del mercado.

¿Es lo mismo?

Ante la pregunta sobre las diferencias entre la política económica de los últimos 10 años y lo que se hizo antes, Omar Ávila responde: “Van 56 aumentos de salario, una industria petrolera que apenas produce el 20% y la mayoría de la población ganando el 90% menos, todos estas cifras son respecto a 1998″.

“Estas cifras son una prueba irrefutable del desastre económico que tiene entrampado al Gobierno Nacional, producto de lo mal que ha manejado la política económica en lo que va del siglo XXI”, señala el dirigente de Unidad Visión Venezuela,

Señala además que antes del año 2000 en el país “se adoptó una política económica de corte neoliberal donde se privatizaron las empresas estatales, se inició la descentralización, hubo liberalización del comercio y la inversión extranjera, se redujo el gasto público y por cierto la pretensión de un aumento 100% en la gasolina fue un detonante para El Caracazo. Después de la década del 2000, las políticas económicas son altamente intervencionistas y se enfocaron en todo lo contrario: nacionalizaron las industrias básicas, aumentaron el gasto público, implementaron el control de precios y el control de cambio. Ambas políticas a pesar de ser distintas fracasaron”.

Luis Crespo coincide con el planteamiento del intervencionismo del Estado como esquema fallido en el manejo de la economía.

“La característica común es el exacerbado intervencionismo del Gobierno. La diferencia está en que no puede tener los mismos resultados que la gestión de Chávez por la debilidad financiera del gobierno de Nicolás Maduro”, señala Crespo.

Acota que en tiempos de Chávez los ingresos petroleros “fueron extremadamente altos. Hasta el 2012, aproximadamente, una bonanza evitó que las distorsiones económicas que se estaban gestando en el país estallaran”.

“Las políticas económicas que vienen de Chávez estallan por la debilidad financiera. No podía sostener Cadivi y todas formas de control cambiario que existieron”, indica Crespo.

En este momento el profesor universitario hace un señalamiento que pareciera indicar un parteaguas en referencia al manejo económico.

“Desde 2019 hasta ahora hay un cambio significativo, porque hay un viraje en la política económica del Gobierno. Es un viraje silencioso, porque dejó atrás esa visión del dogmatismo y ahora es más pragmática. Ese plan no ha sido presentado al país, las medidas de ajuste se presentan a cuenta gotas y no se discuten con los actores económicos. Podemos hablar antes del 2019 y después. Continuidad del intervencionismo y luego un viraje que no ha sido debatido con el país”, señala en su análisis Crespo.

Indica que los bodegones son viables porque “se desmontó el control de las importaciones, dejaron que corriera la dolarización. El mayor abastecimiento es porque se desmontaron los controles y se pueden colocar precios en dólares. La camisa de fuerza ha soltado las amarras. El punto de inflexión puede ser la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios”.

Desabastecimiento y bachaqueros

Hacia 2015 la crisis del desabastecimiento y surgimiento de los “bachaqueros internos” fueron la norma. Crespo explica que estos fenómenos se produjeron, precisamente, “como consecuencia de los excesivos controles”.

“Todo estaba controlado. Los precios, el tipo de cambio, las importaciones, las exportaciones, el traslado de mercancías en el país, las tasas de interés. Pretender obligar a las empresas a producir con precios por debajo de sus costos de producción es irracional”, sostiene el economista.

Agrega que el intervencionismo del Estado distorsionó el comportamiento de la economía en lo microeconómico y se pregunta: “¿Cómo unas empresas podían actuar en Venezuela con el terror de la expropiación, con la llegada de los entes contralores indicando cuotas de producción, qué vender, a quién vender? Toda una irracionalidad frente a unas leyes económicas que de cumplirse dinamizan el mercado de bienes y servicios”.

Omar Ávila por su parte acota que estos fenómenos se han mudado “al contrabando que igualmente afecta la economía del país y la seguridad nacional, en cuanto al tráfico de oro, minerales, armas, productos ilícitos y hasta de personas. Afecta a los productores locales y a las empresas que cumplen con la ley, es un elemento que contribuye al aumento de la inflación”.

Apagón, dolarización y gasolina

Luis Crespo por su parte llama la atención sobre el gran apagón del 7 de marzo de 2019 que además “de poner en evidencia el colapso de los servicios en el país, producto de la ineficiencia de la gestión pública, dio el pistoletazo para la dolarización de facto de la economía”.

“Allí hizo el debut público el dólar transaccional. La bolsa de hielo a un dólar. Se hizo evidente un fenómeno que ya venía dándose de forma clandestina por el deterioro del bolívar y teníamos la Ley de Ilícitos Cambiarios que perseguía estas operaciones”, explica en su análisis el profesor universitario.

Desde ese momento se han dado idas y vueltas en el tema cambiario hasta el esquema que existe en este momento con una política de inyecciones de liquidez al mercado para tratar de detener el alza del dólar, con resultados poco eficientes a la luz de la depreciación que se ha presentado desde agosto del año pasado.

Por otra parte está el tema de gasolina y su escasez que se extiende hasta estos días, sobre todo en el interior del país.

“Eso era impensable. Hubo momentos en donde no había pan, pero había gasolina. No había desodorante, pero había gasolina. Luego vimos como poco a poco la industria fue mermando por múltiples colapsos de las capacidades productivas de la misma y su manejo. Hasta lo que hemos estado viviendo. Eso está asociado a la desinstitucionalización del país y en ello la destrucción de nuestra mayor empresa: PDVSA”, señala Crespo.

