La muerte en prisión del dirigente opositor ruso Alexéi Navalni ha generado condenas a escala mundial, y también, reacciones en Venezuela.
«Que alguien muera siendo prisionero es malo, y es malo para el gobierno que lo tiene prisionero independientemente de que haya muerto de muerte natural», explica Luis Fuenmayor, ex rector de la UCV y profesor titular de la primera casa de estudios del país. «Si algo debe querer un gobierno que tiene prisioneros es que ningún prisionero se le muera. Y si hay alguien que está de cuidado médico lo lógico no es que lo tengan preso, sino que lo saquen».
Para Putin «es un golpe político, independientemente de cómo haya muerto. A lo mejor murió de un infarto, o por COVID-19, pero murió allí, y ellos tienen la responsabilidad. Supongo que Putin lo sabe» resaltó Fuenmayor. Se va a asumir que fue por negligencia del Estado.
El politólogo Nicmer Evans considera que la muerte de Navalni en estas condiciones «es la consagración de una forma de hacer política que se ha denunciado de manera sistemática en relación con el régimen que lleva Putin».
Putin ha usado la persecución contra periodistas, políticos opositores y defensores de derechos humanos, indica Evans. Este, de hecho, no es el primer caso. El analista recuerda que habría por lo menos seis víctimas directas, o que presumiblemente lo fueron, de las políticas del mandatario ruso.
«En cualquier parte del mundo si alguien está detenido por el Estado y muere bajo su custodia el hecho es responsabilidad del Estado, independientemente de la manera como muera», enfatiza Evans.
La prisión en la que estaba recluido Navalni, en el Círculo Polar Ártico, notificó el fallecimiento del líder presuntamente este viernes 16 de febrero.