Carlos Julio Rojas a siete años de las protestas del #12Feb de 2014: No hubo muertos rojos ni azules sino víctimas de la represión

Vanessa Davies

El periodista y ex preso político fue testigo de los hechos que el chavismo bautizó como «La Salida». Asegura que Leopoldo López no llamó a la violencia y que los organizadores de la marcha del 12 de febrero la dieron por terminada al llegar a la sede del Ministerio Público

Para narrar lo que sucedió el 12 de febrero de 2014, es fundamental escuchar el testimonio del periodista Carlos Julio Rojas, ex preso político y coordinador del Frente en Defensa del Norte de Caracas. Rojas, quien estuvo en el lugar de los hechos, asegura que detrás de la marcha convocada por la oposición no había una agenda oculta, ni planes para “incendiar el país”.

Luego de la elección de Nicolás Maduro, como presidente, en abril de 2013, se realizaron reuniones entre dirigentes políticos y luchadores sociales “para ver cómo reactivábamos las protestas de calle, viendo que se estaba acrecentando la crisis”, relata.

Así se convocó la manifestación para el 12 de febrero, Día de la Juventud, llamado hecho por el dirigente Leopoldo López, por el movimiento estudiantil y los líderes vecinales.

“Participamos en esa convocatoria. La movilización salió de Plaza Venezuela y llegamos pacíficamente a las puertas de la Fiscalía General de la República. Había un clima de crispación, de miedo, porque ya había amenazas de presencia de colectivos armados y la posibilidad de represión porque estábamos llegando al pleno municipio Libertador”, recuerda. “A pesar de que ya habíamos protestado y teníamos una ardua lucha en el centro de Caracas, en ese momento fue significativo llegar a las puertas de la Fiscalía (Parque Carabobo). A nosotros nos sorprendió llegar a las puertas y que no había ningún tipo de presencia policial”.

Rojas explica que al cierre de la movilización habló López, otros dirigentes también intervinieron y los organizadores dieron por terminada la actividad. “Decidimos disolver la concentración. En ese momento la decisión fue retirarnos”.

Pero quedaron manifestantes por los alrededores.  Aparecieron los infiltrados, personas que “estaban buscando quemar algunas cosas”. En ese momento “pudimos ver gente que no reconocíamos fomentando la quema y el enfrentamiento. Eso no estaba en la agenda. Nosotros, desde el mundo vecinal, participamos en la construcción de esa movilización”.

Considera muy grave la represión de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, pero mucho peor “la de los funcionarios del Sebin”. Cuando ocurrieron los hechos “la protesta había terminado”.

La acción de los infiltrados,asegura, “envalentonó a la gente, hubo intercambio de piedras y perdigones pero no hubo presencia armada por parte de los manifestantes”.

El periodista relata que un funcionario del Sebin, “que después nos enteramos que era escolta del ministro Miguel Rodríguez Torres, dispara desde la tienda ‘Ropas’ hacia la esquina de Tracabordo. La gente termina escondiéndose detrás de los carros, y en ese momento, como se pudo ver en un video tomado por vecinos de la Candelaria, dispara ese escolta; va corriendo Bassil Da Costa, un niño carpintero que vivía en Guatire, y recibe ese disparo. Él fue el primer asesinado”.

Posteriormente fue asesinado Juancho Montoya, integrante de un colectivo armado de Caracas. “Por un enfrentamiento entre colectivos, esa es la tesis que se maneja, termina asesinado a media cuadra cerca del Banco Caroní. Nosotros podemos ver esto como una forma de violencia”.

Después del 12 de febrero continuaron las protestas. “Decidimos conectar la reivindicación por democracia con esa sensación de hambre, de escasez de recursos, falta de agua”, y comenzar manifestaciones en el centro de Caracas. De esta forma conoció a José Alejandro Márquez, que se convirtió en otra víctima.

