Un buen jingle debe ser fácil de entender y basarse en palabras coloquiales, explicó el consultor político Pablo Quintero durante «El son de la política: sobre jingles, música y otras anécdotas», el más reciente encuentro de Beers and Politics realizado en Caracas. Pocos aspirantes a la primaria tienen sus jingles en la calle, subrayó el periodista y consultor Víctor Amaya
Tiempos de campaña deberían ser tiempos de música, pero los políticos venezolanos no siempre lo entienden -y trabajan- así. El más reciente encuentro de Beers and Politics -iniciativa de las periodistas Laura Castellano e Ingrid Bravo- celebrado este viernes 26 de mayo en Caracas arrojó algunas conclusiones. La primera de ellas: que «música y política es como una pizza con hambre y refresco: es perfecto el match», tal como lo afirmó el consultor Pablo Quintero, uno de los ponentes de la noche. La segunda: que una elección es una oportunidad para que los políticos se conecten con los ciudadanos a través de la música. La tercera: que mucha gente termina votando por la música que el político escucha, porque el momento electoral es emocional.
Los jingles, herramienta de campaña, fueron el pretexto para el encuentro. «El son de la política: sobre jingles, música y otras anécdotas», conversatorio realizado en el restaurante La casa del cordero, permitió a Quintero compartir algunas premisas de una buena pieza: debe ser sencilla de entender, debe incluir palabras sencillas y coloquiales, debe ser algo estudiado y que se conecte con el electorado.
El periodista y consultor Víctor Amaya dedicó su intervención a demostrar cómo la música refleja el ambiente sociopolítico de un país y evidenciar que hubo música políticamente activada en la escena popular venezolana. Destacó -de la llamada «Cuarta República»- canciones críticas como Políticos paralíticos, de Desorden Público, y Por estas calles, de Yordano.
De la época del chavismo rescató, entre otras, La vaca indefinida, de Famasloop.
También Señor presidente, de NK Profeta.
Amaya hizo énfasis en cómo las presiones y censura de Conatel sacaron canciones de las radios, porque los programadores optaron por no «meterse en rollos».
Del nazismo al régimen chino
En un retrato general Pablo Quintero recordó lo que hizo el régimen nazi con la música de Wagner y señaló que cada dictador -como Hitler- tiene sus propios referentes musicales.
Citó el ejemplo de la canción «Vientos de cambio», interpretada por el grupo Scorpions, supuestamente patrocinada por la CIA estadounidense.
La música sigue siendo una herramienta muy poderosa cuando se sabe combinar y se aplica en un contexto particular, reflexionó, y es por eso que representa una amenaza para los gobiernos totalitarios, como el de China.
Para dolor de más de uno, el consultor político se refirió al reguetón como música tribal no rebelde, destinada al baile y posiblemente a la instalación de ideas y comportamientos. No está hecho, argumentó, para la reflexión política sino para la movilización política temporal.
Ya con la primaria encima son pocos los aspirantes que tienen su jingle en la calle, como Benjamín Rauseo y Roberto Enríquez, comentó Amaya. Tal parece que el poder musical seguirá a favor del chavismo-madurismo, que sigue apostando fuerte por las emociones que genera una buena canción.