Guillermo Tell Aveledo: “Si no hay alguien que desde adentro abra la puerta no habrá una transición” en Venezuela

Texto: Vanessa Davies

“Bien se ha dicho: Es que fulano es el Mandela venezolano. Yo quiero saber quién es el De Klerk venezolano. Ese es el que me interesa ahorita. Claro, es quien abre la puerta”, subraya el politólogo y profesor universitario. “Si tuviera que estar en una dinámica políticamente activa el PSUV se vería en problemas muy serios”, señala, y advierte que la saña del poder será mayor contra los partidos que fueron aliados y hoy critican al oficialismo

El tema: partidos políticos en el sistema autoritario en Venezuela. Guillermo Tell Aveledo lo maneja al derecho y al revés. La conversación con el politólogo y profesor universitario transcurre -por zoom- entre el diagnóstico del presente, la reflexión sobre el pasado, la anticipación del futuro. Aveledo aterriza en una posible transición en el país, y llega a uno de los ejemplos clásicos: La Sudáfrica que parió a Nelson Mandela, pero también, a Frederik de Klerk, el hombre que abrió la cerradura para un cambio.

“No hay transición si no hay un (Manuel) Fraga, no hay transición si no hay un Adolfo Suárez, no hay transición si no hay un De Klerk. Bien se ha dicho: Es que fulano es el Mandela venezolano. Yo quiero saber quién es el De Klerk venezolano. Ese es el que me interesa ahorita. Claro, es quien abre la puerta”, explica Tell Aveledo en entrevista con contrapunto.com.

-¿Quién es el De Klerk?

-No sé. Nadie sabía que De Klerk era De Klerk hasta que fue, porque era parte del sector conservador de su partido; no era ni siquiera de los moderados de su partido. Él era del conservador. Eso sorprende. Sería alguien que nosotros consideramos radical dentro del statu quo, porque solo un radical tiene la autoridad para decir “si yo lo estoy diciendo, será por algo”. Siempre pensamos que va a ser el moderado.

-A lo mejor es el más radical el De Klerk venezolano.

-El que se modera. La moderación es una vocación.

-¿Necesitamos ese De Klerk para pensar en la redemocratización del país?

-Sí. No tiene que ser el bloque alternativo, pero ciertamente desde el Estado, porque si no, va a ser mucho más costoso. De repente no, de repente se hace con una ruptura, se repente se hace con una revolución. Pero eso va a ser más costoso, pensando en la debilidad de nuestro Estado, en la existencia de tantas armas en Venezuela la perspectiva de un conflicto social que derive en una revolución política es atemorizante, por decir lo menos. No van a tocar la puerta y preguntar: ¿Usted está con quién? Viva Zapata. Eso se lleva a todo el mundo.

El que abre la puerta

Para la revista Democratización, Aveledo escribió sobre los partidos políticos venezolanos en un sistema autoritario. “Los partidos no suelen ser los protagonistas de un proceso de transición; son los principales beneficiarios de un proceso de transición, pero no suelen ser los protagonistas. Suelen serlo las organizaciones de la sociedad civil, las iglesias”, precisa. Pero un elemento importantísimo es “la apertura que dé el propio sistema. En ese sentido, es la conciencia del pluralismo que tenga la gente dentro del sistema político, dentro de las autoridades del sistema político (me refiero al PSUV), que da la apertura. Puedes tener la presión desde afuera, la convicción, pero si no hay alguien que desde adentro abra la puerta no habrá una transición. De repente habrá una revolución, una Toma de la Bastilla, una toma del Palacio de Invierno, pero no una transición. La ventaja de la transición es que no es sangrienta; hace concesiones con el statu quo, pero son concesiones que parten de la apertura. Hoy no veo eso” en el PSUV “ni la capacidad de los partidos de incidir en eso”.  

Enfatiza que “todo puede empeorar; puede haber una prohibición genérica, una prohibición hacia la idea de partido en una reforma constitucional” y más restricciones para el registro de partidos. “Ya tenemos los elementos de un sistema de partidos autoritario”, y decir autoritario no es suavizar los hechos. “Autoritario ya es malo, ya es terrible”, no tiene que ser totalitario “para que sea sumamente grave”.

Condena la inhabilitación administrativa por 15 años que se aplicó a un conjunto de dirigentes: “15 años son tres ciclos electorales, es una generación política. Estás borrando una generación de un plumazo. Eso es inaceptable”.

En cuanto a Juan Guaidó, puntualiza que su rol está mediado por una coalición; que se hizo una figura por su carisma y por la situación, pero se pregunta ¿hasta qué punto eso ha de ser eterno? “Más que cuestionar a la figura es cuestionar el mecanismo”, refiere, y revive lo sucedido con la MUD: “Los mecanismos de decisión concertada se fueron afectando por decisiones ad hoc”.

