Ese «protocolo de despedida» consiste en velorios de dos horas, restricciones para el ingreso a las capillas y uso de tapabocas y desinfectantes. La Cámara Nacional de Empresas Funerarias y Afines propone aumentarlo a cuatro o cinco horas
Murió sorpresivamente y, aunque no fue por COVID-19, las regulaciones impuestas por la pandemia obligaron a velarlo rápido y a enterrarlo corriendo. El velorio se hizo en una funeraria de Caracas, y solo se permitían dos horas de llanto y compañía: de 2:00 a 4:00 de la tarde. En la parte externa de la capilla había dos hileras de sillas, ligeramente separadas. «Había que esperar a que se pudiera entrar a ver la urna. Se ingresaba de cinco en cinco, se podía saludar y retirarse», relata uno de los asistentes. Dentro de la capilla solo estaban los familiares cercanos.
Los trabajadores de la funeraria llevaban guantes y tapabocas, y se encargaron de rociar desinfectante en las manos de los visitantes. «Nos ofrecieron agua y café, pero para tomarlo fuera, y estaban muy atentos a que todos circuláramos rápido».
La urna llegó cinco minutos antes de la hora del comienzo del velorio. La introdujeron sus compañeros del equipo deportivo de la empresa en la que trabajaba. De allí salió dos horas después hacia el Cementerio del Este.
La Cámara Nacional de Empresas Funerarias y Afines ha implementado un «protocolo de despedida» para caminar en el delicado equilibrio entre la exigencia de los deudos y la epidemia de COVID-19.
Ese «protocolo de despedida» incluye dos horas de velación, un máximo de 10 personas por sala, una oración o rezo con la presencia de quien lo oficie según la fe religiosa, detalla Joel Urribarri, director de la cámara. Pero, eso sí, con todas las medidas: metro y medio de distancia, tapabocas y guantes, alcohol para las manos.
Hay otros casos en los que ni eso se garantiza. A un abuelo que falleció esta semana en su residencia lo buscaron del Cementerio del Este, lo colocaron en una urna y solo dejaron 20 minutos para el duelo antes de pasarlo a la cremación. Un familiar lo resume así: «Eso fue muy triste».
El sector funerario considera que estas restricciones se pueden flexibilizar, y que en los estados con menos casos se pueden garantizar cuatro o cinco horas de velorio. Hasta la fecha, las medidas tomadas parecen haber dado resultados, porque no hay ningún trabajador infectado, asegura Urribarri.
El «protocolo de despedida» queda sin efecto si la persona falleció por el coronavirus SARS-CoV-2. En esos casos el cuerpo va directo a la cremación, y si no hay crematorio, a la inhumación, como lo establecen las normas del Ministerio de Salud, detalla. No hay permiso para el traslado de cadáveres entre un estado y otro.
No han escaseado las urnas, pero sí, la gasolina, advierte. Por eso están solicitando medidas especiales que garanticen el suministro.