La diputada y presidenta de la subcomisión de Educación de la Asamblea Nacional rechazó el planteamiento de suspender las clases presenciales e iniciar un proceso de aprendizaje vía digital
Se debe planificar una reprogramación del año escolar en todos los niveles que permita tener clases de septiembre a diciembre, a fin de comenzar el nuevo año escolar en enero de 2021.
Así lo propone la presidenta de la subcomisión de Educación de la Asamblea Nacional, la diputada por el estado Lara, Bolivia Suárez, quien rechazó el planteamiento de suspender las clases presenciales e iniciar un proceso de aprendizaje vía digital, por internet, radio y televisión, lo que calificó de una utopía o quimera.
Explicó que en medio de la existente crisis humanitaria compleja de la educación y la cuarentena por COVID-19, el ejecutivo de Maduro una vez más se burla del sector docente, de los estudiantes y los venezolanos. Suspende las clases presenciales e impone un plan de enseñanza y aprendizaje a distancia, difícil de cumplir.
“Por una parte, porque los venezolanos no cuentan con servicio eléctrico constante, hay estados que tienen cortes de luz de más de 12 horas y por la otra una gran parte de la población no tiene acceso a internet y los que cuentan con este servicio la mayoría del tiempo no tienen señal, y si la tienen, es intermitente. Los venezolanos lo que tienen es No hay, No hay y No hay” subrayó la diputada Suárez.
Además advirtió la parlamentaria que los docentes son insustituibles en el proceso de aprendizaje, por lo que se preguntó: “¿Quién va a supervisar el cumplimiento de estas actividades escolares a distancia? ¿Cuál será la calificación? ¿Quién en casa va a estar pendiente que los escolares cumplan con las tareas y estudien? ¿Con qué criterio los padres y representantes van a calificar a sus hijos”.
Aseguró que el año escolar ya estaba en jaque antes de la pandemia de #COVID-19, por la inexistencia del estado docente, el quiebre de la educación como derecho humano en Venezuela, con graves repercusiones en su calidad, y cuyas principales manifestaciones son: la exclusión, crisis de valores, problemas de infraestructura, salarios miserables, déficit de docentes y dificultad para continuar con éxito los estudios.
“Miles de docentes de todos los niveles han renunciado o se han ido del país porque el trabajo académico y pedagógico es muy mal remunerado, los docentes reciben sueldos miserables, que o les alcanza para alimentarse, ni para trasporte. También los alumnos no asisten a clases por las malas condiciones de los planteles, que no tiene agua y las edificaciones están en total deterioro», razonó.