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miércoles, 24 abril, 2024
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¿Serán Biden y los demócratas blandos con Maduro?

José Gregorio Yépez

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La política exterior estadounidense ha sido bipartidista y tiene una posición definida frente a la administración Maduro. Los gobernantes del partido Demócrata han sabido aplicar el “garrote calladito”  y eso preocupa a la administración Maduro. La oposición del G4 también está en alarma porque los Estados Unidos pueden revisar la estrategia fallida “de sus hombres en el terreno”

Los resultados de las elecciones estadounidenses ponen a correr a todo mundo político venezolano y a redibujar las estrategias.

Por un lado un Gobierno acostumbrando a la dinámica de la confrontación evidente y estridente debe replantear sus respuestas ante lo que podría ser una política exterior de presión inteligente, consistente y pensada para el mediano plazo. Una estrategia que neutralice el discurso oficial del enemigo externo, de las sanciones como las culpables de todos males, que sirve de herramienta para la cohesión de la base dura del chavismo.

Por el otro lado la oposición del G4, borracha de cortoplacismo y con propuestas arrogantes de soluciones rápidas, tendrá que reagrupar sus filas, rehacer sus canales de acercamiento y financiamiento, rearticular relaciones e incluso cambiar cuadros porque se espera un cambio en la política errática de la administración Trump con la parecía estar casada la estrategia de este sector de la oposición.

La historia habla

En el debate sobre qué le convenía a Venezuela para lograr un cambio político encendidos discursos en las redes sociales señalaban a Biden como “blandengue”, “socialista de closet”, el tipo que acabará con la presión férrea que hará rendirse a Maduro.

Algunos incluso llegaban a decir que los demócratas son tolerantes con los comunistas y eso echaría por tierra “todo lo avanzado” con Trump.

La historia nos dice que eso no es cierto y vemos como administraciones demócratas han sido agresivas en sus acciones en América Latina apoyando intervenciones militares cuando han sido “necesarias” según el criterio de la Casa Blanca.

En un arqueo corto de acciones militares e intervenciones veladas durante el siglo pasado en el continente vemos que los gobiernos demócratas no han dudado en tomar acciones de fuerza.

En 1914 la intervención en Veracruz, México, bajo la administración de Woodrow Wilson inaugura las decisiones demócratas de ir más allá de sus fronteras.

Otras acciones relevantes de los gobierno demócratas en Latinoamérica se dieron en Nicaragua con el asesinato de Augusto César Sandino en 1934, apoyan el golpe de Estado de Fulgencio Batista contra Carlos Prío en Cuba en 1954, Kennedy respalda la invasión de Bahía de Cochinos en 1961 en Cuba, apoyan el golpe de Estado contra Joao Goulart  en Brasil en 1964. En 1965 envían 42.000 soldados a República Dominicana para evitar el ascenso del depuesto Juan Bosh.

Para no hacer una lista más larga e innecesaria hay que decir que fue el Gobierno de Obama el que emitió el decreto considerando a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria”  y comenzó la política de sanciones a siete funcionarios del Gobierno de Maduro.

Biden por su parte ha dicho: “Maduro, a quien he conocido, es un dictador, así de sencillo. Y está causando un sufrimiento increíble al pueblo venezolano para mantenerse en el poder”.

Presión Inteligente vs Asfixia Mecánica

No pareciera que hay una actitud complaciente de parte de Biden hacia Maduro, ni del partido Demócrata.

Sin embargo su acción no es estridente. No es el estilo demócrata que fue capaz de ir a buscar a Muamar El Gadafi, eliminarlo y ocupar Libia sin ningún miramiento y sin el escándalo  la cobertura en tiempo real de la entrada a Bagdad  hecha por la operación “Tormenta del desierto” bajo el mando de un presidente Republicano.

Es la misma política del garrote pero con sordina.

Esa nueva dinámica podría complicar la actuación a la defensiva de la administración Maduro que ha demostrado ser eficiente y exitosa en su supervivencia en la confrontación abierta y llena de altavoces y micrófonos.

Una presión orientada a aislar al Gobierno de Maduro de sus aliados estratégicos o por lo menos causarle problemas en sus relaciones internacionales, complicaría la actuación de quienes controlan el poder político en el país.

Ya esto lo vimos incluso con Cuba, porque mientras Obama negoció con Raúl Castro, consideraba a Venezuela “amenaza inusual” y eso complicó el tablero.

