Más profundos fueron los cambios en la Armada, donde Castillo nombró al vicealmirante Alcalá, quien era el cuarto en la línea de sucesión dentro de este instituto castrense
El presidente de Perú, Pedro Castillo, fue reconocido este jueves por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional como su jefe supremo, en una ceremonia celebrada un día después de que el mandatario renovara la cúpula militar.
En su discurso ofrecido durante la ceremonia celebrada en el patio del Palacio de Gobierno de Lima, Castillo invocó a la unidad de las Fuerzas Armadas y policiales, acompañado de los ministros de Defensa, Walter Ayala, y de Interior, Juan Manuel Carrasco.
El mandatario exhortó a militares y a policías a inspirarse en el «glorioso y milenario pasado» del país para avanzar hacia la «paz y unidad y superar las diferencias estructurales» persistentes desde la independencia, cuyo bicentenario se celebra este año.

«Los invoco también a que escuchemos las voces de los peruanos y peruanas más necesitados, que día a día luchan por sobrevivir en condiciones sociales y económicas difíciles para salir de la grave crisis sanitaria que afecta a los más vulnerables», insistió Castillo.
«Los animo a mantener viva la mística que ha caracterizado a hombres y mujeres que han forjado la historia de nuestra patria y trabajar junto a todo el pueblo peruano para lograr un Perú más inclusivo y tolerante que, a partir de nuestras diversas visiones, sepa construir un futuro más digno, solidario y humano», concluyó.
En la ceremonia Castillo recibió la vara de mando supremo de manos del nuevo jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Manuel Gómez de la Torre.
También estuvieron en el acto los nuevos comandantes generales del Ejército, José Vizcarra; de la Armada, Alberto Alcalá; y de la Fuerza Aérea, Jorge Luis Chaparro.

Todos ellos fueron nombrados en la víspera por Castillo, que solo estaba obligado a nombrar un nuevo jefe del Comando Conjunto tras la salida del general César Astudillo, que pidió ser retirado antes de que el izquierdista asumiera la Presidencia y designara al abogado Walter Ayala como ministro de Defensa.
Para ello escogió a Gómez de la Torre, hasta ahora comandante general del Ejército, quien fue reemplazado por Vizcarra, su inmediato sucesor.
Más profundos fueron los cambios en la Armada, donde Castillo nombró al vicealmirante Alcalá, quien era el cuarto en la línea de sucesión dentro de este instituto castrense.