-¿El bloque se opone al sistema autoritario necesita un partido, un solo partido? ¿O es un movimiento?

-La coalición en sí misma es un partido. Si la bandera de los venezolanos que desean pluralismo es el pluralismo y la democracia, se justifica una gran alianza que vaya de la izquierda a la derecha, que crea que eso es valioso. No voy a usar al partido nazi o a los jemeres rojos. La unidad tiene un límite, la unificación. Siento que hace falta esa alianza. ¿Esa alianza tiene que quedar permanente en el tiempo? No. Una vez que se pase a la dinámica política pluralista la competencia se reaviva.

¿Los convenientes?

-Se pone en duda que tenemos un sistema plural de partidos, pero hay un montón de partidos políticos.

-En efecto existen, existen formalmente, pero podría decirse que la mayor parte de los partidos que están activos en la vida política, e incluso los partidos que se encuentran en la Asamblea Nacional electa el año pasado, son partidos que en buena medida no es que simplemente son leales a las reglas, sino que están dentro de la agenda del Estado, del Ejecutivo. Sin menoscabo de las intenciones y estrategias particulares de cada partido, lo cierto es que esos partidos que se denominan de oposición son “más papistas que el papa”.

-Podrían serlo. Eso forma parte de la libertad política.

-Claro, pero en buena medida lo están haciendo a costa de la libertad de otros. Un partido que reniegue de la idea según la cual las asociaciones tienen la independencia de formar su propio liderazgo, para tener sus propios programas y participar o no participar (porque la no participación es un tipo de participación, aunque sea paradójico), están hasta cierto punto afectando eso. Desde la perspectiva del Ejecutivo, aunque existe un partido robusto, el PSUV, está el ataque a socios de la disidencia de su propia coalición, que están en términos muy similares a los ataques que se hacen hacia otro tipo de partidos, partidos de la oposición. En todo ese cuadro lo que tenemos es una creciente sensación de represión hacia la actividad partidista. No voy a decir absoluto, porque nunca es absoluto en esta circunstancia, pero muy asfixiante. Al punto que están los partidos bastante atomizados. Los elementos más serios de eso han sido la designación, por parte del Poder Judicial, de directivas de los partidos, la intervención judicial de los partidos que ha sido promovida, favorecida por el Ejecutivo. Eso no es coincidencia. Sería ingenuo decir que es coincidencia.

Democracia en casa

-¿Había democracia en esos partidos, más allá de la decisión totalitaria de las instituciones?

-Eso es como el cuento de quién mató al enfermo del coma: el señor que llegó al coma o la persona que le puso el cojín en el rostro. Obviamente los partidos tienen una responsabilidad, de acuerdo con la Constitución, de tener democracia interna. Y el asunto es que los fiscales de esa democracia interna son las propias organizaciones y la ciudadanía con su voto, y los militantes de los partidos. Los partidos son asociaciones voluntarias; no se debe estar allí por obligación. Si los partidos han refrendado a sus líderes en comicios internos y esos comicios son aceptados por las partes, y luego yo voy a otra parte para que me pongan, estoy vulnerando esa libertad. Hay que ver caso por caso, pero en términos generales lo que ocurre es que es gente que no ha logrado ganar en los partidos o que ha vulnerado eso. Eso no quita que hay circunstancias de presión externa que obligan a un atrincheramiento, porque no es lo mismo ser el PSUV, que es el partido de gobierno que a excepción de las circunstancias externas y las sanciones a muchos de sus dirigentes, en realidad en Venezuela nadie lo persigue. Que ese partido tenga momentos en los cuales no acceda a las decisiones de las bases, sino que más bien se atrinchere arriba, tiene una justificación real en el proceso político: es un atrincheramiento que se debe a un proceso de oligarquización. En el otro caso, aunque hay procesos tradicionales y prácticas tradicionales de oligarquización, también hay persecución por la cual está bien, quisiera tener democracia interna, pero estoy asediado, tengo líderes exilados, tengo líderes presos, etc. Te pueden decir: “Tienes líderes presos porque actuaste fuera de la ley”, pero se da otra dinámica: Por qué algunos partidos sienten que deben actuar revolucionariamente.

-¿A qué se refiere?

