Unos 60 mil millones de dólares en reservas de oro, reservas de diamantes y de petróleo están en medio de la disputa. Los bosques ocupan 84% de las hectáreas del Esequibo, explica el experto forestal Julio César Centeno
La riqueza del Esequibo tiene todos los colores y parece hecha para todos los siglos. En el territorio en disputa entre Venezuela y Guyana hay petróleo y oro, pero también, agua, selva y fauna.
El Esequibo es un territorio de interés vital para Venezuela a largo plazo, porque «es una región muy rica en minerales, muy rica en biodiversidad. Se estima que entre 4% y 5% de la diversidad mundial está concentrada en la zona», destaca el internacionalista Kenneth Ramírez, presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri). Además, «forma parte de la Amazonía y tiene relación con el futuro de la humanidad». Los ríos pueden estar contaminados con la minería, pero siguen siendo un recurso importante.
El valor económico el Esequibo es incalculable, destaca Luis Angarita, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces). Si solo se analiza el territorio, «tiene una ubicación geográfica en la franja tropical del mundo, lo que lo hace apetecible para granjas de luz, como base de lanzamiento aeroespacial por estar en una zona meridional. Además de recursos como petróleo, gas, tierras raras». Es un lugar «deseable y apetecible» que además «forma parte de la cuenca hidrográfica del Amazonas».
Si solo se habla de oro, los estudios del lado de Guyana «proyectan unos 35 mil millones de dólares de reservas auríferas». Según Ramírez, las reservas de diamantes varían entre mil millones y 5 mil millones de dólares. En las áreas marinas se han conseguido 11 mil millones de barriles de petróleo o equivalentes.
«En el territorio Esequibo se han identificado cerca de 30 millones de onzas de reservas probadas, con un valor de 60 mil millones de dólares a precios actuales», calcula el profesor Julio César Centeno, experto forestal y profesor de la Universidad de Los Andes (ULA).
Es la parte económica, sostiene Ramírez, «la que está acelerando la disputa, con posibilidades de inversión petrolera y gasífera» en tierra y en el mar. «Hay cantidad de recursos que son la joya de la corona en esta gran disputa».
El «oro verde» sigue en pie a pesar de las dificultades. De las 16 millones de hectáreas del Esequibo 84% son de bosques, 9% de sabanas y arbustos y 7% de humedales, confirma Centeno. «Los bosques del Esequibo se encuentran aún en relativo buen estado de conservación, amenazados principalmente por la explotación de maderas y la extracción de oro con mínimas regulaciones».
Los árboles «tienen un promedio de 50 centímetros de diámetro y 30 metros de altura», destaca el ingeniero forestal. Cumplen un rol importante en la lucha contra el cambio climático.
Torio, tierras raras, litio y coltán forman parte del patrimonio del Esequibo. «También, las arenas de silicio, fundamentales para la tecnología», enumera Ramírez. Una transición energética para el país y para la región necesitará estos minerales.
En suma, alerta, perder el Esequibo «afecta el rol de Venezuela como un actor central en la geopolítica energética mundial».