Llamada al embajador y nota de protesta son dos mecanismos diplomáticos para que Venezuela ratifique su rechazo a lo ocurrido, recuerda el internacionalista y profesor Félix Gerardo Arellano. La Alianza del Lápiz solicitó que se expulse al embajador trinitense y Acción Democrática llegó a plantear la ruptura de relaciones. Para Arellano «es mejor tener embajadas abiertas, que cerradas»
Si la migración forzada es una herida abierta en Venezuela, el asesinato de un niño migrante venezolano a manos de funcionarios de la guardia costera de Trinidad y Tobago es como hundir un cuchillo en esa herida, ya de por sí muy dolorosa.
La embarcación que trasladaba un grupo de migrantes venezolanos fue tiroteada por la guardia costera el 5 de febrero. ¿Este hecho debe llevar a la ruptura de relaciones entre ambos países? ¿Qué otras medidas se deben tomar desde Venezuela?
El gobierno venezolano y el de Trinidad tienen una cercanía mucho más que geográfica. «El gobierno de Trinidad es aliado de Miraflores, ha sido uno de los aliados importantes en la OEA cuando Venezuela era miembro. Es uno de los aliados importantes en la zona del Caribe, y además ha demostrado esa vinculación con el proceso bolivariano al asumir una actitud agresiva contra la oposición, contra los disidentes, contra los que buscan salir del país», remarca el internacionalista y profesor universitario Félix Gerardo Arellano.
Como el gobierno de Trinidad ha asumido «una posición de apoyo y defensa de la revolución bolivariana» no es previsible que el gobierno de Venezuela tenga «una posición muy agresiva, muy dura»; ni siquiera, por este caso, enfatiza.
Romper relaciones
«Exigimos a la embajada que reconozca que cometieron un homicidio, que los funcionarios actuantes cometieron un homicidio», subraya Menfri París, secretario de Acción Democrática en Caracas. «Fue desproporcionado hacer los disparos contra una barcaza de madera».
París lideró una protesta, el pasado martes 15 de febrero, en las puertas de la Embajada de Trinidad en Caracas, que se llevó a cabo a pesar de la reticencia de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana que custodian la sede diplomática.
El dirigente político exigió al gobierno trinitense que acepte una comisión de investigación de Venezuela, integrada por diputados y policía científica. También solicitó que se indemnice a la familia, y que los funcionarios responsables sean presentados ante la justicia.
Incluso, este caso «amerita que se rompan relaciones, ese niño amerita que se rompan relaciones con ese gobierno», aseveró.
El portavoz de Asuntos Internacionales de la Alianza del Lápiz, Jorge Barragán, solicitó que el embajador de Trinidad sea expulsado de Venezuela.
De la llamada a la ruptura de relaciones: un camino
El internacionalista y profesor universitario Félix Gerardo Arellano explica que el tema se complejiza porque se incorpora la política, aunque «si nos concentramos en el mundo diplomático lo primero que haría un gobierno es llamar al embajador». «Esa llamada al embajador, que suena muy tenue o insípida para la gente común, diplomáticamente es una señal de malestar, de protesta. Es como se va iniciando la escalada de choque diplomático».
Incluso, si hay un embajador este funcionario es llamado a consultas, como parte del reclamo, puntualiza Arellano. «Luego vienen las notas de protesta: así va subiendo la escalada».
En esa escalera «la ruptura de relaciones es el último recurso», recuerda. «Lo que pasa es que aquí en la región, y particularmente el proceso bolivariano convirtió eso en una práctica cotidiana, y rompió relaciones constantemente». Pero la realidad es que «para un gobierno serio y responsable es el último recurso, porque en cualquier crisis política las embajadas ayudan más que lo que perjudican». Es decir, ayudan a sus nacionales, a los ciudadanos de ese país en caso de conflictos.
Para Arellano «es mejor tener embajadas abiertas, que cerradas». El cierre de embajadas venezolanas, insiste, no es lo más adecuado. «La presencia de una embajada es una señal de oportunidades y posibilidades de acción».
Zona caliente, postura agresiva
En el mapa de la Organización Nacional de Salvamento y Seguridad Marítima de los espacios Acuáticos de Venezuela (ONSA) los estados Sucre y Delta Amacuro son considerados zonas calientes y de riesgo. El vicecomodoro de la ONSA, Luis Guillermo Inciarte, indicó este miércoles -en declaraciones para Unión Radio- que los migrantes venezolanos deben tomar en cuenta que, si se marchan por esa ruta, van hacia «una aventura marítima peligrosa».
Trinidad «ha asumido desde el principio una posición agresiva, dando la señal de que no es una oportunidad, no es espacio para esta población venezolana que, si bien no está huyendo por razones estrictamente políticas, porque no son perseguidos políticos, están huyendo por un modelo económico destructivo que ha eliminado oportunidades, que genera pobreza», expone Arellano.
De momento, la Cancillería venezolana instó a Trinidad y Tobago a investigar los hechos. El grupo de venezolanos que sobrevivió al ataque de la guardia costera fue deportado.