«Todos tenemos enfermedades espirituales pero que solos no podemos curarlas. Todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos», sostuvo
El Papa Francisco celebró este 17 de febrero la misa del Miércoles de Ceniza, que inicia el periodo de cuaresma para los católicos, en la basílica de San Pedro, en lugar de la celebración y tradicional procesión en la colina del Aventino, debido a la pandemia, y no realizó la cruz en la frente sino que colocó la ceniza en la cabeza de los feligreses.
Durante su homilía el Papa invitó a los fieles a que este tiempo de cuaresma, que precede a la Semana Santa, sirva para «verificar las sendas que estamos recorriendo, para volver a encontrar el camino de regreso a casa para redescubrir el vínculo fundamental con Dios».
«¿Cuántas veces, ocupados o indiferentes, le hemos dicho: Señor, volveré a Ti después? Hoy no puedo, pero mañana empezaré a rezar y a hacer algo por los demás. Ahora Dios llama a nuestro corazón. En la vida tendremos siempre cosas que hacer y excusas para dar, pero ahora es tiempo de regresar a Dios», sostuvo Francisco.
Destacó que «la cuaresma no es una recolección de pequeños sacrificios, si no es discernir hacia dónde está orientado el corazón. Preguntémonos: ¿Hacia dónde me lleva el navegador de mi vida, hacia Dios o hacia mi yo?».
«Hoy bajamos la cabeza para recibir las cenizas. Cuando acabe la cuaresma nos inclinaremos aún más para lavar los pies de los hermanos», dijo.