En el marco de los 32 años de la rebelión cívico militar del 4 de febrero de 1992, el integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, exministro y exembajador de la República Bolivariana de Venezuela en Colombia, Gustavo Márquez, señaló que dicho movimiento fue la expresión del agotamiento del régimen bipartidista adeco-copeyano, caracterizado por su incapacidad de darle respuesta a las demandas sociales de las grandes mayorías y por la pérdida de confianza en el liderazgo político y en las instituciones democráticas minadas por la corrupción.
«La crisis ‘eclosionó’ dando lugar a la insurrección popular del Caracazo, ocurrida el 27 y 28 de febrero de 1989 como respuesta popular al paquete económico neoliberal, anunciado por el recién instalado segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, el cual intentó contenerla con las fuerzas militares, ocasionando una masacre de grandes proporciones. A partir de ese momento comenzó a gestarse un proceso de inestabilidad política y en los mandos medio y bajos de la FAN un gran descontento, al sentirse los militares utilizados para masacrar a su propio pueblo», indicó Márquez.
A pesar de que la rebelión del 4F de 1992 fracasó, la aparición en TV de quién fungía como uno de sus comandantes, el teniente coronel Hugo Chávez Frías, haciéndose responsable de la intentona, pero dejando implícito que habían sido derrotados «por ahora», pero la lucha continuaría, se convirtió en un referente del cambio político que anhelaba gran parte del pueblo venezolano, lo cual le permitió canalizar esa esperanza para lograr el triunfo en las elecciones presidenciales de 1998.
«La rebelión militar del 4F fue el epicentro que desencadenó el colapso del régimen bipartidista por la vía electoral logrando así su objetivo político. Bajo la conducción de Hugo Chávez se adelantó la revolución bolivariana a partir de 1999, a través de un proceso constituyente inédito con el fin de establecer una democracia participativa y protagónica en un Estado de derecho y de justicia. Se redistribuyó como nunca la renta petrolera hacia los sectores más vulnerables y necesitados a través de las Misiones Sociales», aseguró Márquez.
Márquez recuerda que bajo la dirección del Comandante Hugo Chávez se incrementó el salario real y el ingreso de las grandes mayorías, disminuyendo considerablemente la desigualdad social, se aumentó el acceso a todos los niveles educativos, a la salud y la alimentación, reduciendo la pobreza extrema y la pobreza total.
Eso fue posible porque «se dispuso de los cuantiosos recursos derivados del boom de la renta petrolera. Sin embargo, por estar la política económica y social sustentada exclusivamente en la lógica del modelo rentístico-extractivista, bajo el supuesto de que habría un aumento incesante de los ingresos petroleros, los logros sociales se disiparon con el advenimiento del ciclo de caída de dichos ingresos».
De hecho, Márquez reitera que a partir de 2013 se inició el declive sostenido de los indicadores de pobreza y desigualdad social hasta llegar al colapso de los programas sociales implantados por Chávez. La política social asistencialista aplicada fracasó porque no fue acompañada de una política económica efectiva, no solo declarativa, enfocada en un cambio estructural del modelo rentístico-extractivista y primario-exportador, por un modelo económico productivo endógeno diversificado sustentable.
«La corrupción se potenció hasta niveles inimaginables al amparo del régimen de anclaje cambiario, de la carencia de controles y contrapesos institucionales efectivos, de la opacidad de la gestión, de la ruptura del principio de unidad del tesoro, de la ausencia de la contraloría social y de la confusión entre los intereses y objetivos del Estado, con los intereses y objetivos del partido de gobierno, creando una suerte de fusión partido-gobierno, lo cual generó una dinámica funcional al viejo modo de hacer política basado en el clientelismo y la corrupción. A partir de la instrumentalización del Estado y del reparto discrecional de la renta petrolera que generó una nueva burguesía a partir de la acumulación mafiosa del capital», aseguró Gustavo Márquez.
El exembajador Gustavo Márquez también argumentó que la llegada de Maduro al poder inició la degeneración de la revolución hacia un régimen autoritario neoliberal, portador de un programa de ajustes antipopular, que demolió la Constitución, criminalizó la protesta social y viola lo derechos humanos, liquidando el Estado de derecho y de justicia establecido en la Constitución, la conquista histórica del salario, la contratación colectiva y derogando de facto la legislación laboral vigente, lo cual tiene el sello de un régimen antiobrero, antipopular y antidemocrático.
«El hecho de que más del 80% del pueblo venezolano esté rechazando el régimen de Maduro, es una demostración clara de que la esperanza de cambio que encarnó la revolución y Hugo Chávez se esfumó», sentenció Márquez.
