El submarino Kursk se convirtió en una tumba en la Rusia de Putin: Su tragedia llega a las pantallas venezolanas

Texto: Contrapunto

Por la burocracia, por la decisión oficial de no decir la verdad murieron todos los tripulantes en agosto del año 2000.

Nadie creería que, en pleno siglo XXI, un submarino se convertiría en la tumba para 118 marinos rusos en el mar de Barents. El 12 de agosto del año 2000, durante un ejercicio naval, ocurrió una explosión interna en el Kursk, debido a la falla registrada en una de las soldaduras. Allí comenzó el calvario que recoge el film «Atrapados: una historia verdadera», estrenado en Venezuela el pasado 27 de septiembre.

El gobierno de Vladimir Putin, la burocracia de la Rusia postsoviética aseguraron que podrían hacerse cargo del incidente. Mientras tanto, los familiares de los marinos se enfrentaron a la falta de información o desinformación, y a todo el repertorio de prácticas habituales de ciertos gobiernos para ocultar la verdad.

La burocracia no solo no les dijo la verdad a las esposas y madres de los tripulantes, sino que no permitió que la cooperación internacional les salvara la vida. Esto lo retrata el largometraje dirigido por Thomas Vinterberg y protagonizado por Colin Firth, Matthias Schoenaerts y Léa Seydoux.

El escándalo del Kursk recorrió el mundo; entre otras razones, porque Putin siguió de vacaciones mientras los marineros agonizaban.

«Es irónico que los submarinos de rescate soviéticos que podían haber llegado al Kursk los hubiesen vendido las autoridades a empresas estadounidenses para que turistas ricos visitaran los restos del Titanic. Refleja el final de un imperio», aseguró el cineasta en una entrevista difundida por El País.

El periodista británico Robert Moore, publicó un libro, Kursk, en el cual muestra los resultados de su investigación sobre esta catástrofe, y es de ese texto que nació la película de Vinterberg, con la producción del estudio Europea-Corp del realizador francés Luc Besson.