Los Juegos Olímpicos constituyen el acontecimiento deportivo más importante del mundo. Durante el siglo XX, los logros femeninos fueron modestos y esporádicos, debido a que la participación profesional estaba restringida al mundo masculino. Sin embargo, este fenómeno fue cambiando a lo largo del tiempo. La educación física y la cultura del deporte ofrecieron más y mejores oportunidades a las mujeres.
Naturalmente, las atletas conocen las dificultades que es necesario superar para lograr ser parte de un evento de estas características. Por eso es tan grato ver cómo ha evolucionado el deporte femenino y de qué manera casi todas las casas de apuestas en España han puesto a las mujeres en el centro de la escena. En este artículo, haremos una revisión de las atletas femeninas que han marcado el rumbo a través de los años.
Mari Paz Corominas
En el año 1968, época de grandes cambios políticos y sociales, Mari Paz Corominas, con tan solo 16 años, fue la primera mujer en competir y quedar entre las diez mejores del mundo en una disciplina de los Juegos Olímpicos. Compitió en natación y logró el séptimo puesto.
En la década de 1960, el deporte profesional femenino no era en absoluto popular. En los Olímpicos de México 1968 el equipo que representó España estaba originalmente compuesto por dos mujeres, Corominas y Pilar Von Cartsen, otra nadadora. Sin embargo, Von Cartsen no pudo viajar por falta de presupuesto. En contraposición, en aquella misma edición, participaron 122 hombres españoles.
A pesar de conseguir todos los récords de España en modalidad libre y las dos distancias de estilos, la falta de apoyo de instituciones y de las autoridades, hicieron que la nadadora catalana abandonara el deporte profesional a los 18 años.
Carmen Valero
Valero fue la primera deportista de España en participar en los Juegos Olímpicos en la disciplina atletismo, en la edición de Montreal de 1976. Allí disputó las pruebas de los 800 y 1500 metros. Para competir debió soportar todo tipo de críticas, ya que muchos consideraban que el uso del pantalón y remera era masculino y varonil. Sin embargo, esto no impidió que continuara participando en diversos eventos deportivos. Fue campeona del mundo de campo a través en dos oportunidades y obtuvo numerosos palmareses nacionales e internacionales a lo largo de su trayectoria.
Miriam Blasco
Los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 marcaron un antes y un después en la historia del deporte femenino en España. Blasco logró vencer a la británica Nicola Fairbrother, y se convirtió en la primera mujer española en ganar una medalla olímpica. Aquel año, además, de las 22 medallas que ganó España, ocho fueron para mujeres. Desde entonces, las mujeres españolas han ganado un total de cuarenta y nueve medallas en los Juegos Olímpicos. En Londres 2012 obtuvieron once de las diecisiete totales, y en Río de Janeiro en 2016, nueve del total (el mismo número que la edición de Londres).
Carolina Marín
Como dato positivo, hemos visto que muchas cosas han cambiado en la generación de la década de 1990. Marín, por ejemplo, ha tenido una carrera brillante en sus cortos 28 años de vida. La jugadora de bádminton logró el primer puesto en el Campeonato Mundial, en tres oportunidades (Copenhague 2014, Yakarta 2015 y Nankín 2018). Asimismo, logró cinco medallas de oro en el Campeonato Europeo (Kazán 2014, La Roche-sur-Yon 2016, Kolding 2017, Huelva 2018 y Kiev 2021). En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 se llevó, nuevamente, la medalla de oro.
En homenaje a su rendimiento, obtuvo la Real Orden de Mérito Deportivo y el Premio Nacional del Deporte Reina Sofía, a la mejor deportista, en los años 2014 y 2016, respectivamente. En el año 2018, recibió la Medalla de Andalucía.
Lamentablemente, no pudo participar en la edición Tokio 2020 debido a una lesión en la rodilla, dos meses antes de que comenzara el evento.
El futuro del deporte femenino en los Juegos Olímpicos
El contexto del deporte femenino está en un proceso de cambio y exige acciones concretas. Durante el 2021, las autoridades de los Juegos Olímpicos hicieron énfasis en buscar la igualdad de género. Por eso, la participación femenina y masculina fue equitativa y con mínimas diferencias. Además, los cronogramas fueron diseñados con el objetivo de asegurar la misma visibilidad entre los eventos de categorías femeninas y masculinas. Por último, hubo más eventos mixtos con respecto a la edición anterior.
Ahora bien, la reflexión y el debate en los medios masivos de comunicación, en la publicidad y en las redes sociales, también han jugado un rol importante en la configuración de la opinión pública. Por estos motivos, cada vez más las agencias de marketing deciden invertir en campañas vinculadas al deporte femenino. En definitiva, si todas estas acciones continúan en pie, es probable que los eventos deportivos sean cada vez más respetuosos, inclusivos y populares.