Menos lluvia en el norte del país, donde se concentra la mayor parte de la población, es una de las consecuencias para el país que apunta el coordinador de Clima 21, Alejandro Álvarez. Eventos cada vez más extremos y frecuentes se esperan para Venezuela, señala el experto en hidrometeorología Valdemar Andrade
Beryl pasará a la historia de Cumanacoa (Sucre) como el huracán que causó -según cifras oficiales- la pérdida total de más de 300 viviendas, daños graves en escuelas y afectaciones en más de 1.5400 personas. Pero para los expertos en cambio climático Beryl es una prueba más de cómo los fenómenos extremos pueden marcar la pauta en el futuro venezolano.
Este jueves 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático. «No es un proceso instantáneo, o una emergencia rápida. No. Va poco a poco y los cambios a veces no son fácilmente detectables, sino como tendencia de largo plazo», reflexiona el ambientalista Alejandro Álvarez, coordinador de Clima 21. «Lo que ha ocurrido, y lo vemos en este momento, es que el número de desastres en todo el mundo se está incrementando de manera drástica y preocupante. Solamente en el último mes ha habido inundaciones prácticamente en todos los continentes del mundo, incendios grandes en el norte de Canadá y Portugal, inundaciones muy preocupantes al sur del continente» y dos huracanes que afectaron zonas inesperadas en Estados Unidos. «Estamos ante una situación enormemente grave que debemos comenzar a trabajar ya, de manera urgente y muy fuerte».
Pican los mosquitos y aumenta el nivel del mar
Los modelos elaborados en Venezuela y los confeccionados por organismos internacionales muestran «una disminución de la cantidad de lluvia, especialmente en el norte del país. Eso implica una reducción del acceso al agua donde está la mayor parte de la población reunida», destaca. El segundo elemento «es la ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias extraordinariamente intensas que pueden generar inundaciones».
El experto en hidrometeorología Valdemar Andrade, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), explica que en las latitudes donde se ubica Venezuela «los eventos asociados con el cambio climático son la pérdida de glaciares en la Cordillera Andina, el aumento de la intensidad de las lluvias y el aumento de los periodos de sequía».
Es decir, señala Andrade, «los eventos extremos tienden a aumentar y a ser cada vez más frecuentes». Más lluvias y más sequías. «Puede haber un ligero aumento de la temperatura, quizá en medio grado centígrado».
El tercer impacto que se espera en Venezuela, agrega Álvarez, «son los cambios en los ecosistemas, porque al aumentar la temperatura y cambiar los patrones de lluvia ciertos ecosistemas van a responder a eso de distinta manera». Como biólogo e investigador, refiere que algunas especies pueden desaparecer o pueden aparecer otras en lugares inesperados. «Unas de las que pueden aparecer son vectores de enfermedades como el dengue, el paludismo, la fiebre amarilla y el Chagas», describe. De hecho, lo que se espera es que estas cuatro afecciones aumenten debido al cambio climático.
El crecimiento del nivel del mar es lento, aclara Álvarez, pero no por lento deja de impactar. «Aunque en los últimos años se ha incrementado la velocidad, eso no se va a ver de manera muy intensa en Venezuela, pero sí es esperable que en un plazo de 30 a 50 años, que ciudades tengan problemas importantes; sobre todo, la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, la costa orienta de Falcón, zonas de Barlovento y el Delta del Orinoco. Se espera que, a finales del siglo o antes, gran parte del Delta continental haya desaparecido bajo el agua».
El primer reporte académico sobre cambio climático elaborado por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, publicado en 2018, registra las evidencias históricas presentadas por el jefe del Servicio de Meteorología de la Aviación militar venezolana. «Sus resultados ponen en evidencia, para la década de los años 90, un aumento de la temperatura promedio, especialmente notorio en la región norte del país, incluida la zona costera. También señaló el desplazamiento de perturbaciones tropicales como los huracanes, indicando una tendencia a formarse con mayor frecuencia por debajo del paralelo 10ºN, y acotando que, de seguir este comportamiento, los mismos podrían impactar en forma directa la costa caribeña del país».
https://acfiman.org/wp-content/uploads/2023/01/primer_reporte_academico_PRACC.pdf
¿Sin plan de acción?
No se puede desligar la relación entre Venezuela y el cambio climático del contexto sociopolítico, enfatiza Álvarez. «Venezuela como un todo ha estado sumida en una profunda crisis económica, política, social que se ha llamado emergencia humanitaria compleja. El país como un todo prácticamente no se ha enterado de la existencia de esa amenaza que es el cambio climático».
Por otra parte, apunta Álvarez, el gobierno, que debería atender esta urgencia, «definitivamente ha hecho cualquier cosa menos dedicarse a atender esa situación. De hecho, aun cuando ha dicho en diferentes eventos internacionales que está haciendo algo, en la práctica no hay ninguna situación que pueda definirse como actividades para mitigar el cambio climático, para adaptarse al cambio climático».
Recuerda que, en 2011, se planteó que debía comenzar a diseñarse el plan nacional contra el cambio climático «y hasta este momento no existe». Incluso, «este es el único país de Suramérica que no tiene un plan nacional» para esta materia.
«Los últimos desastres, como la tragedia en Las Tejerías y en Cumanacoa, evidencian que no hubo ninguna preparación. Aun cuando el cambio climático no fue el causante de esos problemas, si pudo haberlos potenciado», sostiene.
Clima 21 está visibilizando el impacto del cambio climático -y llamando la atención sobre lo que debe hacer el Estado- en grupos vulnerables, como mujeres; niñas, niños y adolescentes; indígenas, personas con discapacidad, personas LGBTI. Sobre ese punto, Álvarez subraya que no hay acciones específicas para atender a estos sectores.
Acciones concretas
¿Qué hacer? Andrade insiste en que se deben conservar las cuencas hidrológicas para minimizar el impacto ocasionado por las lluvias, «y en las que se han hecho obras hidráulicas, estas deben ser adecuadas a las nuevas situaciones. Los aprovechamientos hídricos en el país se hicieron, en su mayoría, hace 50 años, con unas cuencas menos intervenidas. Hoy día las cuencas están más intervenidas y habría que adecuar la estructura a la nueva realidad».
Álvarez remarca que debe instaurarse «un plan para parar por completo la deforestación en todos los estados del país, disminuir la destrucción de zonas tan importantes como las zonas costeras donde hay bosques de manglar». Coincide con Andrade, igualmente, en que se deben recuperar todas las cuencas hídricas del país.
El ambientalista también suma los planes específicos, con enfoque de derechos humanos, para trabajar con grupos vulnerables.
