Las madres que trabajan como artistas y en los medios comunicación, como la cantante Floria Márquez (doblemente madre porque es abuela), Karla Medina, Laura Vieira y Endrina Yépez compartieron sus experiencias como figuras públicas. Su compromiso, fuerza, determinación y amor, son ejemplo para el país y sus hijos
Este domingo se celebra una fecha que conmemora y rinde homenaje a quienes durante nueve meses compartieron su cuerpo y que durante la eternidad entregan su vida y alma: las madres.
A propósito de la celebración de su Día, Contrapunto conversó con las madres de las artes, la cultura, la televisión y la comunicación quienes encaran la dura labor de compartir su faceta más importante en la vida con un trabajo que exige tiempo, dedicación y mucho esfuerzo.
Floria Márquez, Karla Medina, Laura Vieira y Endrina Yépez, coincidieron en que la maternidad divide a la mujer en la cantidad de hijos que tenga y las hace entender que ya no se pertenece solo a sí misma, que de ellas dependen las vidas de esas personitas que son sus hijos. Quizá es en esta experiencia en la que radica el entendimiento y la fuerza de que no existen los imposibles.
Floria Márquez, «la show woman de Venezuela» es madre de dos hijas y abuela de tres nietos, Daniel Eduardo, Constanza y Andrés Enrique, y han sido los pequeños, de 19, 16 y 12 años, quienes han vivido en carne propia lo que es tener a una abuela artista.
Y es que la carrera de Floria inició un tanto tardía. Para entonces, ella contaba 42 años de edad y sus dos hijas, Patricia y Floria Alejandra ya eran mujeres de 20 y 21.
«Pues la verdad es que mis hijas han visto en mí un ejemplo y lo he sido tanto para ellas como para muchas otras madres; eso lo sé por la respuesta que he obtenido del público», explicó la cantante a la que su vida pública la convirtió en ejemplo también para sus fanáticos.
Daniel, Constanza y Andrés son unos nietos orgullosos, para ellos, su abuela es la mejor artista del mundo, y ser sus nietos es una satisfacción muy grande; para ella, este es el mejor regalo que tiene y puede pedir como madre.
Aunque sus hijas no han mostrado indicios de querer seguir su carrera, y como ella tampoco nunca pensó en ser artista, no descarta que algún día esta inquietud surja en ellas y está dispuesta a apoyarlas si así ocurriera.
Floria sembró en sus hijas el amor por su casa, por Venezuela, por eso siguen aquí amando, luchando y haciendo por su país y así, haciendo por esta tierra, celebrará su día, junto a las madres de Venezuela, en un show que presentará este domingo para ellas en el Club Valle Arriba.
El éxito también es para las mamás
Karla Medina es bailarina del Ballet del Teresa Carreño desde hace 17 años, tiempo en el cua,l ha desempeñado roles de solista y como integrante del cuerpo de baile. Se convirtió en la mamá de Salvador a los 27 años de edad. Fue un regalo que llegó de forma sorpresiva y a través de una cesárea. Y es que el nacimiento, sea natural o no, simboliza el esfuerzo y los sacrificios inherentes a la maternidad.
Cuando Karla se enteró de que sería madre, ensayaba para un espectáculo de ballet clásico de grandes dimensiones en el que finalmente no pudo participar.
Compaginar los entrenamientos con la tarea de amamantar no fue fácil, el ejercicio físico que forma parte de su trabajo, le generaba una mayor producción de leche. “Fue difícil lo de estar ensayando y tener la ropa de ballet llena de leche”, rememora.
“Recuerdo que compré potecitos esterilizados y me sacaba la leche en el camerino del ballet; guardaba la leche en un potecito y las metía en mi bolso y al llegar a la casa las metía en el congelador”, era ensayo y error.
Hoy día Salvador tiene ocho años, pero su llegada a las vidas de Karla y su pareja vino con retos que más adelante se convirtieron en experiencia.
“Cambia la vida naturalmente porque ya no es uno que depende de uno, sino que hay otra persona, otro ser humano que depende de que tú estés bien y depende de ti para estar bien”, comenta.
En algunas producciones la dejaron por fuera pero eso a ella no la afectó, pues siempre tuvo muy claras sus prioridades y las de su familia. “No era grave que no estuviera en los ensayos, grave era no estar con él”.
Cuando Salvador cumplió 9 meses se presentó una oportunidad. El Ballet del Teresa Carreño saldría de gira y Karla había sido seleccionada como solista, era un viaje que ella deseba hacer y para ello tuvo que esforzarse y trabajar el doble que sus compañeros. Estaba decidida a demostrar que ser mamá no impide tener una carrera exitosa.
“Quería hacerlo, me iba a sentir muy frustrada y triste si no iba a la gira porque era mamá”, dijo y recordó que ese esfuerzo le permitió no solo darse cuenta que se encontraba en buenas condicions físicas, sino que ahora era más madura y más fuerte tanto emocional como físicamente.
Para ella era como si nada, pero quienes la conocían no dejaban de expresarle su impresión por verla tan bien en tan corto tiempo.
“La gente piensa que cuando uno se vuelve madre se abandonan los demás aspectos de la vida, y yo hice todo lo posible por no abandonar ni mi carrera, la profesión, ni mi cuerpo, ni mi dinamismo, ni mi salud”.
Salvador fue la razón para hacerlo todo con más aplomo, seguir bailando y seguir luciendo como la mujer joven que sigue siendo.
