Mercedes Malavé: Hay que retomar la negociación en Barbados cuanto antes

Texto: José Gregorio Yépez y Vanessa Davies. Fotos: Rafael Briceño.

«A Guaidó no lo dejará de apoyar la comunidad internacional y Maduro no va a dejar de tener el control institucional», asegura la presidenta de Copei. La solución a la crisis venezolana es realizar elecciones presidenciales, subraya: «Tenemos que ver la elección presidencial como lo más deseable, pero hay que planteársela como los eslabones de una cadena»

Una inesperada cola la retrasa en la hora de encuentro. Llega a Contrapunto y se disculpa. Mercedes Malavé, joven presidenta del partido Copei se sienta a conversar sobre la realidad del partido y la coyuntura política que vive el país.

-A Copei lo dejaron fuera de barbados y ahora fuera de la mesa nacional de diálogo. ¿Quedaron como la guayabera?

-Nosotros nos hemos ido orientando hacia un sentido de autonomía, por distintas cosas que nos han pasado en el camino. En 2014 una sentencia judicial suspendió a la directiva de Copei y la MUD nos sacó de la plancha de las elecciones parlamentarias. Veníamos de perder las primarias de los diputados, pero luego de la sentencia que removía  a Roberto Hernríquez, nos quitaron 27 escaños que eran por consenso y se repartieron entre los partidos más importantes de la MUD, hoy el G4.

Por eso, prosigue, «nos dimos cuenta de que teníamos que crecer con músculo propio, y crecer con mensaje y replantearnos la oferta ideológica». Recuerda que apoyaron el revocatorio, a los candidatos opositores para las elecciones de gobernadores y los aspirantes para los comicios de alcaldes. «La descomposición del capital electoral nos preocupó mucho», argumenta. «La estrategia de calle sin retorno y exigir salidas al margen de fortalecer el músculo electoral nos preocupaba mucho».

En su recuento, Malavé rememora el respaldo a Henri Falcón para las elecciones presidenciales «porque es el único que se postuló, no porque fuera nuestro candidato, y fuimos contra la abstención con una campaña de descrédito muy parecida a la que vemos ahora respecto a Copei».

Su gran conclusión es que «estamos resteados con la vía electoral. Creo que eso es un trabajo que tiene que ver con la recomposición institucional de este partido, que tiene dos objetivos: fortalecer la institución apegándonos al discurso de los fundadores» y «no salirnos de la vía electoral».

La prioridad que se trazó es «la unificación de Copei» que «debe hacerse de abajo hacia arriba» y que hasta ahora «se ha hecho bien». «La reunificación de Copei pasa porque entendamos que existe un solo partido a nivel regional. No hay dos o tres Copei en las regiones».

-¿Qué piensa Copei de la ruta de Guaidó?

-Hemos dicho que no compartimos el esquema de sanciones, bloqueos que Estados Unidos ha aplicado en Venezuela y otras partes del mundo y no ha dado resultados; el esquema de sanciones en países con 40 y hasta 70 años con los mismos dictadores en el poder. Eso lo hemos criticado en público y en privado. También hemos criticado la alternativa con la que a veces coquetea el mantra de un quiebre militar o una división de la Fuerza Armada, o una coalición internacional que venga a salvarnos. Las experiencias de golpes militares y de coaliciones e invasiones extranjeras para resolver un problema político tampoco han dado buenos resultados en el mundo. Siempre hemos puesto como ejemplo el Grupo de Contadora, que fue un grupo de cancilleres latinoamericanos que trataron de mediar en el conflicto armado en Centroamérica, y lo primero que hicieron fue pedirle a Estados Unidos un paso atrás. Dejen que los centroamericanos resuelvan su conflicto porque cada vez que ustedes intervienen exacerban los ánimos.

-¿Necesitamos otro Contadora?

-Creo que sí.

-¿Quiénes lo integrarían?

