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sábado, 04 mayo, 2024
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La orden de EEUU de «hacer que la economía grite», tres semanas de visita de Fidel y otros datos sobre el golpe contra Allende

Texto: Vanessa Davies. Foto: Reuters

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La represión «fue feroz, porque se trataba de acabar con todo lo que representaba la izquierda», indica Jesús Mazzei. Estados Unidos asumió que era su obligación impedir la llegada al poder de Allende, o acabar con su gobierno, enfatiza Oscar Hernández Bernalette

¿Se veía venir el golpe de Estado contra el médico y presidente chileno Salvador Allende, hace 50 años? ¿Se podía anticipar una represión como la que ejerció la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet contra quienes acompañaron a Allende en un proyecto político y económico completamente diferente del preconizado como el deseable por el mundo?

Con Allende «Chile vivió una época muy convulsa, el contexto político se complicó y el presidenmte no supo cómo tender puentes con otros sectores que le hubieran dado gobernabilidad y mayor amplitud», considera Jesús Mazzei, diplomático y profesor universitario.

«Creo que son varios factores económicos, políticos y sociales los que llevan al fatídico 11 de septiembre de 1973 en el que fallece el primer presidente socialista elegido democráticamente y asume el gobierno una junta militar encabezada por el general Augusto Pinochet», señala Oscar Hernández Bernalette, embajador de carrera y profesor universitario.

1)Guerra Fría y EEUU. Antes, durante y después «hubo un papel jugado por Estados Unidos a través de dos actores: Richard Nixon y Henry Kissinger», subraya Mazzei.

La confrontación propia de la Guerra Fría «hace que los Estados Unidos asumieran como su ‘obligación’ -por cualquier medio- frenar en primer lugar el triunfo democrático de Allende, y en segundo lugar, que se mantuviera en el poder», comenta Hernández Bernalette.

De hecho, la interferencia de Estados Unidos, con Nixon como presidente y Kissinger como secretario de Estado, está más que documentada, recuerda. «Para Estados Unidos, que en su patio trasero se iniciara una secuela de gobiernos de izquierda que para aquel entonces se entendían como antiestadounidenses, era inaceptable dentro de la confrontación entre las dos potencias».

Los documentos desclasificados certifican la abierta injerencia estadounidense. «El 15 de septiembre de 1970, durante una reunión de veinte minutos en la Oficina Oval (en la Casa Blanca, EEUU) entre las 3:25 pm y las 3:45 pm, el presidente Richard Nixon ordenó a la CIA fomentar un golpe de Estado en Chile. Según notas escritas a mano por el director de la CIA, Richard Helms, Nixon entregó instrucciones explícitas para prevenir que el recién elegido presidente de Chile, Salvador Allende, asumiera su mandato en noviembre. O para crear condiciones para derrocarlo si lo hacía», registró el periodista Peter Kornbluh en textos publicados en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington. Quedó para la historia una frase: «Hacer que la economía grite».

2)Cuba y Fidel Castro. El líder de la revolución cubana, Fidel Castro, visitó Chile durante tres semanas en noviembre de 1971. «La injerencia de Fidel Castro en Chile con la visita de Estado más larga de los tiempos modernos, de casi un mes, levantó las alarmas sobre el corte totalitario que podría recorrer Chile y generó resistencia entre parte de la población y, por supuesto, en los militares chilenos», evalúa Hernández Bernalette. «A esta injerencia se suma la radicalización de sectores de la propia izquierda que querían un gobierno de Allende más ortodoxo y menos democrático. Lo recordaba Petkoff en los siguientes términos: ‘algunos sectores de Unidad Popular y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR chileno)… actuaban en el sentido de provocarla, estorbando el trabajo de Allende. Este se movió guiado por la idea de que era posible evitarla y que, además, era necesario hacerlo. O, en cualquier caso, postergarla tanto como fuera posible'».

Un análisis del Centro de Estudios Miguel Enríquez estima que «la intervención cotidiana de un mandatario extranjero en la política interna de la nación sureña durante cerca de un mes, enturbió la política chilena, y las relaciones entre gobierno y oposición, desde ese momento en adelante». Incluso, analiza que esto avivó la división entre los chilenos. «Todas las alarmas de
la Guerra Fría pasaron de amarillo a rojo, los temores de que el gobierno chileno se
dirigiera al comunismo ‘cubano’ estimularon la búsqueda de cualquier tipo de
salida del gobierno popular».

https://www.archivochile.com/America_latina/fidelcl/fidelcl0003.pdf

3)La economía. El embajador y profesor universitario cita lo que califica como «el desastre económico a que se sometió Chile, que se inicia con expropiaciones y estatización de la economía». Estas medidas «generan una escasez de bienes y servicios, así como una hiperinflación que golpeó el desarrollo económico y radicalizó a sectores de la derecha pro golpe de estado y antimarxista. Se cuestionaba la vía chilena al socialismo de Salvador Allende como generadora de pobreza y confrontación social».

La represión «fue feroz, porque se trataba de acabar con todo lo que representaba la izquierda. Pinochet dijo que se había aplastado el marxismo», explica Mazzei. «El total de personas reconocidas oficialmente en Chile como desaparecidas o asesinadas entre 1973 y 1990 es de más de 3.200, y el de personas que sobrevivieron al encarcelamiento por motivos políticos o tortura, de cerca de 40.000», reportó Amnistía Internacional.

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/50-anos-del-golpe-de-estado-encabezado-por-pinochet-en-chile/

El golpe de Estado, rememora Hernández Bernalette, «generó reacciones tímidas en la región, también inmersa en la Guerra Fría; consideraban muchos que era una salida provocada por la radicalización y la crisis económica en Chile. Los pronunciamientos de los países de la región en aquel entonces democráticos fueron ciertamente formales, además intentando no caer en una solidaridad automática ante los ojos de los Estados Unidos».

Orlando Tovar Tamayo, el embajador venezolano, reivindica Mazzei, «se comportó como un varón: defendió y trató de salvar la vida de todas las personas que llegaron a la embajada. Por orden del presidente Rafael Caldera se izó la bandera a media asta en señal de luto».

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