Karla lleva dentro de si la vena de las madres venezolanas, esas que lo entregan todo sin desmayar. La experiencia ha sido alimento para su carrera y su vida, le ha conferido la seguridad de sus capacidades, y es que entiende que ser una buena mamá, bailarina y atleta a la vez no es nada fácil, pero tampoco imposible y eso le ha hecho incluso disfrutar mucho más su trabajo.
“Disfruto mucho más la danza, disfruto mucho más el escenario porque se lo que valen”.
Nada es imposible
La comunicadora social y animadora, Laura Vieira, cree y vive el hecho de ser mamá como un acto de amor profundo en el que las madres se convierten en una especie de alquimistas o de filtro ante la dureza de la realidad, presentándoles a sus hijos un mundo donde todo es fácil y bonito y donde nada es imposible.
Laura es mamá de Samuel, Sofía y Moisés Vieira Vieira, unos trillizos que nacieron luego de diez años de buscarlos, en principio, de la «forma divertida» y más adelante a través de varios tratamientos de fertilidad que funcionaron después de varias inseminaciones y fertilizaciones in vitro.
Claro que no fue fácil el parto de tres niños para una mujer de entonces 37 años, ni el ser una primeriza con tres recién nacidos en casa, pero sí cree que su edad la ayudó a encarar la responsabilidad de la crianza.
El hecho de ser madre ha alimentado su carrera con una visión más amplia y ha eliminado de su vida los prejuicios, «porque ellos ante cualquier otro concepto te enseñan humildad».
“La humildad, la honestidad, el aprender a delegar, a aceptar ayuda, a olvidarse de lo banal y enfocarse en las cosas más básicas que a veces dejamos de lado y son las que nos dan más felicidad”, dijo.
Su incursión en el mundo materno le enseñó, a esta trabajadora y estudiante entregada, que existen prioridades que se creen mundanas que deben ser más valoradas y que sí es posible llevar con éxito un equilibrio entre lo personal y lo profesional.
Sus hijos no están muy al tanto de cuál es su trabajo, aunque si ven que su mamá está en televisión, sin embargo ella apela a ofrecerles una niñez lejos de todo lo relacionado con trabajo y espera que en su debido momento decidan por su propia cuenta si quieren formar parte de ello y ser una figura pública o no.
“Trato de no acercarlos mucho a la candela, si ellos cuando sean un poquito más grandes quieren exponerse, pues que lo hagan”, dice.
Laura recuerda la primera y única vez que ha estado con sus hijos ante las cámaras, como un día de travesuras y tremendura, sinónimo de salud.
“Fue bastante difícil la grabación porque estaban alborotadísimos y tuvimos que parar varias veces porque gritaban, porque agarraban los juguetes, se atravesaban en los planos, pero es lo normal, donde hay travesuras y hay tremenduras hay salud”, comentó y resaltó que el apoyo de los colegas es también fundamental.
Ser mamá y figura pública la conmueven por el apoyo que recibe del público que la sigue y siguió en cada paso de su proceso para convertirse en la mamá que es hoy.
«Ha sido una gran bendición con tantas amigas y amigos anónimos que me manifiestan su cariño a mí y a mis hijos».
Una clase de ser humano más sensible, un ejemplo
El corazón de la periodista y ancla del Noticiero Venevisión, Endrina Yépez, se expandió desde la llegada de Hermes Andrés (13) y Endrina Natalia (10), sus hijos y como ella misma lo afirma, su misión más grande y el proyecto de vida más importante que Dios le ha encomendado.
«Creo que cuando eres madre te conviertes en una clase de ser humano más sensible a todo”, dice y vive en carne propia esa frase que Andrés Eloy Blanco inmortalizara en su poema Los hijos infinitos y que sentencia, que “cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo”.
Como periodista, desde la llegada de sus niños, Endrina tiene un sentido de responsabilidad más elevado con respecto a su trabajo pues entiende su vida como el legado que les dejará y que les acompañará a ellos a lo largo de la suya.
También cambió para ella la perspectiva con la que asimila las noticias relacionadas a infantes en el mundo. Le ha sido imposible seguir viéndolos, desde el punto de vista periodístico, como si se tratara de solo datos y cifras, y ha sido inevitable no ponerse en el lugar de las madres que en todo el mundo atraviesan situaciones difíciles con sus hijos.
Compaginar el trabajo con el tiempo de calidad que merecen ella y sus hijos, ha sido un desafío que ha forjado con éxito porque para ella ambos aspectos van de la mano y le permiten enseñarles el valor del trabajo, no como un dogma, sino como ejemplo de vida desde su propio ejemplo.
Endrina siempre tuvo vocación social y unas ganas enormes de ayudar a los demás que desde muy chama la definieron. Hoy es madre de muchos niños que no tienen una. Lo hace a través de Huellas de Bondad, la fundación que lidera y con la cual también le enseña a sus hijos valores como la solidaridad y la generosidad, involucrándolos en las actividades que realiza.
Esta semana participó en un conversatorio por el Día de las Madres, con otras figuras de la pantalla chica, como Mariángel Ruiz, Patricia Schwarzgruber, Nohelí Arteaga y Francois Weffer con quienes compartió la experiencia de ser madres en el difícil contexto que atraviesa el país en este momento y en el que hicieron énfasis en la importancia de no perder la esperanza pese a ello, pues solo así podrán ofrecer a sus hijos un país mejor.
Su ejemplo y su labor como madre llega también hasta sus redes sociales, las cuales utiliza como medio para ejercer su influencia de forma positiva e inspirar a otros a entender que la maternidad no es una limitante, «sino un motor para alcanzar los sueños y metas».
Una base espiritual sólida es su recomendación en la formación de los hijos.
