Rusia busca ahora recuperar terreno en la conquista del espacio y resarcirse del golpe que supuso para su prestigio la hazaña del Apolo 11 en 1969
Rusia retomó su programa lunar y planea su primer vuelo tripulado al satélite natural de la Tierra en 2030, 61 años después de la histórica misión Apolo 11; hazaña que significó el primer gran triunfo de Estados Unidos en una carrera espacial que, hasta ese momento, lideraban los soviéticos.
La Agencia estadounidense encargada de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (Nasa por sus siglas en inglés), anunció planes de llevar nuevamente astronautas a la Luna en 2024, como primera etapa de un objetivo mayor que sería llegar al planeta Marte.
En contraposición, la Agencia Espacial Federal Rusa (Roscosmos), desarrolla un programa que contempla el desembarco de un cosmonauta en la superficie lunar para el año 2030.
Para alcanzar la meta, la industria espacial rusa trabaja desde 2009 en la construcción de una nave espacial de nueva generación, llamada Federatsia (Federación), con capacidad paras seis tripulantes y cuyo primer vuelo de prueba está previsto para 2022.
El proyecto, a cargo de la corporación rusa de ingeniería espacial Energuia, al parecer, ha sufrido numerosos tropiezos que siembran dudas acerca del cumplimiento de los plazos trazados.
«El trabajo para construir la nave no estaba organizado debidamente, al igual que ocurre con muchos otros proyectos de Energuia. Hubo que despedir a camaradas indolentes», escribió en la red social Twitter en abril pasado, Dmitri Rogozin el director general de Roscomos.
Carrera espacial durante la guerra fría
Asegura una nota de prensa de la agencia francesa de noticias AFP, celosa del logro de EEUU, la cúpula comunista que había hecho de los éxitos espaciales de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) una de sus grandes bazas propagandísticas, impidió a los soviéticos ver en directo por televisión la llegada a la Luna, protagonizada por los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin.
La Guerra Fría estaba en pleno apogeo y sólo las televisiones de dos países, la URSS y China, no mostraron la imágenes de la llegada de los astronautas estadounidenses a la Luna.
«Considero, al igual que lo hice entonces, que fue un robo a nuestro pueblo: el vuelo a la Luna fue un logro de toda la Humanidad», afirmó durante una entrevista con la agencia oficial rusa, RIA Nóvosti, el cosmonauta Alexéi Leónov, el primer ser humano que realizó una caminata espacial.
Leónov, quien estuvo unido por una correa de 5,35 metros a la nave Vosjod-21 durante su salida al espacio del 18 de marzo de 1965, misma que duró poco más de doce 12 minutos, indicó que fue uno de los pocos privilegiados que en la URSS vieron en directo la llegada del hombre a la Luna.
«A diferencia de la demás gente de la URSS, nosotros vimos la llegada de Armstrong y Aldrin a la Luna (…). Cuando Armstrong puso un pie en la Luna y todos en EEUU aplaudían, los cosmonautas soviéticos cruzábamos los dedos y les deseamos éxito a los muchachos», rememoró el legendario cosmonauta.
Precisamente Leónov fue elegido por la jefatura del programa espacial soviético para ser el primer hombre en llegar a la Luna, misión que la URSS planeaba llevar a cabo en 1968, pero que nunca ocurrió.
A diferencia del estadounidense, el programa soviético para enviar un hombre a la Luna, que fue abandonado tras la misión Apolo 11, se mantuvo en estricto secreto durante años y se hizo público en 1990.
Oficialmente, el programa lunar de la URSS manejaba un concepto distinto al de Nasa y procuraba estudiar la Luna única y exclusivamente por medio de aparatos automáticos no tripulados.
Pero, en realidad, la URSS, que acumulaba una extraordinaria cadena de éxitos en la carrera espacial -desde el Spútnik hasta los vuelos de Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova, el primer hombre y la primera mujer en volar al espacio-, no contaba en aquel entonces con un cohete fiable con la potencia necesaria para el periplo lunar.
«Neil Armstrong es uno de los héroes, pero no el más importante, porque yo crecí mirando a Yuri Gagarin, y el paso que el estadounidense dio en la Luna fue uno más en la conquista del espacio», dijo a Efe el cosmonauta ruso Fiódor Yurchijin, de 60 años, con cinco vuelos espaciales en su haber.
Sobre la vuelta al satélite natural de la Tierra, Yurshijin señaló que es «la primera estación en la ruta de los futuros vuelos interplanetarios tripulados».
«La Luna es un cuerpo celeste lo suficientemente grande como para desarrollar en él las tecnologías que permitan que el ser humano habite otro planeta», destacó.
Según Yurchijin, la cooperación internacional es clave para desarrollar la investigación espacial, ya que «actualmente ningún país puede llevarla a cabo de manera aislada».