Este 29 de mayo tres grandes coaliciones compiten por la silla presidencial en Colombia: a la izquierda, el Pacto Histórico con el candidato Gustavo Petro, favorito en las encuestas (40.6% según Invamer). A la derecha, Equipo Por Colombia, con la figura de ‘Fico’ Gutiérrez, segundo en los sondeos (27.1%). Y, por último, la Liga de Gobernantes Anticorrupción, con el independiente y empresario Rodolfo Hernández, quien se ha posicionado en los últimos días con un 20.9%.
Adentrándonos en el contexto político-electoral, Colombia elige a su próximo mandatario en un escenario marcado principalmente por la violencia política, a pesar de 5 años del Acuerdo de Paz. El reciente paro armado organizado por el ‘Clan del Golfo’ demostró la debilidad del Estado ante los grupos paramilitares; constantes amenazas a la seguridad de los candidatos recuerdan los momentos más oscuros de la política colombiana. Este vendría siendo el primer y mayor reto para el próximo presidente: implementar el Acuerdo de Paz y lograr la gobernabilidad en todo el territorio nacional.
Existe, además, una gran deuda de la política colombiana con la ciudadanía, que nace del estallido social en las protestas del 2019. Estas demandas de cambios sociales se han agudizado en los últimos años con la recesión producida por la pandemia, lo que representa un segundo gran reto para el próximo mandatario: articular y responder eficazmente a estas exigencias sin desatender el creciente déficit fiscal y la inflación.
La polarización observada en esta campaña electoral genera el temor de posibles acusaciones de «fraude». Los candidatos han demostrado su desconfianza en la autoridad electoral y en el Registrador Nacional, Alexander Vega, a raíz de los inconvenientes ocasionados en la elección del Congreso. Este vendría siendo el tercer gran reto: recuperar la plena confianza en el sistema electoral colombiano.
En este escenario electoral pareciera que ninguno de los 3 candidatos podrá alcanzar la mayoría necesaria para hacerse con la presidencia en la primera vuelta, lo que implicaría una reagrupación y reordenación de las estrategias en una segunda vuelta prevista para el 19 de junio.