-Me hago la misma pregunta. Por un lado la necesidad de un Contadora y por otro una región muy enrededada en temas políticos. El tema Bolsonaro, el tema Colombia y las maniobras de Uribe. Ahora Argentina con un conflicto terrible y con posibilidades de volver a un populismo devastador. Nicaragua y Bolivia muy parcializados.

-¿No hay ambiente para crearlo?

-La política internacional es muy cambiante y tarde o temprano va a salir una mediación más respetuosa, más identificada con nuestros valores, luchas sociales y tradiciones. Los mediadores deben entender las dinámicas de nuestra región. Los problemas de desigualdad, el marxismo, la teología de la liberación, los movimientos subversivos son tradiciones presentes en todos los países y ayudan a entender la dinámica que enfrenta Venezuela.

-¿Barbados murió?

-Nadie puede decir que una negociación ha muerto. Decir eso forma parte de la lógica inmediatista, de la salida ya. Tenemos en nuestro sistema de pensamiento esa lógica del ya. Las negociaciones no son ya. Pongo el ejemplo de Guatemala que, a instancias de los noruegos, entró en negociaciones que duraron 9 años y hubo un receso de un año. No es verdad que el Gobierno se pueda parar mucho de la negociación, y tampoco la oposición. Me identifico con la idea del empate catastrófico: dos polos que no se pueden destruir mutuamente y mutan hacia cosas más agresivas y más dañinas para el país.

-¿En qué incide el tiempo?

-El tiempo no favorece ni afecta a las partes, porque tienen sus enquistes muy sólidos. A Guaidó no lo dejará de apoyar la comunidad internacional y Maduro no va a dejar de tener el control institucional. El tiempo no les afecta; lo que pasa es que proliferan  grupos irregulares en el control de ciertas áreas del territorio. La FARC está en Mapire, en el estado Monagas. Vas a Paraguaná y hay un tal Chichí Smith, un guerrillero que tiene el pueblo arregladito y le dice al alcalde «tú eres un cero a la izquierda».

-Entonces… ¿Barbados no murió?

-No creo. Me parece inadecuado que una negociación en un proceso tan vivo como el venezolano podamos decir «se acabó».

-Stalin González dijo «esto se agotó» y el Gobierno se fue hace cinco semanas. ¿Usted pediría retomar Barbados?

-Creo que hay que retomar Barbados; replantearse el método, las exigencias de lado y lado y retomarlo cuanto antes. Ojalá que no tenga que pasar un año o cinco meses. El problema del mantra que nosotros hemos criticado -no a Guaidó, que creo que es un líder que se ha ganado el cariño, el respeto y la confianza de los venezolanos- es que pone plazos muy cortos. En enero decíamos «esto en marzo se acaba». Y en marzo dijimos «hay que esperar un poco más». Ya en agosto se empezó a hablar de una reelección de Guaidó en enero; es decir, que no hay perspectivas de que cese la usurpación ni este año ni el próximo. Es contradictorio.

-¿De qué depende?

-Me identifico con lo dicho por Edgar Zambrano: que hay que retomar la voluntad política, apertura a todos los sectores, evitar los radicalismos in extremis. Creo que es un problema de madurez política de las partes, entender que en esta dinámica destructiva podemos pasar 10, 20, 30 años, y nadie quiere eso para el país. Algunos pueden hablar de conversión. Nadie entiende cómo dictadores tan duros como Pinochet o Jaruzelski de repente entienden que el futuro del país depende de una negociación.

-¿Qué le diría a Maduro si pudiera?

-Mis planteamientos, en vez de dirigirlos a Maduro, se los dirijo al partido de Gobierno, al PSUV. Les diría que acepten el desafío, la ruta corajuda de entender dos valores democráticos fundamentales, que son la alternabilidad y el pluralismo. El juego democrático requiere de estas dos condiciones. No es la primera vez que un partido con exigencias ideológicas tan fuertes como las que tiene el chavismo debe pasar por ese autoexamen e incorporar esos términos. Eso ha pasado con partidos comunistas en Venezuela y el mundo. No entiendo por qué no pueden pasar por ello, porque son un movimiento de raigambre venezolana, con un líder que logró cosas importantes.

