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martes, 23 abril, 2024
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Qué pasa con el núcleo Sucre de la UDO (2) | Profesor Ney Luiggi: Este es el peor momento que hemos vivido en la universidad

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La casa de estudios sufrió primero los avatares de la falta de luz y de agua, y luego, los de las acciones vandálicas. El profesor Ney Luiggi, físico reconocido nacional e internacionalmente, recuerda que este era uno de los núcleos más productivos de la UDO, y hoy no queda nada en pie

Hurtos, desvalijamiento, incendios. El núcleo Sucre de la Universidad de Oriente (UDO) ha vivido su propio infierno, no desligado del infierno nacional de la emergencia humanitaria compleja. El profesor Ney Luiggi, físico y docente de la Escuela de Ciencias, comparte con contrapunto.com su visión sobre lo que ha sucedido en la casa de estudios. «Ha habido una cantidad de delitos, cometidos por gente de los barrios cercanos. Al final se hizo como un supermercado para que todo el mundo buscara lo que necesitara», estima en entrevista telefónica.

Luiggi explica que va un solo día a la semana al núcleo porque vive muy lejos: «No hay nada en pie. Todo está en el suelo». Este era uno de los núcleos más productivos» y hoy «nada se puede hacer», lamenta.

El edificio de la Escuela de Ciencias, la única del oriente del país en la que se forman científicos, lo destruyeron totalmente. «No quedó una puerta, un estante, un reactivo. Incluso, antes de la destrucción del Instituto Oceanográfico», describe Luiggi. Comenzaron con los aires, luego siguieron los pupitres y los microscopios y no hubo manera de pararlo. «Todas las petroaulas están en el suelo», afirma. Cerro Colorado «es tierra de nadie. Asistir allí es muy peligroso».

Mucho antes, rememora, comenzaron los problemas de agua, de luz. «No puede trabajar una universidad si no hay agua, si no hay luz. En mi laboratorio no tenía agua; sin agua ni luz en un laboratorio no puedes hacer nada».

Le preocupa que la universidad ha perdido su capacidad de generar conocimiento y de preparar a los estudiantes. Por si fuera poco, los salarios de los profesores, investigadores y todos los trabajadores son pírricos. «Una persona que trabaje cargando cajas en un almacén gana más que un profesor». Por un mes de trabajo un científico como Ney Luiggi -galardonado en el año 2000 por la Fundación de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales- percibe el equivalente a siete dólares. Tres dólares menos de lo que gana una manicurista y 13 dólares menos que un plomero por destapar un fregadero obstruido.

Es difícil determinar si detrás de los ataques contra el núcleo hay factores políticos, sectores interesados en callar la universidad o, incluso, dejarla sin sede. «Si le preguntas a gente de derecha, dirá que es el gobierno. Si es alguien de izquierda, dirá que la derecha. Así no se deben manejar los problemas. Hay una responsabilidad obvia que tienen las autoridades», incluyendo gobiernos regionales y municipales, expone.

Desde el momento en que la universidad no pudo controlar esas situaciones el gobierno debió actuar, opina Luiggi, quien piensa que detrás de todo está el hampa organizada. A su juicio no se debe politizar una situación que en realidad debe ser enmarcada en el desastre social del país.

No sin desazón evalúa que, en este momento, ese núcleo es irrecuperable, porque se necesita mucho dinero y mucha voluntad para levantarlo de nuevo. Esto, sin contar con la diatriba política. Ya no te juzgan por lo que haces, sino por si eres adeco, copeyano o pesuvista, y no debe ser así, reprocha.

Si el Estado y el gobierno no entienden que el conocimiento es importante, nunca va a salir, insiste. Los estados necesitan ser competitivos en el desarrollo de su ciencia y su tecnología, y eso implica que hay que invertir en las universidades.

No se puede dejar de lado, como lo recuerda Ney Luiggi, las condiciones en las que están los universitarios. «Tengo 40 años en la universidad. He vivido todas las etapas de crecimiento científico de la universidad». Las investigaciones que se hacen se hacen porque nos gusta, asevera. La mayoría de los físicos se han ido del país; se han reducido las investigaciones. Un parámetro para medir la calidad de la universidad son las publicaciones, y en este momento «estamos muy mal».

«Este es el peor momento de la universidad. Es el peor momento que hemos vivido en la universidad nacional; todas las universidades tienen problemas. Quizá nosotros somos los más golpeados. Si no hay reconocimiento al trabajo de los docentes es complicado. No es que los profesores no quieren, es que no pueden», puntualiza.

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