«Crisis específica» en Venezuela ha traído, según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas, unos cuatro millones de personas desplazadas
Desde Berlín, el alto comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los refugiados, Filippo Grandi, alertó este miércoles 19 de junio, de la preocupante situación que vive Latinoamérica, una región considerada hasta hace poco medianamente estable, tanto por las acciones de grupos armados, como por la «crisis específica» en Venezuela.
«Tenemos una crisis en una región del mundo que hasta hace unos pocos años creíamos que había logrado una relativa estabilidad», dijo Grandi durante la presentación del informe anual de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el cual arroja que la cifra de desplazados alcanza casi ya los 71 millones de personas.
Venezuela esta viviendo «una crisis muy específica» que ha producido, según estimaciones de la ONU, el éxodo de unos cuatro millones de personas.
No todos ellos son refugiados, dijo Grandi, pero muchos huyen de situaciones de violencia y necesitan protección en países vecinos.
Precisamente los países vecinos de estos conflictos son los que sufren un mayor impacto, en el caso de la crisis venezolana, Colombia, dijo.
Por otra parte, aludió a la situación en el norte de América Central, en particular a Honduras, Guatemala y Salvador, donde se observan «acciones de bandas armadas, que evoca lo que algunos grupos armados, gubernamentales o no, hacen en otros países», como «violar a mujeres para ganar el control de territorio, reclutar niños, ocupar casas».
Muchas personas huyen de estos países en diferentes direcciones, que incluyen México y los Estados Unidos, escapando de la violencia y para dejar de ser un blanco, agregó.
Subrayó que el número de personas desplazadas en países ricos es «muy pequeño», lo cual es «obvio», agregó, porque «la mayoría de estas crisis no tienen lugar en la parte rica del mundo, sino en países pobres y de renta media» y los afectados huyen a los Estados vecinos.
Por eso criticó que cuando esta crisis llega al primer mundo, «con frecuencia se manipula por razones políticas», y se presenta a los refugiados como una «invasión» y una «amenaza» a los valores, lo que a su vez ha dado lugar a un cierto «consenso» y ha permitido sumar votos en las elecciones.
Pero «el rechazo y los muros no resuelven el problema», advirtió, al tiempo que llamó a los Gobiernos a cooperar y trabajar conjuntamente.
«El problema está ahí, justo ahí, listo para volver si no lo abordamos», sentenció.
Aseguró que «no se puede hacer una escala» valorando qué países son más o menos peligrosos para ser refugiado.
«Si eres rohinyá en Myanmar, es peligroso; si eres sudanés del sur en medio del conflicto en el Sudán del Sur, es peligroso; si eres un refugiado o un inmigrante varado en Libia, es peligroso; si estás a merced de una banda, de una mara, en El Salvador, es peligroso. ¿Cómo medir el peligro? No lo puedo decir», señaló.
Agregó que los refugiados y desplazados «no huyen porque es su elección» sino «porque se ven empujados por el peligro (…) Creo que si no recordamos siempre eso, no tendremos el reflejo de que esta gente necesita ayuda, necesita seguridad, necesita protección», dijo.