Carlos Navarro: Hasta los trabajadores que apoyan a Maduro le van a pedir que deje el poder

Texto: Vanessa Davies y José Gregorio Yépez

«El gobierno puede conversar con la oposición, las fuerzas internacionales y los militares sin Maduro», asevera el dirigente sindical hoy en el exilio. «Cuando menos apoyo externo tiene el gobierno es cuando más apoyo externo necesita el pueblo», sentencia. Aun cuando señala que hay protestas de trabajadores todos los días, asevera también que «no es lo mismo una manifestación de 200 mil trabajadores, que 200 manifestaciones de mil

Un día del año 2018 Carlos «El Chino» Navarro recibió un mensaje: Debía abandonar el país porque la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) allanaría su vivienda. Entonces Navarro (paciente trasplantado que necesita medicamentos de por vida) y su esposa decidieron salir de Venezuela y comenzar a recorrer el forzado camino del exilio. Hoy, ambos viven en una habitación, y aunque él no está preso, soporta otra forma de prisión: la nostalgia.

El presidente de la central Alianza Sindical Independiente de Venezuela (ASI), conversa con contrapunto.com gracias al Zoom. «Yo quisiera que encontremos la libertad sin una gota más de sangre», defiende.

Con base en su experiencia en transiciones en Centroamérica, está convencido de que habrá una transición, una mesa para reconstruir el país «y en esa mesa tienen que estar representados los trabajadores venezolanos». Pero remarca que el movimiento sindical «necesita reencontrar su moral, su ética para poder tener legitimidad a la hora de representar a los trabajadores».

-¿Esa transición la ve próxima?

-Si está Maduro, no. Maduro no va a soltar el poder por nada del mundo. Nunca lo hizo, ni desde que era diputado. No lo va a hacer. Él no lo va a hacer. Todas las convocatorias a diálogo, todas las cosas que plantee, todas tendrán un objetivo oculto, y es mantenerse en el poder. Hay que partir de ese criterio.

-Entonces cualquier iniciativa de diálogo va a fracasar.

-El gobierno puede conversar con la oposición, las fuerzas internacionales y los militares sin Maduro. Hay mucha gente que puede hacerlo. Yo no creo que todo el mundo quiera asumir un suicidio político. Hay que encontrar un camino sin Maduro. Creo que Maduro es imprescindible en este proceso y por eso hay que sacarlo de allí. De otra manera, no hay forma de llegar a un acuerdo, porque no es la intención que tiene Maduro. Maduro no va a dejar el poder.

-Usted plantea que sectores dentro del gobierno de Maduro deberían tratar de apartarlo del poder democráticamente para avanzar hacia una transición.

-Voy más allá. La gente que está allí debe negociar con él esa transición para que haya un diálogo sin él y después se ve qué se hace, o qué va a hacer él con su vida.

-¿Qué pueden hacer los trabajadores chavistas, oficialistas, de izquierda para empujar hacia esa dirección?

-En la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores también está la jirafa: arriba, en la cabeza, hay una estructura que está vinculada íntimamente con la estructura de poder del Estado. El presidente de la CBST dice: «No estamos aquí para pedir reivindicaciones, estamos aquí para hacer la revolución». Y mientras tanto usted ve cómo se mantiene con un dólar de salario mensual. Ese no es mi problema. Ah, por cierto, el contrato colectivo no lo vamos a discutir, te quitamos el comisariato y eso no importa: Estamos aquí para sostener la revolución. Pero abajo la gente está peleando. Los sectores petroleros más importantes de Zulia están peleando; de PDV Marina, peleando; de San Lorenzo, peleando. Yo los veo peleando en la calle. Creo que ellos (la directiva) van a ser arropados y devorados por el hambre que sus afiliados tienen. Van a formar parte de esa avalancha de personas demandando libertad y democracia, porque de la manera como vamos no es sostenible, y la gente no va a quedarse en su casa muriéndose de hambre. Eso no va a pasar.

-¿Son los trabajadores de izquierda los que van a pedir que Maduro se aparte?

-Todos los trabajadores. Los que no apoyan a Maduro, los que han sido perseguidos por Maduro, los que han sido acosados por Maduro, los que han apoyado a Maduro y los que siguen apoyando a Maduro. Porque es que el hambre, el estómago no van a poder aguantarlo vacío y van a salir a la calle a pelear. Y eso va a ser inevitable. ¿Y ahora sin gasolina? Lo que viene es terrible, es profundamente doloroso.

