En enero de 1995, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) instauró el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, con el fin de llamar la atención sobre este tema y conmemorar la firma, en 1987, del Protocolo de Montreal, acuerdo mundial de cooperación para controlar y disminuir la emisión de sustancias que dañan la franja gasífera de la atmósfera que filtra los rayos ultravioleta y protege al planeta de sus efectos nocivos.
El promotor de esta declaratoria es el venezolano Erik Quiroga (San Cristóbal, 1949), quien viene desarrollando actividades como activista ambiental desde el año 1978.
Quiroga es responsable de varias iniciativas ecológicas y culturales, entre ellas la creación del Año Internacional de la Capa de Ozono –proclamado en 2007 por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)-; el Récord Guinness a la Mayor Radiación Ultravioleta sobre la superficie de la Tierra (otorgado en 2015 a una localidad de Bolivia) y el Récord Guinness concedido en 2015 al Catatumbo (estado Zulia) como el lugar de la Tierra con mayor generación de relámpagos.
EL CATATUMBO
Por su parte, Venezuela soporta graves problemas medioambientales, pero juega con ventaja en la preservación de la capa de ozono gracias al «relámpago del Catatumbo», un fenómeno que produce 250 rayos por kilómetro cuadrado unos 300 días al año y que convierte esta zona de Maracaibo en una de las mayores generadoras de este gas en el planeta.
Las tormentas ayudan, según expertos en la materia, a reparar el daño que diversos factores producen en la capa de ozono, aunque todavía continúa en estudio para saber en qué medida benefician y qué probabilidades hay de que el gas útil llegue a la estratosfera y sea realmente efectivo.
Pese a contar con un aliado natural, como lo es el «relámpago del Catatumbo», Venezuela -que se unirá este lunes a la conmemoración del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono- enfoca sus esfuerzos en otros frentes más prácticos y cotidianos, cuya efectividad está probada, como la reducción de sustancias dañinas y la sustitución de máquinas industriales y domésticas que emiten materia contaminante.
Además, desde 1992, el país cuenta con el Fondo Venezolano de Reconversión Industrial y Tecnológica (Fondoin), adscrito al Ministerio de Industrias, para llevar a cabo programas para reconvertir sustancias de las empresas, así como planes educativos para entrenar a técnicos que manejan equipos menos contaminantes.