Qué pasa con el núcleo Sucre de la UDO (1) | Profesor Ángel Fariña: «La universidad la acabaron»

Texto: Vanessa Davies. Fotos: cortesía Ángel Fariña

Incendios, destrucción de aulas y bibliotecas, desmantelamiento de laboratorios y hurtos son solo algunos de los ataques recientes. «Es un hecho real ineludible que las personas que han tenido la responsabilidad de proteger los bienes de la institución, que son bienes nacionales y pertenecen a todos los venezolanos, no lo han hecho», señala el investigador del departamento de biología. Éxodo de profesores, falta de recursos e indolencia completan el cuadro actual de «la casa más alta del oriente venezolano»

Si se tratara de escribir un reporte de sucesos sobre el núcleo Sucre de la Universidad de Oriente (UDO) sobraría el material. Ha ocurrido de todo: quema de libros, desmantelamiento de aulas, incendios, hurto de equipos, destrucción de planta física. Antes de la cuarentena ya era víctima de ataques, y durante la cuarentena quedó aún más vulnerable.

La «casa más alta» del oriente del país, fundada en 1958, tiene cinco núcleos. El de Sucre, levantado en Cumaná, esperanza para pescadores y campesinos, ha sido uno de los más golpeados por la actuación criminal y por la omisión oficial. En el recuento de actos hostiles hay que incluir la quema del edificio sede de la Escuela de Ciencias, el auditorio, el Instituto Oceanográfico y la biblioteca central.

El profesor Ángel Fariña, docente e investigador del Departamento de Biología de la Escuela de Ciencias del núcleo Sucre de la UDO, explica que las agresiones contra la institución han ocurrido desde hace tiempo, pero advierte que se agravaron a partir de 2017. «Arrancando 2018, sobre todo los profesores de la Escuela de Ciencias y nosotros, los profesores del Departamento de Biología, comenzamos a emprender acciones de protesta y a solicitar ayuda». No hubo respuesta y los eventos continuaron. No se atreve a señalar a los culpables. «Es la pregunta que todos nos hacemos: ¿Quiénes son?». Presume que es hampa. ¿Podría haber otros motivos?

«Ha habido algunas detenciones» e, incluso, «un enfrentamiento con un fallecido y algunos heridos», al igual que decomiso de materiales robados. «Pero siguen ocurriendo los hechos» y «no sabemos a ciencia cierta quiénes están detrás de todo esto».

No afirma ni niega que haya intereses políticos detrás de las acciones contra la universidad. «Pudiera haber, desde el seno de instituciones gubernamentales, individualidades o grupos que pudieran querer echar mano de los espacios de la institución. Pudiera ser», explica. «Pudiera ser que algunos sectores de la derecha tradicional que ha dominado el rectorado, y que se ha enfrentado a un núcleo de Sucre como bastión de los sectores progresistas desde hace muchos años, estén interesados en el fracaso del núcleo».

No descarta que «sectores aledaños a la institución estuviesen interesados en invadir estos espacios», expone. «Buena parte de los terrenos de la universidad se han perdido por invasión. Los barrios aledaños a la universidad han sido construidos en terrenos de la universidad. En todo el frente de la institución hay un edificio invadido por sectores populares. Pudiera haber gente interesada en invadir los espacios de la universidad para vivir y hacer uso de ellos».

Todos son especulaciones, pero para Fariña «es un hecho real ineludible que las personas que han tenido la responsabilidad de proteger los bienes de la institución, que son bienes nacionales y pertenecen a todos los venezolanos, no lo han hecho». Aclara que se refiere «a las autoridades universitarias, canales rectorales, autoridades gubernamentales (alcaldes, gobernadores, ministros e incluso el presidente de la República) y los directores de los cuerpos de seguridad. Todos han tenido la obligación de proteger la casa de estudios y, afirma, no lo han hecho.

«Casi todos los fines de semana hay un robo. Cuando viene un periodo vacacional largo, vacaciones de agosto y diciembre, eso es terrible», relata.

Los daños pasaron a mayores con el correr del tiempo.

