Entre las 6:30 y las 10 de la mañana hubo mucha acción en la inmediaciones del distribuidor Altamira frente a la Base de La Carlota .
Los manifestantes lanzaban piedras al contingente que resguardaba la instalación militar y estos respondían con gases lacrimógenos.
En la calle, es decir la autopista, habían unos 50 guardias nacionales con un brazalete azul y armados con un R15, en lo que se supone eran leales a Juan Guaidó a quien se suponía en las inmediaciones del sitio.
Los que si se confundían con los manifestantes eran algunos diputados a la Asamblea Nacional. Luis Florido señaló que se trataba de una acción “por la recuperación de la democracia y del orden constitucional de la mano de la Fuerza Armada, ya que junto con ellos es podemos lograr dar este paso”.
“Es una acción irreversible” aseguró.
-¿Leopoldo López está libre, cómo se concretó esto?
-Es un indulto dado por el Presidente Interino que fue acatado.
Florido indicó que “ esta una acción irreversible que apunta al rescate de la democracia, de forma pacífica y constitucional”.
En el sitio también hicieron acto de presencia, Rafael Guzmán, José Guerra, Stalin González, Henry Ramos Allup. No siempre andaban juntos. Se les veía por separado y algunos como Guzmán y Guera estaban juntos. Américo de Gracia también
Gas, perdigones y gritos sonaban desde la Base Aérea La Carlota.
Un grupo de jóvenes se enfrentan a los cuerpos de seguridad que se escondían detrás de un muro. 27N decía aquella pared que funcionaba como escudo. Una señora con un casco de bicicleta azul gritaba que no lanzará piedras hacia los Guardias.
“No lo hagan, ¿cómo van luchar con los rifles?”, decía ahogada entre los gases.
Dos tanquetas blancas estaba estacionadas cerca de la reja que da a la autopista Francisco Fajardo y era el blanco de las piedras de los manifestantes.
Los guardias contestaban con perdigones y la tanqueta escupía bombas lacrimógenas que dispersaban a los manifestantes que iban y venían al son de gritos como: “¡Vamos para adelante, somos más!”. “¡Coños de madre traidores!”.
Ahí vienen, corran que ahí viene”, gritaba una señora al ver las motos de la Guardia Nacional subir desde la autopista.
Periodistas, manifestantes, todo el que estaba en el Distribuidor Altamira corrió con dirección a la Plaza Francia. Hubo confusión fue entonces cuando los R15 empezaron a sonar. Los casquillos caían al asfalto. Gritos por todos lados, llantos y personas con sus rostros entre las rodillas.
“Todos esas balas nos pasaron por la cabeza”, dijo un reportero gráfico de la Agencia Reuters.
Acostada en una defensa vial una señora con sus ojos claros le comentaba por una llamada telefónica a un familiar de que no se moverían de ese punto. “Esto es lo que a mi me gusta”, dijo.
Luego de aquellas detonaciones varios Guardias se alejaban de la primera línea. Una bandera de Venezuela ondeaba y varias personas cantaban el Himno Nacional.
Un rato más tarde otros se tomaban fotos y posaban, y se movían al son del gas que los alcanzaba cuando las bombas caían como hojas de un árbol. Las personas al ver el proyectil volar por los aires corrían como hormigas. “No corran”, exclamaba un señor.
Los miembros de la GNB se tapaban la cara para no revelar su identidad, inclusive se quitaban los nombres del uniforme. Uno de estos militares se asfixiaba con el humo tóxico de las bombas. Sus ojos estaban rojos y llorosos. Al preguntarle el porqué de los lazos azules solo respondió: Es el color del cambio. Eso representa.
Los choques entre ciudadanos y militares se hacían más intensos. En la autopista se empezaba a llenar de motos y personas. Los gritos empezaban a subir de volumen. Entre todo lo que rodeaba este martes a las 8:30 de la mañana, un joven se desmayaba por los gases.
A las 10 am se dijo que Guaidó se dirigiría hacia la Plaza Altamira.
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