Entre las alternativas a la pólvora tradicional están los shows de drones, los espectáculos de luces o, en su defecto, pólvora con bajo impacto auditivo
La noticia, que entristece a un sector de la sociedad, alegra, en contraste, a otro. Los animalistas son algunos de los felices con la medida adoptada por varias alcaldías de no utilizar juegos pirotécnicos este fin de año.
La alcaldía de Bogotá, Colombia, confirmó, a través del Instituto Distrital de las Artes y el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), que en las próximas actividades de la temporada decembrina no incluirá pólvora explosiva en la contratación pública.
La estrategia de la administración distrital, denominada Bogotá Brilla, estará enmarcada en llevar presentaciones artísticas y culturales a las 20 localidades de la ciudad.
«Queremos una Navidad sin tragedias, en la que nuestros niños estén absolutamente felices y no tengan ningún riesgo», indicó Claudia López, alcaldesa de Bogotá, quien destacó el hecho de que los alcaldes de las 116 poblaciones de Cundinamarca también se hayan unido a la prohibición de pólvora para esta época.
Por su parte, la concejal Andrea Padilla sostuvo que esta decisión demuestra el compromiso del Gobierno de Bogotá con la protección animal y de la vida. La cabildate fue la promotora de la campaña denominada Cielos en Calma con la que le pidieron a la administración distrital que no incluyera pólvora explosiva en los espectáculos públicos de diciembre, solicitud que fue respaldada por 10.750 ciudadanos que firmaron y se sumaron a la petición, la cual, además, contó con el respaldo de 30 concejales.
Padilla sostuvo que la campaña se basó en evidencia médica disponible, que indicaba que la pólvora explosiva podía ocasionar a los animales pérdida transitoria de la capacidad auditiva, afectaciones al sistema respiratorio, extravíos, trastornos de ansiedad y hasta muerte súbita.
Otros, como los perros y gatos, terminan heridos o mutilados de alguna parte del cuerpo al intentar esconderse de las explosiones en los lugares más remotos de los hogares. También es común, según los expertos, que los animales de compañía salgan huyendo y se pierdan debido a la sobreexcitación y las sensaciones de perturbación en la localización.
Hay algunos que se tiran por los balcones o son atropellados por vehículos mientras intentan huir, en tanto que otros sufren traumatismos severos en los sentidos visuales y auditivos, especialmente.
«Es muy valioso que las actividades públicas de la Navidad no incluyan pólvora y que, en su lugar, la administración apoye la reactivación económica de artistas, gestores culturales, productores y técnicos que se han visto gravemente afectados por la pandemia», mencionó Padilla.
Asimismo, Juan Carlos Giraldo, médico-veterinario de la Cruz Roja, sostuvo que está comprobado por estudios que este tipo de detonaciones y vibraciones pueden producir patologías como la epilepsia. «Los fenómenos convulsivos se pueden presentar ese mismo día o al siguiente», mencionó.
Por otro lado, Sebastián Salcedo, ingeniero ambiental, recalcó que el material particulado que quedaba en el aire también era nocivo no solo para los animales, sino para los humanos. «Los palos de los voladores caen sin control y se pueden enredar en los árboles, causando afectaciones a los nidos y los animales. Además, se pueden provocar incendios en los ecosistemas, que terminan por destruir el hábitat natural de las especies», expresó.