«En Venezuela las penas las lloramos cantando» | Lo que dijo Aquiles Báez en su última entrevista para Contrapunto

José Gregorio Yépez @goyepez

Sin ningún problema llega con su guitarra a cuestas. Nunca la deja de lado, es su fiel compañera para abordar la música a la que concibe como una energía que está más allá de todo y lo envuelve todo. «Llámala Dios naturaleza, es ese elemento superior que nos une».

Todavía están frescas las notas del concierto Dos guitarras por la paz y Aquiles Báez, se sienta con Contrapunto para hablar de su vida como músico y creador.

Con la sonrisa en flor, una frase amigable y graciosa siempre a mano, es la forma que el maestro tiene para comunicarse de palabra, obra y conducta con la gente que hemos tenido la dicha de encontrarnos con su música.

Es un sumador de voluntades. Existen pocos músicos en el país que haya sido capaz de convocar a tantos talentos para trabajar en torno a su obra, y también es justicia decirlo, Báez siempre ha estado presto a aportar su talento para que la obra de los demás.

Se sienta conversar, no sin antes desenfundar su guitarra, y aborda distintos temas en su conversación.

-¿Cómo es eso que incluyó en el concierto de Dos guitarras por la paz un tema como El padre Antonio y el monaguillo Andrés?

-Es una obra que refleja la realidad latinoamericana. Allí estamos nosotros. Es parte de la historia de nuestros pueblos, que tiene que ver con el sicariato, con lo político, con la iglesia conectada con la gente. En Venezuela, las penas las lloramos cantando. Y esa pieza, que es algo que podría ser senda rumba, la entendemos como una cosa profunda, aguda. Densa como la obra de Rubén Blades. Así también es la música venezolana, se inserta en eso. Bailando con los pies y pensando con la cabeza.

-Llama la atención su admiración por un compositor como Chico Buarque de Hollanda.

-Es muy inteligente. Chico tiene una cosa, que para mí y para ti, que también compones, te debe parecer interesante por lo agudo que es.

Aquiles Baéz hace memoria, se detiene, medita y relata: «Hay una pieza que se llama Beatriz (tararea la melodía). Tú crees que es una historia de amor para una chica que se llama Beatriz, pero no, es una canción dedicada a Beatriz, la Musa del séptimo cielo de Dante, en La Divina Comedia. ¡Eso muy arrecho! ¡Ni a ti, ni a mí, se nos ocurre una vaina así! Es una cosa tan profunda. Uno como compositor es más inmediatista, sin querer demeritar a nadie ni nada.

-Sus textos y sus melodías son una genialidad.

-La genialidad es que eso pareciera rebuscado es mostrado como una cosa tan sencilla como una canción de amor.

«Hay una canción, Mar y Luna, en donde él está leyendo el periódico y ve que en un pueblo de la costa se suicidan dos chicas lesbianas. El motivo es que en el pueblo no entendían su amor, la letra es brutal ‘una iba luna ávida de luna y la otra grávida de mar’. Ese tipo es de otra liga», sentencia Báez.

-Mirando hacia dentro… sientes que existe una valoración de los creadores y de la música venezolana.

-Sí. Hay un desligue de la identidad. Oye la radio. Tu vas al mismo Barquisimeto y en el marco de la feria agropecuaria, te paras y preguntas quien es Adelis Freites y la gente arruga la cara de desconocimiento.

«Es una cosa bien complicada de explicar, la clase media alta venezolana se desligó de esa identidad venezolana y esto lo digo sin ánimo de ser clasista. Creo que con la diáspora la está volviendo a entender. Me pasa con amigos míos músicos ¡que no le paraban en lo más mínimo a la música venezolana! Ojo, te hablo de músicos de altísima calidad técnica, virtuosos, que ahora que se fueron descubrieron el cinco por ocho del merengue caraqueño. ¿Entonces? ¡cómo es la vaina! No tenemos que desligarnos para entender que esto es parte de todos nosotros», sentencia con preocupación pero sin resentimiento.

Más adelante parafrasea al antropólogo francés Lévi-Strauss, quien dice que «la identidad está ahí a pesar de nosotros mismos».

-¿El cuatro fue camino para llegar a la guitarra?

-El cuatro me sigue acompañando. Yo me comparo con otros guitarristas y, sin tirármela de nada, siento que mi mano derecha es mi cuatrística y tiene elementos de la bandola y eso favorece la personalidad de mi forma de tocar.

-¿Y la decisión de ser guitarrista?

-Fue cuando ví por primera vez a Alirio Díaz, en un concierto en la Cantv, cuando tenía como 11 años. Allí ví y dije «así es que se toca guitarra».