-¿La solución son las elecciones presidenciales?

-Sí. La solución son las presidenciales. Nosotros no vamos a construir ese escenario sino por vía electoral. No hay atajo para llegar a una elección presidencial, al menos desde mi punto de vista. Atajo me refiero a quiebres, calle sin retorno, guarimbas, todo lo que pueda entrar en la categoría de la vía subversiva. Tenemos que ver la elección presidencial como lo más deseable, pero hay que planteársela como los eslabones de una cadena.

-¿Cuál es la ruta?

-La primera es el compromiso con la vía electoral, una reunificación de la oposición alrededor de la vía electoral. No es verdad que este CNE no va a reconocer 8 millones de votos. No tiene manera. La fuerza electoral reside en el pueblo y lo vimos en Turquía, en Moscú; lo vemos en Argentina. Después está el tema de las elecciones parlamentarias, que constitucionalmente corresponde hacerlas el año que viene. A esas hay que concurrir exigiendo condiciones, pero digo que la exigencia de condiciones no puede condicionar la participación. Si condicionas la participación a la condiciones esas condiciones nunca te las darán. Ese así de sencillo, porque quien está en el poder no quiere correr el riesgo de dejarlo.

-¿Cómo se pone de acuerdo la oposición?

-Este es un consejo también para el PSUV. Hay que separarse de los extremos y dar pasos hacia el centro democrático. ¿Qué es la política y la democracia? Un sistema democrático es fuerte cuando los partidos del centro son fuertes, centro derecha o centro izquierda. Cuando los extremos son fuertes los países se destruyen. Cuando se imponen os fundamentalismos el país sufre calamidades.

-¿Qué implica esto pensando en las parlamentarias?

-Montarse en esa dinámica de escoger candidatos, promover liderazgos regionales, volver a la recomposición de los padrones electorales. Tener una estrategia más clara y coherente alrededor de una elección, ofreciéndole a la gente la verdad. Es decir que queremos una elección presidencial, y que estamos convencidos de que este país no va a salir del hueco en que está metido si no hay una elección presidencial, pero para llegar a eso hay que establecer unos pasos que no son el mantra de Guaidó. Esto tiene que ver con defender los votos, estar presentes, recuperar el capital electoral y exigir condiciones. No demerito la idea exigir condiciones, pero creo que podemos suplir cualquier cualquier condición con la convicción de ir a votar.

-¿Qué piensa de la iniciativa de Casa Amarilla?

-Nosotros no fuimos porque estamos en un proceso de reinstitucionalización muy fuerte. Acaba de salir una sentencia judicial el 27 de agosto y eso nos trajo una campaña de desprestigio: que teníamos tufo al gobierno, que ningún partido salía beneficiado por el TSJ. Ir a la Casa Amarilla en este coyuntura era imposible. No contribuía a la unificación de Copei.

-¿Los invitaron?

-Sí. Y claramente dijimos que no. Las presiones continúan. ¿Cómo vamos a ir si estamos en un proceso de reinstitucionalización?

-¿No fueron por imagen del partido o por el contenido?

-Todo está unido. Tenemos que fortalecer nuestra imagen de partido opositor como alternativa al partido de gobierno. No podemos meter un elemento perturbador, como es esa mesa de diálogo que para muchos es una estrategia del gobierno para salirse de Oslo. El Gobierno no podía salirse de Oslo por culpa nuestra. Ahora, los anuncios que hizo el Gobierno en presencia del cuerpo diplomático a nosotros nos parecen buenos. Liberar los presos políticos, mesas de diálogo para el tema económico, social y político. Estamos a la expectativa. No veo que se hayan cumplido todavía.

-Ya salió Edgar Zambrano.

