Giovanna De Michele y Luis Manuel Esculpi opinan que la revolución, en su momento, tuvo éxito. Ella la describe como un negocio al estilo de una franquicia y él como un modelo que estaba llamado a fracasar
La lectura que hace la internacionalista Giovanna De Michele sobre una lucha en contra del Ejecutivo del mandatario Nicolás Maduro es que hay que tener claras dos cosas:
- Que «no es simplemente un gobierno» sino «una revolución, un proyecto revolucionario» que se convirtió «con éxito» en un «producto de exportación»
- Que hay que saber es que «es un negocio al estilo de una franquicia, y Miraflores representa la casa matriz de esa franquicia».
De Michele plantea que, partiendo de estas dos premisas, «lo peor que podría pasar es que salga el gobierno de Maduro y que la revolución quede viva».
Al respecto, el dirigente político Luis Manuel Esculpi, explica en entrevista para Contrapunto, que lo ideal no es acabar con el derecho del Psuv de existir como partido político ni prohibirle participar en futuras elecciones sino acabar con las bases teóricas y políticas que sostienen a la revolución, creando una nueva cultura democrática.
Esculpi coincide con De Michele en que la revolución, en su momento, tuvo «éxito«.
Para el dirigente, esto ocurrió en sus primeros años, debido a «un fabuloso ingreso petrolero», pero que en la actualidad no es más que un proyecto fracasado, que se evidencia en la crisis que vive el país.
Una factor que incide en dicho fracaso, según Esculpi, es que «quienes se creen protagonistas de estas revoluciones imaginan que ellos llegaron para eternizarse en el poder y no conciben la alternabilidad», pensamiento que, desde su percepción, no solo le venden a la gente sino que también es «un pensamiento venido del marxismo» que los hace creer que no hay nada más allá de ellos.
Para Esculpi la revolución estaba llamada a fracasar, y sostiene su opinión en la historia de Rusia y en los países de Europa oriental con la Unión Soviética, además de China que, a pesar de seguir siendo un modelo totalitario, a su juicio, optó por un modelo más capitalista y el de Cuba, que lleva más de 60 años sin alternancia.