El escenario político venezolano se barajará este año, eso parece un hecho. El tema es conocer cuál será el ritmo que tendrá el pincel que hará el dibujo del tablero donde los dirigentes, nuevos y viejos, se mueven
El escenario político será activo y cambiante a pesar de que las primeras señales indican que se mantienen nombres y jugadores en las mismas posiciones, dada la ratificación de Jorge Rodríguez en la AN y Juan Guaidó en el “interinato”.
EL 2022 se perfila como un año de reacomodo en lo político.
Los resultados electorales de noviembre muestran un tablero distinto, debido a que las fuerzas de oposición y las corrientes internas del oficialismo tenderán a dibujar un nuevo escenario y todas buscarán posicionarse.
“Yo traigo un grito llanero…”
El caso Barinas será un termómetro del ritmo que tomará la nueva configuración de los jugadores de la partida en la mesa de la política nacional.
Las encuestas que han trascendido muestran una ventaja de cinco puntos porcentuales del candidato de la MUD en Barinas sobre el aspirante del PSUV. Esta es una diferencia insuficiente para vencer al chavismo y sus remates electorales.
Felix Seijas, de la firma Delphos, ha sostenido que la oposición, en el escenario electoral, debe ponerse fuera “del rango de tiro” de la maquinaria del PSUV. Hoy esa ventaja de cinco puntos suena pequeña.
Barinas es un resultado que puede acelerar cambios en ambas partes del tablero.
De lo que suceda el 9 de enero depende que la oposición tome oxígeno para proyectarse hacia el país, como opción exitosa de cambio.
De ser favorable el resultado a Sergio Garrido, este evento sería un ultimátum para la unidad opositora, los pondría contra la pared. Los obligaría moralmente a cambiar los paradigmas de actuación.
Por otro lado, las corrientes internas del chavismo se verían sacudidas por una derrota de alto impacto emocional. La segunda en menos de dos meses en una región emblemática que en ninguna proyección se veía fuera de las manos del PSUV.
Es la tierra de Chávez, que ya perdieron el 21 de noviembre, y sería inaceptable e inexplicable perderla nuevamente con todo el poderío del Estado volcado sobre esta tierra llanera.
Lo mismo… por ahora
Si Arreaza gana, los reacomodos políticos serán más lentos como ya dijimos que se asomaron este 5 de enero con la ratificación de Jorge Rodríguez en la Asamblea Nacional y Juan Guaidó en el “interinato”.
En este escenario, los estamentos dominantes, en ambos lados de la lucha política, seguirán repitiendo sus fórmulas de dominación para sostener la posición que ostentan.
Les tocará nuevamente a las presiones de los dirigentes de base imponer el ritmo a las direcciones nacionales para generar cambios, como lo hicieron de cara al 21 de noviembre.
Las gestiones de los gobiernos regionales serán la palanca para tratar de posicionar liderazgos emergentes o el regreso de liderazgos que estuvieron en una especie de hibernación «forzada».
Los nuevos y los viejos
Los partidos emergentes y los nuevos líderes de la política buscarán espacios para su proyección.
Veremos un mercadeo político agresivo buscando tomar ventajas con la mira puesta en 2024. Todo lo que ocurra antes es un medio para llegar a ese puente y atravesarlo con éxito, salvo que se produzca “un evento sobrevenido» y cambie el escenario.
Los liderazgos consolidados tratarán de no dejarse desplazar y eso configurará la actividad de las organizaciones políticas durante los próximos dos años.
En AD habrá un forcejeo a tres: Ramos Allup, Bernabé Gutiérrez y una tendencia que se presenta como mediadora entre las partes, para no perder el peso específico de esta organización con presencia en cada rincón del país.
El PSUV juega a tratar de acabar o minimizar el tradicional peso adeco en la sociedad venezolana.
Por otro lado, nombres como los de Manuel Rosales y Henrique Capriles Radonski entrarán de manera más decidida en el debate, en función de ir construyendo sus opciones o negociar con ventaja más adelante.
Gustavo Duque, Antonio Ecarri, Henri Falcón, poseedores de un capital político con peso en la opinión pública, también estarán sonando.
El peso específico de Rosales, con medio millón de votos contados en el Zulia, lo hace un jugador con muchas fichas en la mesa.
Por otro lado, Fuerza Vecinal tratará de capitalizar los espacios ganados y diferenciarse del G4 y la Alianza Democrática. La idea que se plantean es perfilarse como una oposición más fuerte, con personalidad propia y más frontal que la llamada “mesita”, pero lejos del G4.
No sería extraño que el Gobierno planteara un nuevo escenario de negociación, diferente o complementario al de México, en donde estarían dos nuevos factores con peso específico: Fuerza Vecinal y Avanzada Progresista.
El revocatorio
El revocatorio será un parteaguas en el debate de los adversarios del Gobierno. Allí se verán reflejadas las diferencias entre las distintas “parcelas opositoras” a la hora de enfrentar esta posibilidad ,que está prevista en la constitución.
El profesor y analista Benigno Alarcón así lo ha señalado y sostiene que este tema pondrá nuevamente en debate las ideas de los opositores a Maduro y sobre la forma en la cual salir de su gobierno.
Pero por otro lado, el revocatorio también será un tema de interés del chavismo. Desde el Gobierno se medirá la posibilidad de ganarlo y de eso dependerá su posición ante su realización.
Las condiciones, el ánimo de la población, la articulación de las fuerzas opositoras y la lectura de los “tiempos de la política” por parte de los adversarios de Maduro, será determinante para que el revocatorio movilice o desmovilice a la población descontenta con el Gobierno.
Derechos Humanos
El tema derechos humanos seguirá siendo la materia pendiente del Gobierno de Maduro y puede ser el catalizador de las aperturas políticas que esté dispuesto a dar.
Los temas de la Corte Penal Internacional, de la Comisión de Determinación de Hechos -procesos lentos-, marcarán los tiempos de la política. Los dirigentes de los partidos y del sector económico deben medir cada una de sus acciones con este telón de fondo.
La geopolítica se redibujará. La presión internacional no cesará, pero estará marcada por las acciones internas. Su accionar tendrá como pedalera la eficiencia que tenga la oposición nacional.
El interinato se mantendrá mientras reciba el apoyo de la Casa Blanca, allí está la decisión de su permanencia. El día que se acabe este respaldo, la figura ya desgastada e inocua de cara a lo interno y su peso en el día a día de la gente, fenecerá.
Los cambios en la política no son una posibilidad: Vienen.
Lo que está por definirse es el ritmo que tendrán y en este momento no tenemos bolas de cristal para saberlo. Solo andamos con los pies planos pisando tierra y mirando la coyuntura política económica y social del país.