-Pero hay cientos de presos políticos civiles y militares. ¿Por qué no liberaron a Requesens? Porque su caso es absolutamente violatorio de sus derechos.

Malavé admite que están «a la expectativa» porque «las posibilidades de que eso sea un show son muy altas».

«Si el Gobierno da los pasos que iba a dar, porque la estrategia de la Casa Amarilla depende fundamentalmente del Gobierno, las cosas irán confluyendo. De lo contrario estos partidos se saldrán del acuerdo y dirán que el Gobierno no cumplió», agrega. No obstante, asevera que «no hay manera de que Casa Amarilla y Oslo se mantengan paralelos por mucho tiempo».

-Con la amplísima experiencia de negociación de Copei en conflictos, ¿qué piensa que puede hacer Copei para buscar salidas que satisfagan a todos?

-No podemos tener complejos de coincidir con nadie, como que tenemos que tener una ADN especial porque si no eres chavista u opositor. Tenemos que actuar sin complejos de coincidencia. Coincidir en las cosas que son buenas para el país, en la necesidad de tener una AN plural que unánimemente se declare en contra del bloqueo, las sanciones, el atropello a la soberanía nacional. No es posible que en la Casa Blanca se hable de quién puede ser candidato y quién no.

-¿Eso implica reconocer a Maduro como presidente?

-No es un tema de reconocimiento. Es un tema de quien ejerce las funciones del Ejecutivo, legítima o ilegítimamente. La legitimidad de Maduro siempre ha estado cuestionada, desde el mismo momento de las elecciones con Capriles. Hay opositores que nunca han reconocido a Maduro y su liderazgo en el PSUV. Él ha sido exactamente lo contrario de lo que se esperaría de una persona que quiere dar un viraje hacia la democracia. Él mismo se ha encargado de deslegitimarse. Pero ejerce las funciones del Ejecutivo y es quien controla las funciones del Estado, de la Fuerza Armada y de los organismos que le pueden llevar a la población salud, alimentación, vivienda, seguridad, educación, aunque no se las dé.

-¿Qué haría con los militares?

-No meterlos. Por respeto a la institución armada lo mejor es no involucrarlos y exigirles que vivan apegados a la Constitución y resguarden el territorio. Me parece irresponsable llamar a los militares a dar golpes, a desconocer a sus autoridades inmediatas.

-Pero son un actor en este momento.

-La FAN reconoció el triunfo de las dos terceras partes de la oposición en el 2015. Le digo a la gente que recuerde ese momento cuando dijeron que respetarían los resultados tal y como los había expresado el pueblo de Venezuela. Minutos después estaba Tibisay Lucena diciendo que habíamos ganado las dos terceras parte de la Asamblea Nacional. El comportamiento de la Fuerza Armada tiene que ser institucional y apegado a su naturaleza, que es preservar el orden y la seguridad del Estado y velar porque se cumpla con la Constitución. Cualquier conversación política tiene que ser entre civiles.

-Pero están allí y juegan en ese tablero.

-El chavismo como ideología trasciende temas de Gobierno coyunturales políticos. Piensa que el chavismo es una cosa que tiene un componente en el colectivo y en la Fuerza Armada, como tiene el peronismo, el sandinismo. Son fenómenos que trascienden hechos políticos concretos. Eso no quiere decir que en Nicaragua no haya habido alternabilidad; ahora está en duda, pero de hecho la hubo. Ortega le entregó el poder a la Chamorro. Son cosas que trasciende los hechos políticos coyunturales y nadie dice que vayan a ser determinantes en un futuro. Lo determinante es lo político, la capacidad de ponernos de acuerdo y de llegar a consensos. Se puede decir como en Chile que se puede ir a un proceso de transición con una Fuerza Armada altamente ideologizada. Eso ya ha pasado y es propio de las transiciones. Pasó en Polonia. ¿Qué hacer con ellas? Aceptar que es así.