En cuatro días se han reportado oficialmente 33 casos de la COVID-19. En otros países se calcula que por cada caso conocido hay dos o tres sin conocer, pero esta cifra se puede multiplicar por factores como el hacinamiento
Pañuelos, mascarillas compradas en farmacias o ferreterías, bandanas, trapos, toallas húmedas. En las calles de la Caracas en cuarentena por el coronavirus vale todo lo que sea o parezca un tapabocas. El domingo 15 de marzo los tapabocas no eran el accesorio más utilizado en las calles de Caracas, pero finalmente lograron su sitial de honor el lunes 16 de marzo, cuando comenzó la cuarentena decretada oficialmente en seis estados y el Distrito Capital.
En una cola en Plaza Venezuela para subir a los Altos Mirandinos, cerca de las 8 de la mañana, 12 de 16 personas tenían puesta su mascarilla para protegerse del coronavirus. Claro, cada quien a la medida de su bolsillo. «Compré una en cuatro dólares», contó un transeúnte. El tapabocas es un requisito exigido por las autoridades militares para circular en medio de la cuarentena, aun cuando la Organización Mundial de la Salud y los especialistas venezolanos recomiendan un uso más racional.
Hace una semana lo que se hablaba oficialmente en Venezuela, sobre el coronavirus, se limitaba a las declaraciones del ministro de Salud, Carlos Alvarado, o a las alocuciones de la vicepresidenta Delcy Rodríguez. El martes 10 de marzo, la atención estaba centrada, por ejemplo, en la marcha opositora convocada hasta el centro de Caracas y en cómo fue reprimida por la Policía Nacional Bolivariana a la altura de Chacaíto. Dos días después, el retrato era otro. Los periodistas que debían cubrir la rueda de prensa del mandatario Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores, se encontraron con medidas estrictas en materia de salud, como el uso de escáneres para detectar fiebre. Ese jueves no se habló de casos, pero sí, de posibilidades. A las pocas horas, el viernes 13 de marzo, se anunciaron oficialmente los primeros dos enfermos.
De ahí en adelante, la pandemia se adueñó del discurso oficial y cada día se ofrece un parte con el avance de la enfermedad. El país pasó de dos casos el viernes a ocho casos el sábado, siete el domingo y 16 el lunes, para un total de 33. Detener esta progresión dependerá, en buena medida, de que la gente entienda que no debe salir de su casa; al menos, es lo que opinan algunos médicos.
En otras naciones se calcula que, por cada paciente conocido, hay por lo menos otros dos o tres. Estos números pueden ser mayores en un país como Venezuela, debido a las condiciones en las que se encuentra la población. María Graciela López, presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología, estima que puede haber hasta 10 casos por cada enfermo confirmado, por factores como el hacinamiento. Según Maduro, por cada caso conocido habría al menos 27 sin conocer.
Como especialista integrante de la comisión de alto nivel, nombrada por el diputado Juan Guaidó, el infectólogo Julio Castro, explicó este lunes que están corriendo modelos matemáticos para definir los escenarios que deberá afrontar el país.
Por lo pronto, Maduro puso todo el país bajo cuarentena a partir de las 5 de la mañana de este martes 17 de marzo. Funcionarios de la PNB, se dedicaron a perifonear ya de noche, en zonas como la avenida Casanova, las instrucciones para la población.
Pero -por más acción militar o policial que se implemente- resulta poco menos que difícil luchar contra un virus cuyo principal enemigo conocido es el agua en un país en el cual este servicio falla. Empezó a rodar por redes sociales la idea de que el calor caribeño lo acabará, pero nada de eso se ha demostrado, aclara López.
Del coronavirus es más lo que no se sabe, que lo que se sabe.