No hay semana en la que no salgan a las calles a protestar para exigir una pensión igual al costo de la canasta básica, o como mínimo, al de la canasta alimentaria (480 dólares). Este domingo 29 vuelven a protestar para exigir el respeto por sus derechos
Luis Cano se encontró un día con que no tenía nada que comer, salvo un paquete de arroz. Ser un jubilado o pensionado en el año 2021 en Venezuela era garantía de hambre. Lo sigue siendo en 2022, cuando Cano se anima a hablar del momento en el que su esposa y él se miraron las caras y afrontaron la incertidumbre.
Con los hijos fuera del país, Cano dedica los ratos libres a reparar neveras y computadoras. “Y me la veo dura”, admite. “Me ha tocado hacer un espagueti e irme al Mercado de Coche, comprar un poquitico de ajo y de aliño para que el ajo le dé sabor al espagueti, y eso es lo que como: espagueti con ajo. O comprar una berenjena, picarla con arroz y hacerla guisada”.
“ La cosa se me puso chiquitica a partir de marzo del año pasado, cuando hubo un recrudecimiento de la pandemia y tuvimos que encerrarnos, no podía salir a trabajar. Nos quedamos solo con la pensión. Llegó un momento en que con mi esposa veíamos hacia la cocina y lo único que tenía era un kilo de arroz «, recuerda el presidente del Frente en Defensa de los Jubilados y Pensionados de Venezuela.
Un día un amigo le preguntó qué le pasaba. “ Le conté mi realidad. Me dio unos dólares y con eso compré un cartón de huevos y un kilo de queso. Cuando le dije mi situación, se lo dije llorando, porque a mí me enseñaron que hay que trabajar ”.
No es solo el hambre en el estómago. Es, también, el hambre en el corazón, porque Cano tiene que visitar a su nieta de seis años por teléfono. La emergencia empujó –y empuja- a millones de venezolanos a otros países. En estas condiciones, y con protestas prácticamente todas las semanas, jubilados y pensionados conmemoran este domingo 29 de mayo el Día del Adulto Mayor.
Seis millones de pensionados y jubilados han tenido que vivir con el mínimo del mínimo. “Nos han quitado todo”, subraya Emilio Lozada. “Tengo 20 años jubilado del sector postal; salí como consultor postal, hice una profesión en el correo, y salí –en el año 2002- con el mejor sueldo: 2 millones de bolívares, que me permitían mantener mi hogar”. Pero “tres años después quitaron el tabulador y nos llevaron a lo mínimo”. Lozada se sostiene con las ayudas. “¿De qué puedo vivir? Mi hijo me ayuda”.
Este domingo 29 ,la coordinadora de pensionados y jubilados de Caracas y la Asamblea Social de Caracas realizarán una protesta, a partir de las 10 de la mañana, en la estatua del Bolívar Civil en Plaza Caracas. La profesora Raquel Figueroa tendrá a su cargo la lectura de una proclama en la que reivindican que los adultos mayores tienen derecho a vivir con dignidad.
«Dentro de los derechos que se les están violando a los adultos mayores podemos afirmar que uno de ellos es el derecho a una pensión digna, una pensión que garantice un salario vital, una pensión vital, como lo establece el artículo 91 de nuestra Constitución», explica Arnoldo Benítez, diputado de la Asamblea Nacional (AN) de 2015. Según la Carta Magna, el salario y la pensión deben ajustarse con base en el costo de la canasta básica. «Solo la canasta alimentaria está por el orden de los 450 dólares mensuales, y nosotros, como adultos mayores, estamos percibiendo una pensión que está por debajo de los 30 dólares mensuales».
También se desconoce el artículo 83, que establece que la salud es un derecho social fundamental y obligación del Estado, detalla Benítez. «Son muchísimos los adultos mayores que están padeciendo la necesidad de su medicamento y no tienen cómo acceder».
El dilema, expone, es muy claro: «O comes, o tienes el medicamento, pero nunca las dos cosas a la vez».
Como dirigente de los jubilados y pensionados, Benítez propone que la pensión no sea igual al salario mínimo, sino que esté por encima, porque al reducirlo «perdemos calidad de vida».