-En la idea de una acción insurgente, rebelde, que puede tener cualquier signo ideológico. Si un sistema es abierto, prácticamente no hay justificación para que un partido, independientemente de su signo político, no pueda actuar en un sistema abierto; en elecciones, en particular. Cuando hay cortapisas a esa participación, ya por represión, ya por conculcación de resultados, ya por cierre electoral del sistema, hay un círculo vicioso. El círculo vicioso del autoritarismo es ese: vas provocando una reacción más radical. Radical que puede ser más o menos pacífica o más o menos violenta, y luego no puedes decir “por qué te estás portando mal”.

Hostilidad hacia los partidos

-¿El plan de 1999 era acabar con el sistema de partidos para pasar a qué cosa?

-Lo que estimo del chavismo original, y del presidente Hugo Chávez, tiene que ver con la crisis de los partidos de los años 80 y 90, que es una crisis de legitimidad muy profunda. Era una visión que viene de más allá, una visión de la democracia que trasciende de la democracia representativa. Puede ser contraria a ella, en el sentido de que quiera eliminarla, o puede ser que la trascienda en el sentido de que la quiere complementar. Podemos debatir horas, pero lo cierto es que había una hostilidad concreta hacia los partidos concretos, AD y Copei, y el resto; eso incluía a algunos partidos de la izquierda que eran parte del sistema, y que no estaban en una visión insurgente frente al sistema. Esa visión crítica hacia esos partidos era también hacia la figura del partido como tal. Por eso el MVR no se llama a sí mismo partido, sino movimiento, partido de partidos, coalición. Y el planteamiento del presidente Chávez en 2005 y 2006, en todo ese debate sobre la unidad  de las izquierdas, implicaba no que no hubiera partidos, o que debía haber un partido único, esa puede ser la consecuencia institucional; pero sí la idea de que no debe haber facciones, de que hay una sola revolución. Eso ahora está castigando la crítica desde la izquierda del Polo Patriótico hacia el PSUV, y la reacción del PSUV no es la más tolerante del mundo. Allí están las denuncias de la Alianza Popular Revolucionaria, del Partido Comunista, del PPT y Tupamaros que han sido intervenidos judicialmente. No hay que verlo solo desde la perspectiva del G4, de la oposición tradicional que está obviamente afectada.

-¿La idea es liquidar a todos los partidos?

-Como hay una idea hostil a la noción de partido es fácil hacer la conexión entre eso y las acciones autoritarias. Creo que hay una mezcla de las dos cosas: hay una noción ideológica que concibe por qué la democracia debe tener partidos y si yo concibo un democracia participativa, plena, eso no sería completamente necesario; pero concibo eso y a su vez mantengo el partido, mantengo el PSUV y lo mantengo en sus cuadros como en lugar de ser una democracia participativa es una democracia de cooptación. En la dinámica de partidos es un partido de Estado. Como eso lo tengo allí, todo lo demás lo puedo ir justificando, lo puedo racionalizar: “Yo tolero a los partidos, pero a los partidos que se porten bien”. ¿Y qué partidos se portan bien? Los que no  quieren sacarme del poder. Y eso te lleva a un atrincheramiento, que usas poco más o menos autoritariamente. No quiero decir que hubiera sido inevitable, pero tiene una lógica propia esa visión ideológica.

-Usted dice “Yo tolero a los partidos, pero a los partidos que se porten bien”. ¿Es el sistema de partidos que el régimen autoritario va a permitir?

-Hoy, sí. No quiero decir que eso es lo que va a permitir, no quiero decir que no haya posibilidades de apertura. En ocasiones la propia dirigencia del PSUV ha tenido que conciliar con el hecho de que la sociedad es plural. Pero lo cierto es que la sociedad, al ser plural, va a generar sus propias organizaciones. De repente no son estas; de repente serán otras. Pero eso va a surgir. El asunto es cómo voy reaccionando hacia eso.

Pone el ejemplo de la Constitución de 1830, en la cual había “una noción de democracia”. Cuando el paecismo empezó a convivir con la oposición, comenzó a actuar autoritariamente: “¿Cómo es posible que siendo tan bueno, tan chévere tenga una gente quejándose?”, señala, y recuerda que la gente que se quejaba civilizadamente “terminó en las guerras civiles”.

Guillermo Tell Aveledo habla sobre los militares y si son o no un partido: “Las Fuerzas Armadas, siendo en buena parte socias del poder del Estado, defienden el planteamiento del partido de gobierno, siendo un partido del Poder Ejecutivo, un partido de Estado. El PSUV tiene la tarea de ser un partido que depende, su existencia, de estar en el Ejecutivo. Esa es su dinámica” y cada vez que se le exige más dinámica popular “no hayan qué hacer”. La Fuerza Armada, en ese contexto, se concibe como defensora de la revolución y no de la Constitución. “Si yo concibo que la Constitución es parte de la revolución, estoy diciendo que no hay nadie que no esté dentro de la revolución que sea constitucional, y eso es muy grave”.

