El venezolano de hoy «tiene un deseo de bienestar que va jugando según su bolsillo vaya jugando», afirma Mariana Frías, presidenta de ARS Publicidad. Esto hace que no solo compre proteínas, sino que se regale un chocolate porque «yo me lo merezco»
Luego de años de bofetadas y restricciones, los consumidores venezolanos volvieron, a finales del año 2019, a comprar por deseo, aspiración y merecimiento.
Mariana Frías, presidenta de ARS Publicidad, explica que no solo se compra la proteína de rigor, sino un dulce o un chocolate porque «me lo merezco».
Una economía que analistas como Luis Vicente León califican como «enana» -después de haber caído más de 60% durante los años de gestión de Nicolás Maduro- es la que ahora acoge a empresarios y usuarios.
El año 2019 marcó una tapa para los empresarios que fue «de reflexión, y al mismo tiempo, de valentía, porque empezaron a atreverse a hacer movidas dentro de su jugada comercial que no se habían atrevido a hacer», describe Frías.
Hubo «un cambio en el chip de mentalidad», porque ya no se trataba solo de supervivencia, sino de desarrollo, salir a la venta y salir a entender el comercio, sostiene la profesora, quien este jueves 5 de marzo participará como ponente en el foro Soluciones 2020 que se realizará en el Hotel Marriott de Caracas organizado por Datanálisis
Varias cosas cambiaron la jugada, afirma Frías:
1)Canales totalmente abastecidos, lo que «cambia la jugada para el empresario y cambia la jugada para el que consume».
2)Cambió la mirada de los comerciantes y de los consumidores, porque se pasó no solo de los alimentos y bebidas «sino los productos de cuidado personal presentes de nuevo en el anaquel después de tres o cuatro años que teníamos con insuficiencia».
3)Varió la percepción «y la sensación de bienestar es otra».
Los empresarios «deben empezar a ver que somos otros en 2020, porque estamos viendo los canales distintos, porque estamos viendo las marcas distintas, porque ya probamos diversidad de productos y servicios».
También «empezamos a trabajar nuestro bolsillo distinto», señala Frías.
Ahora «mis decisiones de compra no solo tienen que ver con los atributos que en el pasado fueron importantes, sino con los atributos que para mí son importantes». Esto explica «que en un momento dado no compres una proteína, pero sí compras un chocolate». ¿Cuál es el razonamiento? «Yo me merezco el chocolate», subraya.
El venezolano de hoy «tiene un deseo de bienestar que va jugando según su bolsillo vaya jugando». La economía informal, con la remesa o el rebusque, «permiten tomar decisiones que no necesariamente son las racionales para el presupuesto». Lo hace, entonces, «por impulso, por merecimiento, por deseo, por aspiración».
«Cambiamos dramáticamente como consumidores» y eso debe ser estudiado, plantea.
Los bodegones no son solo un lugar donde empresarios se benefician de determinadas condiciones: «Vamos porque es divino estar allí, porque estamos deseosos de tener un suministro constante, de vivir la aspiración».
También «vamos a ciertas cadenas de farmacias porque hay luz, vigilancia, tienes un espacio de oasis. Dices ‘esto es experiencia de compra’. Son espacios que se van despertando».