Neumonólogo Andrés Orsoni: Hay que actualizar los protocolos de atención a pacientes COVID-19 en Venezuela

Texto: José Gregorio Yépez y Vanessa Davies. Fotos: Alonso Calatrava Rumbos

Ya se sabe que la persona que muere por COVID-19 fallece de trombosis, una gran inflamación pulmonar y falta de oxígeno en varios órganos. Orsoni, quien también es intensivista, insiste en que se debe incluir la dexametasona

Lo que comenzó supuestamente como una enfermedad respiratoria se convirtió en una enfermedad sistémica que ataca pulmones, corazones, cerebro y riñones. Hasta el punto de que quienes hoy mueren por COVID-19 se debe a porque varios órganos fallan y no porque el pulmón se detiene. Ese tránsito lo tiene muy bien definido el neumonólogo e intensivista Andrés Orsoni.

Igualmente, tiene claro que hay que cuidarse del contagio, y que el tapabocas y el distanciamiento físico no son una excentricidad, sino una necesidad.

“Nosotros nos basamos en todos los datos que los chinos nos mandaban”, recuerda Orsoni en conversación con contrapunto.com. “No sé si los chinos mintieron o no mandaron los datos correctos, pero todo empezó como una enfermedad respiratoria” y, como la información de China hablaba de una neumonía, “todo se empezó a tratar como una neumonía”. Pero los casos no mejoraban; por el contrario, las tasas de contagio y de mortalidad eran muy altas.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) había prohibido hacer autopsias por el temor al contagio, “los italianos, desesperadamente, empezaron a hacer autopsias” y a ver cosas que contradecían la información de China. “Esto no es una neumonía; estoy viendo un síndrome inflamatorio generalizado que me produce efectos diferentes en la persona muerta a lo que producen los chinos. Por eso empezaron a ver que lo que pasaba en las personas era diferente. No es una neumonía, sino un síndrome inflamatorio que producía cosas completamente diferentes”.

Los estudios en Italia demostraron que, con la COVID-19, hay un proceso inflamatorio severo en el organismo. Cuando el virus entra en el organismo se fija en la hemoglobina y la destruye, lo que causa una importante falta de oxígeno. La destrucción de la hemoglobina deja materiales de desecho que se acumulan y llegan al pulmón. “Producen una inflamación de la unidad alveolar pulmonar que no deja que haya intercambio gaseoso”.

También se produce “una gran inflamación dentro del pulmón y una gran tormenta de citoquinas”, detalla. Las citoquinas son una sustancia que producen los glóbulos blancos para defendernos, pero se generan muchas citoquinas que en vez de protegernos, nos agreden e inflaman el pulmón.

La inflamación en el pulmón y la hipoxemia por el rompimiento de la hemoglobina provocan fallas en cuatro órganos blancos: cerebro, corazón, pulmón y riñón. Esas fallas se originan en la falta de oxígeno, “no llega oxígeno para oxigenar esas células”.

También se descubrió un tercer proceso: la trombosis. La tormenta de citoquinas y los desechos por la destrucción de la hemoglobina generan trombos que viajan por la sangre, cierran los vasos sanguíneos y producen múltiples infartos “en muchas áreas del organismo”.

La persona que muere por COVID-19 fallece de trombosis, una gran inflamación pulmonar y falta de oxígeno en varios órganos.

De toda esta experiencia surge el uso de la dexametasona, un medicamento que tiene muchos años en el mercado, refiere Orsoni. “Comenzó a usarse como antiinflamatorio en todos los pacientes que tenían un proceso moderado o severo y empezaron a ver que las personas no se morían”. Por eso se inició el trabajo con una combinación de fármacos: esteroides, anticoagulantes y antivirales.

Todavía no se sabe por qué para 80% de los enfermos no pasa de ser una gripe fuerte, señala el médico. “Al día de hoy no hay tratamiento específico”, aclara. Se probó con la cloroquina “y se demostró que no funciona”, al igual que la ivermectina.

“Lo que se demostró que sí funciona es la dexametasona en pacientes que son moderados a severos, porque disminuye la mortalidad”. No te va a curar, precisa, “pero sí va a disminuir la mortalidad porque frena el síndrome inflamatorio”. El antiretroviral remdesivir mejoraría, pero no queda claro si sería una opción debido a su costo.

-¿Los protocolos de atención en Venezuela habría que cambiarlos?

-Hay que actualizarlos. El gobierno inicialmente hizo unos protocolos basados en lo que decía la OMS. Ya la OMS cambió algunos protocolos. Ya ellos sacaron la azitromicina y la hidroxicloroquina e introdujeron la dexametasona. Todavía el protocolo que tenemos en Venezuela utiliza hidroxicloroquina y azitromicina, y no está metida la dexametasona. Ellos tienen que reunirse, revisarlo. Aunque médicos que tratan pacientes en el medio privado utilizan tanto el protocolo del gobierno como la dexametasona.