La relativa robustez del PSUV

-¿Usted ve al PSUV como un partido robusto?

-Tan robusto como el Estado. Tenemos un Estado que está muy debilitado, pero cuando digo robusto es robusto frente a sus adversarios. La fuerza nunca es absoluta; es relativa. Cuando mis adversarios están divididos, atomizados, desmoralizados, pero también desperdigados, yo estoy más fuerte. Pero es verdad: Si tuviera que estar en una dinámica políticamente activa el PSUV se vería en problemas muy serios. Por eso es que recurre a elementos autoritarios.

-¿Si tuviera adversarios fuertes y organizados y con una agenda clara?

-Y les permitiera actuar. Es la suma de cosas. Pero ahí está su robustez. Su robustez es que tiene un Poder Judicial que nunca va a decidir en su contra; su robustez es que tiene el poder coercitivo del Estado. Pero pasa así también en la dinámica interna del partido. Eso pasaba en los partidos históricos: uno podía decir que AD y Copei dependían del Estado, pero no exactamente. Hubo facciones, hubo disidencias, grupos que se solaparon los unos a los otros, hubo divisiones. En el PSUV, aunque ha habido escisiones, nunca se ha manifestado eso. Para tener 15 años es un partido que ya debería tener esas dinámicas. Uno lo ve en los congresos del PSUV. Son congresos prácticamente unánimes en sus resultados. Es muy opaco para nosotros, los que analizamos al PSUV fuera del mundo revolucionario o de las solidaridades del socialismo. Pero lo que se ve es que cada vez hay un proceso en el PSUV termina electa gente que no parece ser popular dentro del partido, que están todavía en la directiva, e individuos y grupos que parecían tener algún tipo de conexión popular o con las bases nunca terminan imponiendo líneas o imponiendo temas en la línea del partido. Ahora más: ¿Hasta qué punto la discusión del giro económico que está dando el Ejecutivo hoy es un giro económico acordado dentro del partido? Es casi tan radical como Carlos Andrés Pérez con AD en el año 1989. Allí había un partido que le plantó cara para bien o para mal. ¿El PSUV puede hacerlo? No estoy tan seguro.

El autoritarismo, alerta, afecta también a los partidos que acompañaron a chavismo. “Siempre hay que considerar, además, que con el viejo aliado hay más saña”, y que pueden sentir que los partidos aliados son una amenaza más seria. “Aunque reprimo y torturo a la oposición, lo hago solo cuando amenaza muy base social. Cuando la oposición se hizo más de centro, cuando se hizo más potable ideológicamente, cuando reafirmó sus bases históricas socialdemocráticas es que creció popularmente y electoralmente, más allá del descontento con la gestión”. Con el PCV, Tupamaro, PPT, organizaciones de izquierda “van a verse amenazas de ese modo. Ya hemos visto coacción física a sedes del PCV, amenazas que se parecen mucho a las que le hacían a AD o PJ”.

También hemos visto “asesinatos de periodistas en medios de base”, cosa que no pasaba en la oposición. “En la oposición ha habido hostigamiento a periodistas, pero no ha habido asesinatos de periodistas. El año pasado hubo asesinatos de periodistas de medios populares vinculados con esta crítica. Eso es otro nivel. Por eso digo que puede ser más la saña, y es muy peligroso”.

Aveledo considera que es un juicio muy duro el llamar “colaboracionistas” a los partidos políticos que deciden participar en estas circunstancias. “Es parte de nuestra disgregación”, comenta. “Estamos en duelo con nuestra estructura de partidos y entonces acusamos a los demás. Pero a la vez hay conductas que se toleran, o no”. Pone el signo de interrogación en los partidos que se aliaron con partidos intervenidos por el Poder Judicial, y hace alusión a Avanzada Progresista. También indica que algunas actitudes siembran “zanjas insalvables” entre los partidos que se oponen al sistema autoritario. “Estamos rompiendo los puentes”.

La idea de que el país va a elecciones presidenciales libres “parece hoy remota; es una exigencia legítima, clara, pero parece hoy remota”. Hay que bregar para que ocurra, “hay que ir poco a poco, y el modo de hacerlo es con las elecciones locales y regionales”. Es “una oportunidad para ir retomando alianzas y retomando la confianza entre partidos, que es tan importante”. El gran tema hoy, remarca, “es el autoritarismo frente a toda la diversidad de opiniones”.

Acá la conversación con Guillermo Tell Aveledo en nuestra plataforma de YouTube Contrapuntoaldia.