Urdaneta, González y Arango anotaban para los dirigidos por el doctor Richard Páez y completando una gesta histórica contra todo pronóstico
El 31 de marzo de 2004 es una fecha inolvidable para la joven historia de nuestro fútbol nacional, con un partido de ensueño, quizás el más importante de todos, con un resultado inesperado y jugando al fútbol como los grandes, anotándole tres goles a Uruguay.
En aquella oportunidad, La Vinotinto fue menospreciada por los medios de comunicación uruguayos, incluyendo portadas irrespetuosas hacia el seleccionado venezolano, destacando la del diario El País, en donde con una imagen de juego de futbolito escribían: «Venezuela: no existís».
Pero Venezuela existía, nuestra historia no contaba ni cuenta con dos campeonatos del mundo, pero existimos, guerreamos y con pundonor se cerraron las bocas de aquel momento. Los dirigidos por Richard Páez hicieron un partido casi perfecto, venían con la chapa de haber derrotado a Colombia en Barranquilla y querían seguir sumando.
Alguna bravuconada del DT de aquel entonces, Juan Ramón Carrasco, era silenciada, el marcador lo abría Gabriel Urdaneta con un zapatazo inolvidable que cerraba la boca de 40 mil uruguayos, quienes entre gritos e insultos intentaban ahogar a sus rivales.
Pero el partido no moría allí, si los uruguayos creían que todo era una casualidad, por las jugadas de Álvaro Recoba y Darío Rodríguez, se equivocaban, porque a pesar de la presión los nacionales no se iban a amilanar y el «Turbo» González a los 67 convertiría el segundo gol, los uruguayos pasaban de la prepotencia a la burla y serían abucheados en su propia casa.
Luego del segundo gol, El Centenario se convertiría en una plaza de toros, en donde «El Matador» era el equipo visitante y así Juan Arango sentenciaría a los 77 minutos el resultado del encuentro: Venezuela 3 Uruguay 0. Así quedaba un partido inolvidable para la fanaticada vinotinto y el baño de prepotencia salpicó a un equipo que terminaba hundido en su propia burla.
Poco después de ese encuentro, Carrasco era sustituido del banquillo celeste, entre sus declaraciones postpartido afirmó que nunca antes había querido que terminara tanto un juego como aquel en el que La Vinotinto les pintaba la cara.
Hoy recordamos 17 años de esa hazaña, una historia de fútbol, tan real como la vida y que deja como moraleja, no subestimar nunca a tu rival, porque no sabe como te puede sorprender.