El 19 de febrero de 2014, luego de participar en una protesta, Márquez decidió grabar algunas imágenes frente a la plaza Candelaria. “Llegaron funcionarios de la Guardia Nacional disparando perdigones. José Alejandro corre, se cae y la Guardia Nacional le comienza a entrar a patadas. Lo montaron en un camión como si fuera un saco de papas. Era un chamo de 40 años, vivía frente a El Universal, ingeniero. Como cualquier venezolano salió a protestar. Unas tres o cuatro horas después los guardias nacionales lo lanzan en las puertas del hospital Vargas. Él no murió por la caída, que es lo que quisieron argumenta, Fue porque le reventaron la cabeza”.

La esquina de Tracabordo se convirtió en la esquina de los Caídos, y en ella se recuerda por igual a Bassil Da Costa y Juancho Montoya, asesinados el 12 de febrero de 2014. También, a Carlos Moreno, asesinado en la plaza La Estrella en 2017. Y a José Alejandro Márquez, asesinado el 19 de febrero de 2014.

“Aquí no hay muertos rojos o azules, sino víctimas de la represión de un gobierno que no considera los derechos humanos”, sentencia.

Este viernes 12 de febrero, se cumplen siete años de “La Salida”, que el propio Rojas aclara que sus convocantes nunca la llamaron de esa manera. “Nosotros recordamos esos sucesos con dolor, con rabia, pero también con una enseñanza”, y es que la ciudadanía salió a protestar por su sentimiento. “Algo muy importante: en ese momento se dieron protestas en el municipio Libertador” y fue el comienzo de protestas como las de 2015, la rebelión popular de 2017, las protestas en los barrios antes del 23 de enero de 2019. “El dirigente político debe asumir una responsabilidad, y esa responsabilidad es estar con la ciudadanía, encabezando las protestas más allá de un discurso”.

-¿Es Leopoldo López responsable de lo que sucedió?

-Creo que Leopoldo López, al igual que todos nosotros, convocó una manifestación. La protesta pacífica está consagrada en la Constitución.

-¿Había algo más detrás?

-No.Creo que simplemente se estaba buscando una serie de protestas. Más allá de la salida de Nicolás Maduro era un tema de reivindicaciones sociales, populares. En el caso de los que protestamos en el municipio Libertador, y que acompañamos ese llamado a la protesta, lo hicimos desde ese ámbito. A Leopoldo López, de lo que se le puede responsabilizar puede ser algún error en la conducción política. Pero es fundamental, y siempre lo hemos dicho: la presencia del dirigente en el campo de la lucha social. En ese momento Leopoldo López, y puedo dar fe de eso, estuvo en la cabeza de la movilización. Yo lo tenía a metros. En ese instante, él llamó a replegar esa movilización luego de que se cumplió el objetivo. El sentido del año 2014, del año 2017 y del año 2019: la manifestación, la protesta popular es el mecanismo de presión para que conjuntamente se den mecanismos de diálogo para lograr el cambio político. El gran error que nosotros hemos cometido es que la protesta, cuando hay protesta, nos negamos al diálogo. Y cuando hay diálogo, no protestamos. Diálogo y protesta no son antónimos; son necesarios para lograr los cambios políticos y las revoluciones ciudadanas y los cambios que necesita Venezuela.

-¿El discurso de López fue incendiario, como lo plantean voceros del chavismo?

-Creo que no. Él llamó a una rebelión ciudadana, como a la que podemos llamar. Cuando llamo a rebelión popular siempre le pongo la acotación: pacífica, democrática y constitucional, que incluso está reflejada en nuestra Carta Magna. Creo que Leopoldo en ese instante lo que hizo fue acompañar, expresar la protesta popular. Siempre consideré injusto, y te lo puedo decir como ex preso político: estuve en la misma cárcel de Leopoldo López, y por el mismo llamado a protestar. No debes condenar a alguien aunque difieras de sus ideas. Yo puedo tener diferencias con Leopoldo en muchas estrategias, incluso de cara a lo que se planteó en 2019. Nosotros acompañamos la juramentación de Juan Guaidó, pero en el momento de la ayuda humanitaria nosotros planteamos que la salida era la protesta popular más allá de ofrecer soluciones mágicas. Es decir, rebelión popular que estaba en los barrios más allá de una ayuda humanitaria que era imposible que pudiera entrar. Y plantear mecanismos de negociación y diálogo donde la protesta fuera el motor para lograr soluciones acordadas.