«No se puede ser alcahuete de dictadores», manifestó la dirigente Delsa Solórzano, presidenta del partido Encuentro Ciudadano». «La señora Bachelet no puede venir a Caracas a cambiar el gobierno. Las Naciones Unidas no tienen instrumentos para hacer cambios drásticos en los países; tienen la labor de la denuncia permanente, sistemática, exhaustiva. Si eso no lo hacen, se estarían cruzando de brazos; si eso no lo hacen, serían cómplices», subraya el internacionalista Félix Gerardo Arellano
En política hay formas de hacer las cosas, y no todas son igual de estridentes, como tampoco todas son igual de efectivas. Algunos analistas consideran que los informes sobre Venezuela que ha presentado Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, no han servido para mucho, o se han quedado cortos. Otros sostienen lo contrario.
El pasado jueves 17 de marzo, Bachelet presentó su actualización oral sobre la crisis venezolana. «Algunas iniciativas de reforma abren nuevas oportunidades para la implementación de importantes recomendaciones de derechos humanos», expresó Bachelet este día. Por ejemplo, «la reforma del sistema de justicia y la reestructuración de la Policía Nacional son pasos prometedores», consideró la Alta Comisionada.
La organización Acceso a la Justicia, en un hilo en redes sociales, resaltó «que no dejó de mencionar las grandes ineficiencias del sistema de justicia venezolano que no han sido subsanadas y que no hay un interés genuino del estado por dejar de criminalizar a la sociedad civil».
«No se puede ser alcahuete de dictadores», manifestó la dirigente Delsa Solórzano, presidenta del partido Encuentro Ciudadano, en una entrevista colgada en sus redes sociales.
El internacionalista Félix Gerardo Arellano evalúa que el informe de Bachelet «pesa mucho» porque los derechos humanos son un tema de vital importancia que genera obligaciones que no prescriben. «El seguimiento sistemático del tema, que abarque todos los casos, todas las violaciones, es de capital importancia».
Bachelet «hace una labor extraordinaria, y lo está haciendo también en otros escenarios», porque aunque Ucrania «absorbe toda la atención mundial» en otros países continúan las crisis, como Myanmar, Yemen y Siria. «Le corresponde a Naciones Unidas, y a la señora Bachelet, estar llamando a la comunidad internacional para que eso no se pierda».
Pero Arellano insiste en que «es muy importante no pedirles a los organismos internacionales que hagan lo que no pueden hacer. La señora Bachelet no puede venir a Caracas a cambiar el gobierno. Las Naciones Unidas no tienen instrumentos para hacer cambios drásticos en los países; tienen la labor de la denuncia permanente, sistemática, exhaustiva. Si eso no lo hacen, se estarían cruzando de brazos; si eso no lo hacen, serían cómplices».
Lo usual, especialmente en sectores radicales y en redes sociales, es afirmar que los pronunciamientos de Bachelet «no tienen ningún sentido, para qué sirve eso… Y resulta que es una presión importante. Así como lo reconoce Bachelet: Ha habido cambios puntuales en la situación penitenciaria del país, en algunos manejos del sistema judicial, mucho tiene que ver con esa presión».
Para el analista es positivo que en el país «tengamos una oficina de las Naciones Unidas sobre derechos humanos en Caracas es de una enorme importancia. No va a cambiar el mundo, pero le da una pequeña ventana de libertad, de oportunidades al más débil, porque estas instituciones realmente se construyen para tratar de abrirles camino a los más débiles, a los que no pueden contratar un bufete poderoso, a los que no pueden pagar abogados o controlar medios de comunicación y que dependen de esa pequeña ayuda que da la comunidad internacional, y que es como un goteo. Pero goteo a goteo se puede tumbar el techo de una casa».