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viernes, 03 mayo, 2024
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¿Quienes quieren elecciones? Todos quieren elecciones

José Gregorio Yépez

Fecha:

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El escenario que se sirve este 2020 muestra la necesidad que tiene la clase política venezolana de medirse en elecciones en función de legitimarse ante la gente

El debate electoral se perfila como el desayuno, almuerzo y cena de la discusión política de los venezolanos este 2020.

Hasta Michelle Bachelet, tomó la palabra y señaló que 2020 es un año electoral para Venezuela y se preocupa por las garantías de los derechos humanos.

Debido al desgaste y desprestigio de la clase política nacional, la medición electoral se convierte en una necesidad. Sin embargo, cada uno de los jugadores mide y calcula su momento.

En noviembre las cifras de la encuesta Delphos, encargada por el Centro de Estudios Político y de Gobierno de la UCAB, muestran cómo los partidos se encuentran en una crisis de conexión con las masas alarmante.

“Ninguno”

Los números en cuestión señalan que al medir la identificación con partidos políticos (Simpatía Partidista Espontánea), el 43,6% de los consultados responden «Ninguno».

Estos resultados ponen en evidencia la desconexión y la ausencia del trabajo de masas de los partidos políticos en esta coyuntura.

Luego al hacer una compilación de las cifras de los partidos del llamado G4, se observa que sumados concentran 13,2% de la muestra. Llega al 14% sumando a Copei, Vente Venezuela y Nuvipa.

Existe otro bloque de adversarios del Gobierno que identifican como «MUD, Oposición y Guaidó» que registra el 9%.

Por su parte,el Psuv concentra 18,2% de identificación partidista en la muestra, lo que hace evidente la caída de la penetración de sus acciones sobre la población.

Así vemos a unos partidos que, sumados todos, no alcanzan a la esa parte de los venezolanos que está ajena a la militancia y hace cintura para no retratarse con la clase política que tiene el protagonismo del debate cotidiano del país.

El Psuv

Foto: @PartidoPSUV.

Vemos a un partido de Gobierno que viene cayendo y perdiendo espacios en la identificación popular, según las mediciones de la principales firmas consultoras.

La cifra de 6,3 millones de militantes con carnet que, según Maduro, existían al 30 de abril de 2018, no se vio reflejada en las elecciones del 20 de mayo de 2018, ya que la votación de Maduro fue inferior a esa cifra (6,1 millones).

Si trasladamos el número de la encuesta de la Universidad Católica Andrés Bello y Delphos al padrón electoral, el Psuv tendría 3,6 millones votos, es decir, 57% de los votos que registró el CNE en 2018 a favor de Maduro.

Algunas lecturas de la encuesta indican que de esa cifra que registra el Psuv, la mitad “es blanda”, lo que podría hacer inferior esa identificación en un momento de contradicción, con un oponente bien plantado en el terreno electoral.

Según estos registros, el desgaste del partido de Gobierno se hace evidente ante una gestión que no es exitosa por los resultados económicos que están a la vista: Hiperinflación, desabastecimiento, problemas en el tema energético desde la electricidad hasta la gasolina y el gasoil.

El argumento de la guerra económica y las sanciones comienza desgastarse y las cifras así lo reflejan. La desaceleración de la hiperinflación y las mejoras en el abastecimiento atenúan esta caída, sin embargo, el proceso de erosión ha cobrado mucho terreno y se acerca a tocar lo que los encuestadores llaman «la roca», que no es más el punto donde ya no hay posibilidad de caer más.

El aparato productivo a un cuarto de máquina y la producción petrolera en sus niveles más bajos de los últimos 50 años, le complican aún más el cuadro al Ejecutivo.

Eso dificulta el trabajo político del partido de Gobierno que tiene en las cajas Clap y el recuerdo de Hugo Chávez ,los puntos fundamentales de su conexión con la gente.

La oposición

@Presidencia_VE

Al mirar al otro lado de acera, las cosas lucen complicadas también.

El liderazgo opositor no logra capitalizar la caída del apoyo al chavismo, que en algún momento tocó el 60% de las preferencias de los venezolanos.

Cuando se mira en conjunto la identificación espontánea con lo que la gente menciona como MUD, Oposición y Guaidó (9%) y el G4 más Copei, Vente Venezuela y Nuvipa, suman 23%.

Esto es apenas cinco puntos porcentuales más que el Psuv.

El escenario al interior de la oposición no es monolítico. Se conocen las diferencias que existen, las mismas que han minado la efectividad electoral de las propuestas que adversan al oficialismo.

Los dos partidos de mayor peso en la oposición, Primero Justicia y Voluntad Popular sumados, son solo un poco más de la mitad del Psuv.

Guaidó, por su cuenta tiene 9%, pero requiere una estructura sobre la que apalancarse, que no es otra que los partidos de oposición desconectados de la gente.

En este escenario, la gigantesca diferencia que muestra Guaidó frente a Maduro (80/20), según Datanálisis, se debilita ante una maquinaria del Psuv que actúa cohesionada ante la amenaza del enemigo externo y tiene la oportunidad de sacar ventaja del manejo del poder.

La apuesta inteligente de la oposición pareciera sería mantener y seguir apostando por Guaidó, para tratar de forzar un escenario electoral que los consiga con un liderazgo consolidado.

¿Cuándo?

El problema es el tiempo.

El chavismo tratará de adelantar las parlamentarias en dónde tiene mayores posibilidades para recomponerse del desgaste: La oposición deshoja la margarita: participo, no participo.

Las condiciones, la condicionan. La ecuación, el mantra, Guaidó la aprisiona.

Las ofertas del liderazgo opositor le reducen el margen de maniobra en la opinión pública, porque los sectores radicales tienen la capacidad de crucificarlos en las redes ante una decisión que parezca una concesión ante el chavismo.

La clase política en su totalidad, chavismo y oposición, está entrampada en sus propios intereses y no consigue el camino de generar la salida electoral necesaria para destrancar el juego y conseguir la vía para llegar a unos comicios creíbles.

Esa es la única vía, a menos que se piense en la opción militar, que estaría más cerca del chavismo que de la oposición, salvo que sea una intervención militar extranjera.

La desconexión con las bases de la población le está pasando factura y deben resolverlo antes de que se les imponga nuevamente un liderazgo emergente que se proponga desde la antipolítica y los termine desplazando y subordinándolos.

Las elecciones son necesarias para todos… ¿Cuáles tendremos?

Con este escenario entramos al 2020.

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