El pasado domingo un avión de Ryanair, que cubría la ruta Atenas-Vilna, efectuó el un aterrizaje forzoso en Minsk por un supuesto aviso de bomba y fue detenido el periodista Román Protasevich, activista político en contra del régimen de Lukashenko
Desde los hechos ocurridos el pasado 23 de mayo en el aeropuerto de Minsk, diversas organizaciones europeas han declarado que establecerán sanciones contra el gobierno de Bielorrusia. Ante esto, el mandatario de dicho país acusó a Occidente de librar una guerra «gélida» contra su nación.
«Estamos en la primera línea de una nueva guerra, ya no fría, sino gélida «, dijo Lukashenko en una intervención ante ambas cámaras del Parlamento y otras autoridades, citado por la agencia oficial bielorrusa BELTA.
Según el presidente electo en las cuestionadas elecciones de agosto de 2020, la guerra tiene como objetivo «demonizar» al país.
Sobre posibles ataques o provocaciones, Lukashenko advirtió que «somos un pequeño país, pero responderemos adecuadamente. (…) Antes de hacer movimientos no pensados han de recordar que Bielorrusia es el centro de Europa, y si aquí estalla algo, será una nueva guerra mundial».
Además, aseguró que «compensaremos las sanciones con acciones activas en otros mercados. Sustituiremos a la Europa que envejece inexorablemente con el Asia que crece impetuosa. Nuestra sociedad está dispuesta a convertirse en la nueva Eurasia, en su puesto de avanzada».
En este sentido, Bielorrusia apuntó que ya se ha preparado un paquete de medidas de protección para las empresas y ciudadanos, que consisten en un posible embargo a importaciones de bienes procedentes de Occidente y restricciones a su tránsito.
Asimismo, Lukashenko previno al continente diciendo que su país puede debilitar el control sobre el tráfico de drogas y la migración ilegal y dejar que el resto de la región se encargue totalmente del problema.
Para el mandatario bielorruso, el incidente del aterrizaje forzoso del avión de Ryanair se ajustó a los marcos legales. «Actué conforme a la ley al defender a las personas de acuerdo con todas la normas internacionales», aseguró.
Igualmente negó las afirmaciones de que la aeronave de pasajeros fue obligada a aterrizar por un caza MiG-29, avión de combate bielorruso.
Sobre el rol del caza, Lukashenko recalcó que su misión era garantizar las comunicaciones con el avión de pasajeros y guiarlo hasta el aeropuerto de Minsk en caso de una situación crítica.
Su gobierno ha mantenido la versión del aviso de bomba que llegó por correo electrónico a las autoridades portuarias, supuestamente de parte del movimiento palestino Hamás.
Según esto, una vez recibida la amenaza se estableció comunicación con los pilotos del avión mientras sobrevolaba el espacio aéreo bielorruso. Tal como indican, fueron ellos los que tomaron la decisión sobre el aterrizaje tras conversar con su compañía y el aeropuerto de Lituania, su punto de destino.
Una vez en tierra, todos los pasajeros que viajaban desde Grecia fueron sometidos a un control policial que terminó con la detención de el periodista opositor Román Protasevich y su pareja, la ciudadana rusa Sofía Sapega, por supuestas motivaciones políticas del régimen.
Sobre el comunicador, Lukashenko acusó al exdirector de un canal de Telegram que fue clave en las protestas antigubernamentales, de trabajar para servicios de inteligencia extranjeros, de tener experiencia como mercenario en el este de Ucrania y de haber «planeado una masacre y un golpe sangriento» en Bielorrusia.
Estas serían las premisas que promovieron la operación policial para capturar al disidente incluido en una lista de personas implicadas en actividades terroristas por el KGB bielorruso. La comunidad internacional ha exigido tanto su liberación inmediata como la de su pareja.