Ofensiva contra los trabajadores

Carlos Navarro comienza sus reflexiones con la historia del movimiento sindical venezolano, y refiere que «estaban los partidos allí», y que «la tutoría partidista funcionó, con sus sombras y sus luces, desde 1958 hasta los años 80».

Subraya que, en este momento, el rol del movimiento sindical «es reencontrarse con su autonomía histórica» para poder encontrar su camino. Su segundo mensaje es «resistir militantemente», que significa «buscar trabajadores que no quieren organizarse, constituir sindicatos que la gente no quiere armarlos, organizarlos, afiliarlos, articularlos para movilizar. No puedes movilizar a quien no tienes articulado, no puedes articular a quien no tienes organizado, no puedes organizar a quien no captas».

En su opinión «nunca hubo una ofensiva contra los derechos fundamentales del trabajo, contra el sindicato, contra la contratación colectiva y contra el derecho a huelga como la que ha ejercido Maduro». Para Navarro «Maduro ha sido el presidente, desde los últimos 150 años, que se ha dedicado desde todas las áreas (jurídica, militar) a atacar el derecho colectivo del trabajo. No puedes hacer asambleas, no puedes discutir contrato colectivo, no puedes tener sindicato, no puedes hablar mal del gobierno y no puedes convocar a los trabajadores a pedir reivindicaciones. Si se te ocurre pedir que se discuta el contrato colectivo tú vas preso. Y si a mí me da la gana militarizo tu proceso y te pongo en un tribunal militar, como el caso de Rubén González».

-¿A qué atribuye ese comportamiento de Maduro siendo él sindicalista?

-Tengo un pensamiento muy claro sobre Nicolás Maduro, porque lo conozco hace más de 30 años.

Carlos Navarro cita un debate televisivo que protagonizó con Maduro hace 20 años, y vuelve a su idea: «Nicolás Maduro ejerce el poder y lo va a ejercer y lo va a defender hasta con su vida, sin importarle para nada ningún tipo de consecuencia. Y el tema de los derechos del trabajo, sobre la libertad sindical y la contratación colectiva y el derecho a huelga no son cosas que le importen. Él está muy pendiente de cosas económicamente importantes, de cosas importantes desde el punto de vista del poder y de sostener el poder».

En cuanto a los dirigentes sindicales del oficialismo, advierte que hay «una militarización de la acción sindical», y prueba de ello es que los integrantes del comité ejecutivo de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores se visten con uniforme militar y se juramentan «no se sabe para qué: para defender el contrato colectivo, las reivindicaciones de los trabajadores, los derechos de los trabajadores, para pedir aumento salarial».

Mirar a la jirafa

Esto ocurre en Venezuela: «La pandemia llegó a un país donde ya había una pandemia», donde había una crisis humanitaria, un colapso económico, fractura del piso social e ingobernabilidad política; y un gobierno que tiene cuatro murallas (sanciones de Estados Unidos, pérdida del mercado petrolero y caída de la producción petrolera, aislamiento y colapso de las fuentes de ingreso del Estado).

«Cuando menos apoyo externo tiene el gobierno es cuando más apoyo externo necesita el pueblo», sentencia. «En este momento, desafortunadamente, no hay movimiento sindical que puedas escoger como protagonista de las transformaciones o de la construcción de una nueva libertad y democracia en el país. No lo hay». Carlos Navarro echa la película atrás y señala que el movimiento sindical venezolano ha cometido demasiados errores: Hace 40 años el movimiento sindical tenía bancos, agencias de viajes, peluquerías y «se dio el lujo de contratar la isla de Margarita». Su conclusión: «Todo eso se pagó». Lo define como «la tutoría de los partidos políticos» y «el corporativismo del Estado» que hizo mucho daño.

En su análisis propone «mirar a la jirafa, mirar a la cabeza que está bien arriba y su cuerpo que está bien abajo». La cabeza «son esas cúpulas viejas, antiguas, que ya no le responden a nadie, que ya no convocan a nadie, que defienden unas siglas como si fuese una franquicia, no convocan a nadie y hace 20 años no hacen una elección». Y el cuerpo de la jirafa, abajo, «son los 400 conflictos que tú ves en un mes». Navarro pide ver los estados y las protestas: «Mira a Bolívar, mira el Zulia, mira a Carabobo y Aragua. Los trabajadores están en la calle. Pero son sindicatos de base que no se han articulado, que no han descubierto la fuerza de la articulación porque no creen en aquellas siglas».