La hiperinflación

Fueron cuatro años dentro de un ciclo perverso que comenzó en el último trimestre de 2017 y se prolongó hasta diciembre de 2021 cuando se dio por terminado. Ha sido el fenómeno hiperinflacionario más largo de la región junto con el de Nicaragua el siglo pasado.

Luis Crespo señala que ya en 2015 y 2016 se transitaba por caminos de alta inflación.

“El detonante se da en el primer trimestre de 2017 con aquella compra de bonos que hace el BCV a PDVSA y a Corpoelec, donde significó una inyección de dinero a esas empresas. Algo que es inconstitucional y nos genera el debate entre los economistas sobre el papel del BCV de crear dinero inorgánico en la economía venezolana”, señala Crespo.

Por otra parte llama la atención sobre la condición de Venezuela al ser país petrolero. “La hiperinflación vivida en Venezuela es una distorsión grave, más aún por ser un país petrolero. Pocas economías, cuidado si no somos la única, con estas características que entran en un proceso como este y el responsable es el Gobierno, motivado a la pérdida de la institucionalidad del BCV”.

Sobre este tema Omar Ávila enciende las alarmas y señala que “tenemos el peligro latente de volver a la hiperinflación”.

“Los precios siguen aumentando todos los días porque el bolívar todos los días disminuye su valor, nuestra economía sigue siendo inestable”, advierte el parlamentario.

Las sanciones

Declarar a Venezuela una amenaza para los Estados Unidos por parte de la administración Obama abrió el camino para imposición de limitaciones a la economía venezolana luego de sancionar a personalidades prominentes del entorno presidencial.

Esta ha sido la carta de mayor uso del Gobierno para justificar los mediocres resultados de la economía y también ha sido un elemento para cohesionar a sus bases ante “la amenaza del enemigo externo”.

Las interpretaciones son amplias y Omar Ávila sostiene que esta política de los Estados Unidos hacia Venezuela “incide directamente en los ingresos del país y en el bienestar de la población, en cuanto afecta la venta del petróleo y la entrada de divisas, la importación de bienes y servicios. Lo que uno debate es la efectividad de las sanciones para lograr un objetivo político y su efecto negativo sobre la población”.

“El Gobierno no lo dice, pero la realidad es que aunque el barril de petróleo esté en 80 dólares, producto de las sanciones lo terminan vendiendo en 30 dólares. Esto lo debemos de decir con toda la seriedad y objetividad que nos caracteriza”, sentencia el dirigente político.

Por su parte Luis Crespo señala que a las sanciones hay que ubicarlas en distintos momentos debido a que “son heterogéneas y han ido a distintos sectores. Pudiéramos ver que han tenido efecto sobre todo en la industria petrolera y han agudizado los resultados nefastos del manejo de la economía que venía cayendo desde 2014 hasta 2021, Las sanciones comienzan en 2017”.

“En la actualidad se han flexibilizado en 2021 y 2022, cuando salimos de la hiperinflación y dejamos atrás la depresión económica hay un marcado proceso que se puede identificar de flexibilización diplomática”, explica Crespo.

Señala a 2020 como un hito con la caída de la producción petrolera que colocó al país a niveles de los años 40.

“En este momento hay un menor efecto de las mismas en la actividad petrolera y la actividad económica venezolana. Ejemplo los resultados de la actividad petrolera en enero con 63.000 barriles más, producto de las conversaciones del Gobierno con Estados Unidos, la activación de Chevron en las empresas mixtas”, indica el analista económico.

Se puede sostener el crecimiento

Sobre la recuperación que muestran los números de la economía venezolana es necesario indicar que son pequeños frente a la monumental caída de siete años.

El crecimiento de los dos primeros años fue producto de una reacción ante el bajo desempeño del aparato productivo.

Sin embargo de ahora en adelante se presentan retos importantes y los mecanismos usados en los últimos ocho meses no parecen ser los más eficientes.

Cifras de Consecomercio indican que las ventas de este sector cayeron por encima de 30% y Datanálisis confirma una caída del consumo masivo de 20% en los primeros meses del año.

Frente a este escenario Luis Crespo indica que hubo “una resucitación después del desmontaje de los controles y se permitió avanzar en la dolarización transaccional. Hoy el IGTF le metió un frenazo a la dolarización. No se dejó avanzar la dolarización financiera que permitiera apalancar los sectores que estaban creciendo y observamos una desaceleración de expansión de la economía”.

“El crecimiento que está proyectado será menor. Hay nerviosismo de los sectores empresariales por la poca capacidad de consumo de las familias venezolanas, sobre todo en el sector comercial, porque el crecimiento se concentra en el sector terciario de la economía”, explica Crespo.

Llama la atención sobre la construcción que está generando 30.000 empleos “y generaba 1,2 millones de empleos”.

“En definitiva las magnitudes de crecimiento están comprometidas. Es necesario revisar la política cambiaria, revisar el plan de ajuste en el aspecto del salario de los trabajadores, el equipo de asesores de Correa que ayuda a Maduro pone sobre los hombros de los trabajadores el pago de la crisis la crisis y hace el salario sea impresentable”, comenta el profesor universitario.

Finalmente Omar Ávila señala que no se puede proyectar con certeza sobre el crecimiento de la economía “porque seguimos enfrentando los mismos desafíos: la dependencia del petróleo como principal fuente de divisas, la falta de consenso y políticas intervencionistas. Además se debe considerar la situación global en cuanto a los conflictos internacionales y las consecuencias post pandemia en la economía global.

A 10 años de la muerte de Hugo Chávez muestra vulnerabilidades estructurales que impiden mejorar la calidad de la mayoría de los venezolanos.

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