Por otra parte si la presión estadounidense hace ajustes, como por ejemplo estimular a motu proprio desde la Casa Blanca el envío de combustible, sin anunciar una negociación de Gobierno a Gobierno, sino con buques fletados por la Citgo administrada por la junta directiva que no reconoce Maduro y los pagos los hará alguna institución “humanitaria” patrocinada por los Estados Unidoss  en una acción de propaganda, habría que ver cuál sería la respuesta de Miraflores.

¿Pararía los barcos? ¿Aceptaría la ayuda como gesto de buena voluntad para luego recibir mayor presión que fuerce una llamado a elecciones generales? ¿Podrá más una estrategia inteligente que la asfixia mecánica intentada a trocha y mocha sin medir las consecuencias sobre la gente? ¿Acciones de este tipo desarmarían el discurso del bloqueo para la cual se ha creado hasta una Ley?

Del otro lado

La presión no solo se cierne sobre el Gobierno de Maduro. La oposición del G4 también debe estar desacomodada con este triunfo de Biden.

Si ciertamente Biden no va a reconocer a Maduro como presidente de Venezuela ni desdecirá lo hecho Trump al recibirlo en Casa Blanca, hay que esperar si su estrategia de presión sigue casada con un esquema desgastado que no ha rendido los resultados ofrecidos.

El fracaso de la estrategia expuesta en el “mantra” de los tres pasos: Cese de la usurpación, Gobierno de transición y Elecciones libres, es evidente.

Foto: EFE

En nuestra percepción Biden seguirá presionando y no hay ninguna duda en ello y se espera que la política de los Estados Unidos hacia Venezuela y el Gobierno de Maduro se repensará y buscará salir del camino errático por el cual la lanzó Trump.

Es probable que comience una presión de otro tipo sin el desgaste de una vanguardia que no ha logrado demostrar un liderazgo alternativo ni una opción de poder.

También es posible que haya una revisión de los cuadros que use, porque hasta ahora “su hombre en el terreno” no ha dado resultados y el tejido creado en su entorno tampoco ha sido exitoso.

Desde el despegue generado con la decisión de asumir la figura de la Presidencia Interina, la propuesta del G4 no ha hecho sino caer, con un ligero repunte después de la gira a Davos y el recibimiento en la Casa Blanca, todo lo demás en líneas generales ha sido una merma en su ascendencia sobre la gente y en generación de un evento político trascendental.

Todos corriendo

La sola posibilidad de que Biden llegará a ser presidente de los Estados Unidos puso a correr a todo el mundo.

Desde hace rato se conocen de movimiento del mundo político haciendo lobby en distintas instancias y tratando de acomodar sus piezas en el tablero.

El Gobierno de Maduro sabe que tiene jugar en todos los tableros y lo hace.  Mantiene sus gestiones para tratar de lograr acercamientos con el poder en Estados Unidos y sus aliados. Cuando es necesario se pone un pañuelo en la boca al igual que sus interlocutores para buscar espacios de negociación que en el peor de los casos les genera tiempo.

Los opositores de los distintos sectores de la oposición también se mueven. La Mesa de Dialogo Nacional hace lo suyo y busca espacios con la Internacional Socialista y el Gobierno de Estados Unidos.

La democracia cristiana Internacional también mueve sus fichas y busca alternativas para quedarse fuera del juego.

El G4 tiene que reinventarse para generar una estrategia que armonice con el nuevo estilo que impondrá una administración como la Joe Biden en la Casa Blanca.

Los Angeles (United States), 03/03/2020.- Former US Vice President and Democratic presidential candidate Joe Biden speaks during his Super Tuesday event at the Baldwin Hills Recreational Center in Los Angeles, California, USA, 03 March 2020. Fourteen states are holding their primaries with more than one third of the total pledged delegates in the Democratic primaries to be awarded on Super Tuesday. (Elecciones, Estados Unidos) EFE/EPA/ETIENNE LAURENT

¿Cómo queda Venezuela en este concierto?

Como un peón más de la geopolítica global cosa que consideramos el peor error de la clase política venezolana que llevó a Venezuela a jugarse su suerte en el plano del pulseo entre las fuerzas internacionales.

No tenemos bolas de cristal para el futuro, solo tenemos los pies planos para pisar tierra y evaluar la coyuntura.

El juego sigue.

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