Asevera también que «no es lo mismo una manifestación de 200 mil trabajadores, que 200 manifestaciones de mil. La fuerza, los efectos, cómo commocionas al poder no es la misma. Pero sí hay una gente organizada en la calle, no confederada, que está haciendo una lucha importante». De nuevo con la jirafa, describe que «es el cuerpo que está peleando en la base, militantemente, por su vida; por la vida de sus hijos y su familia».

Cuando el presidente Hugo Chávez llegó al poder «el salario mínimo estaba en 212 dólares», cuando Maduro llega a la Presidencia «el salario mínimo era de 105 dólares mensuales. Siete años después, lo tiene en 0,77 dólares». Sigue con la batalla de cifras: Cuando Maduro llegó al gobierno se compraba un dólar con 24 bolívares fuertes; hoy se necesitarían 30 mil 625.millones 700 mil bolívares para comprar un dólar. Tiene al país en hiperinflación por 28 meses, con un PIB que se ha caído «por siete años seguidos».

Navarro sostiene que «hay una narrativa de la izquierda latinoamericana» que defiende el socialismo del siglo XXI «pero no habla de Maduro. Ya todo el mundo sabe que Maduro es un fracaso total y tiene un país en la miseria y en la crisis humanitaria más radical del mundo».

Acabó con el trabajo

La central sindical ASI Venezuela tiene propuestas para afrontar la crisis, pero también tiene preguntas. Se necesita un mínimo de 150 dólares para comer.

-¿Cuál es el peor daño que le ha hecho el gobierno de Maduro, del «presidente obrero», a los obreros del país? Uno: Maduro acabó con el valor del trabajo. Hubo un momento en que el trabajo era suficiente para vivir. Maduro acabó con eso; ya el trabajo no es suficiente para vivir. Ya no te hace falta trabajar; la gente prefiere quedarse en su casa, porque si va a trabajar se le va el salario mínimo en el transporte. Dos: Maduro acabó con el poder adquisitivo del salario, lo destruyó, lo pulverizó. Hoy podemos decir que el salario no te sirve para comer ni un día siquiera. Tres: Maduro destruyó por todas las vías el respeto al trabajador. No le importa. No le importan los trabajadores. Si no tienes salario para comer, no es mi problema. Si en tu empleo no tienes derechos, no es mi problema. Si los hospitales no te dan el servicio de salud pública que te mereces, no es mi problema. Pero si además no tienes luz, no es mi problema. Si no tienes agua, no es mi problema. Veremos si te llega algo de la caja CLAP para que puedas medio resistir con bastante harina, un poco de azúcar, un poco de vinagre, un poco de aceite y, de vez en cuando, una salsa de tomate y un kilo de caraotas. Ni el valor del trabajo, ni el salario, ni los servicios esenciales: Tres cosas que ha destruido Maduro que le costó a la civilización dos mil años mantener.

-¿Es neoliberal? ¿Es estalinista?

-El gobierno de Maduro ha sostenido, de manera impecable, los fundamentos y las estructuras del sistema capitalista. La relación capital-trabajo es la misma, igual. La democratización de la propiedad para que pasara a manos de los trabajadores no existe: o está en manos de los grandes empresarios, hoy «enchufados», encubiertos como enemigos del gobierno algunos. Creo que hay mucha gente encubierta: gente que del lado político ha estado encubierta, que del lado económico ha estado encubierta. El gran desafío de todo el país es que con Maduro no hay manera de sostener la democracia, encontrar la comida, encontrar la luz o el agua, las relaciones internacionales, la libertad para seguir discutiendo, el contrato colectivo. No hay manera. Él tiene que salirse del juego. No puede estar allí. No voy a decir cómo, porque eso va a depender del país. Pero él tiene que salirse del juego para que podamos reencontrar un camino de diálogo real, de diálogo serio, de diálogo con resultados.

-¿Las elecciones parlamentarias son un camino para tratar de reconstruir las vías democráticas o no van a resolver nada?

-Hay una máxima sencilla pero absolutamente compleja, y es que la gente debe votar para elegir. Si no eliges a través de tu voto, no vale la pena el voto. Ojalá de aquí hasta allá, por el país, se hagan las reformas necesarias para que ese proceso sea limpio y transparente. Para que efectivamente haya garantías y para que el país vaya a votar. Esas garantías son determinantes para encontrar la libertad y la democracia que se han perdido en el país. Si esas garantías no llegan, entonces tú voto no elige. Tú votas y elige Maduro, y votar para que elija Maduro no sirve.

¿Qué tiene que hacer el sector sindical en este momento? Con cabeza fría, responde. «Discutir en este momento para que nos aumenten el salario 200% no tiene sentido. Estamos peleando por lo largo, por el mediano plazo».