En 2017 «comenzaron a robar breakers, cables, tuberías, reguladores de gas, y eso llevó a que los laboratorios dejaran de funcionar, porque esos servicios la universidad no tenía cómo reponerlos». También robaron carros y baterías de vehículos, asaltaron a profesores y estudiantes. Posteriormente «comenzaron los robos masivos en los laboratorios», describe: «Desarmaban microscopios, rompían equipos, se robaron compresores de aires acondicionados, motores de las neveras».

Fariña piensa que, «en la medida en que el hampo vio que tenía puertas abiertas, que no había consecuencias, la cosa llegó al estado en que está actualmente: no hay un solo laboratorio en pie en el núcleo, salvo en un instituto que está en el Decanato pero que no tienen luz». Los laboratorios de la escuela de ciencias «los acabaron», lamentó.

«El laboratorio mío fue destrozado. No tengo oficina. No tengo a dónde ir. No puedo ir a la universidad porque me tengo que sentar en un banco, abajo, expuesto al hampa», subraya. «Los salones de clase fueron destrozados todos. Rompieron los vidrios. Se llevaron los marcos de las ventanas, los pasamanos de las escaleras. Eso está devastado por completo. La universidad la acabaron. Donde me formé, lo que representó esa universidad para el país, se acabó, se destruyó por completo» por «la incapacidad y la negligencia de las personas a quienes les correspondió protegerla». Fariña asevera que, incluso, no hay dónde dictar clases.

Los reiterados incendios podrían deberse a que los delincuentes usaron mechuzos para iluminarse, los dejaron allí y se extendieron las llamas accidentalmente o de manera provocada. «El hecho es que nos quemaron varios espacios importantísimos, nos destrozaron todo y no tenemos nada dónde trabajar. Tenemos toda la voluntad del mundo» pero no hay cómo seguir.

Contrapunto buscó la opinión de la decana del núcleo Sucre de la UDO, profesora Noris Jordán. Incluso, enviamos preguntas por WhatsApp con el compromiso de que serían atendidas, y se pospuso la publicación de esta entrevista para ofrecer también los comentarios de la profesora, pero después de una interacción inicial no hubo respuesta. Ni siquiera para decir que no.

Los problemas del núcleo no terminan con los ataques. Profesores se han sumado al éxodo y hoy brillan en el exterior. Buena parte de las líneas de investigación de la institución se han parado. Por ejemplo, la que lidera el mismo Fariña sobre saberes ancestrales de los pescadores artesanales (etnoictiología), porque debido a la escasez de gasolina no hay cómo visitar las comunidades; otra investigación, con larvas de peces, está detenida porque el microscopio especial para análisis de muestras «lo destrozaron» y también desmantelaron el laboratorio. Sus cuatro líneas de trabajo están paralizadas.

«Esta ha sido la universidad de los pobres y me siento orgullosísimo de trabajar en la universidad de los pobres», enfatiza Fariña. «Esta universidad sacó adelante a familias del oriente venezolano, formando a sus hijos». Aparte «el núcleo Sucre es el más productivo en términos de investigaciones científicas de la UDO, de los cinco núcleos; y de todos los departamentos de la universidad, el departamento de biología es el más productivo» en docencia e investigación.

Defiende con vehemencia el rescate del núcleo. «El personal valiosísimo que tiene la institución no se puede perder. Las líneas de investigación que tiene la institución son fundamentales» en áreas como ciencias marinas, física teórica, sismología, biomedicina. «Por dios, ¿cómo se va a dejar perder todo eso?».

Pasa a las propuestas. «Lo esencial, antes de estar reparando nada, es garantizar la seguridad», confirma Fariña. Puntualiza que la autonomía universitaria no es excusa para dejar la casa de estudios a la deriva, y pide apoyo de cuerpos de seguridad para la seguridad externa, y mejores condiciones de trabajo para la seguridad interna. «Los vigilantes no tienen ni cómo ir a la institución».

El profesor plantea que entre todos los sectores, «las fuerzas vivas» de la región, se elabore y ejecute un plan de recuperación, con un aporte real del ejecutivo. Sugiere acondicionar espacios mínimos, laboratorios y aulas para comenzar. «Nos hemos resistido a parar», enfatiza, dispuesto también a hacer lo que sea -como pez en el agua- y volver a trabajar por sus estudiantes, por la UDO y por el país.