La llamaremos Alexandra. Es caraqueña y, por decisión personal, realiza trabajo humanitario en Ucrania. Algunas preguntas dieron paso a este relato, mejor contado en primera persona, y un retrato descarnado de lo que sucede en un escenario de guerra más allá de los despachos de bando y bando
Pude observar y escuchar la cluster bom (bomba de racimo), que estalla en el aire y ametralla hacia abajo. Yo no sabía que era ilegal. Apenas llegué a una ciudad en Ucrania lo primero que me explicaron es qué hacer y cómo identificar esa bomba que lanzan los rusos. Desde que es lanzada prácticamente tienes dos segundos para cubrirte, y las probabilidades de sobrevivencia son muy pocas. Le comenté a un familiar (en Venezuela) y me dijo «eso es en contra de los derechos humanos, es ilegal». Yo le repliqué a un soldado que es ilegal, y me respondió «claro que es ilegal, y la están lanzando contra niños». También he podido observar que están bombardeando universidades, bombardearon un hospital, están bombardeando zonas civiles, hoteles. No están atacando organización militar o el ejército, sino están atacando a civiles. Son actos terroristas.
Lo que he experimentado y he visto es que, en esta guerra, Ucrania está en modo defensivo, se siente amenaza porque un país la está invadiendo, y la posición de los soldados ha sido proteger a los civiles, y lo han hecho con nosotros siendo nosotros extranjeros. Ellos son muy cuidadosos. Hay puntos de control en carreteras, autopistas, en cada entrada y salida de ciudad. Hay espías rusos dentro de las ciudades, que dan información para seguir con los ataques terroristas y traer confusión. Los soldados ucranianos pueden detenerte. Detienen el carro, preguntan qué tienes y tienen que revisar, porque hay seguridad nacional sobre ataques terroristas. Nosotros estuvimos a 10 kilómetros de la línea del frente, que es un lugar muy peligroso; nos detuvieron, nos preguntaron qué estábamos haciendo, respondimos «somos voluntarios, venimos a ayudar». Ellos, aún así, insisten en que debemos tener cuidado y advierten que hay lugares muy peligrosos y podemos morir. En otros puntos de control no puedes pasar, a menos que tengas certificados y credenciales. Nosotros teníamos certificados y credenciales, y aún así nos dijeron «a partir de este punto tengan cuidado, si empieza un tiroteo no se detengan, que dios esté con ustedes». Siempre había mucho agradecimiento de parte de ellos, porque nosotros estamos arriesgándonos para estar allí.
Hay militares en la entrada y salida de las ciudades, hay movimiento militar en todos lados. Los civiles viven en el conflicto. Si estás en una ciudad grande la vida sigue, hay centros comerciales abiertos, locales, restaurantes. La gente se ha acostumbrado y vive una vida normal en una crisis, al estilo Venezuela: estamos en crisis, pero seguimos como si nada. Me ha pasado que suena la alarma aérea, la gente sigue caminando, la gente sigue como si nada, la gente tiene mucho ánimo y tiene la moral alta. La gente no se quiere rendir. Hay mucha moral. La gente quiere seguir, y cuando ves que eres extranjero se sienten animados porque estás allí para ayudar. No ves a la gente atemorizada, no ves a la gente escondiéndose, y lo que puedes ver en un pueblo pequeño, más cercano a la zona de conflicto, que estuvo en la línea de fuego, es que está más callado. Estuvimos 10 kilómetros de la zona ocupada y era como un pueblo fantasma, teníamos que averiguar cómo dar las provisiones que teníamos, porque nadie está en la calle, no ves a la gente caminando. Pero cuando se enteraron de que llegamos, todo el mundo salió del escondite; era, sobre todo, gente mayor. No están atemorizados. Quieren expresar lo que ha sido para ellos. Nunca fuimos con la actitud de dar la comida e irnos, nos quedamos hablando con ellos. Ellos tienen una necesidad grande de compartir lo que han vivido, y es más que todo la gente del pueblo, que está en esa situación. Cuando estábamos repartiendo las cosas había bombardeos: se escucha, se huele, y ellos, como si nada, y nosotros, alarmados. Ha sido fuerte para ellos.
Ratifico que ha sido Rusia la que pone en riesgo a los civiles. Lo que he escuchado de las personas que están desde el principio de la guerra es que Rusia ha violado derechos humanos, Rusia ha actuado contra civiles. Rusia ha venido a destruir y a saquear y a robar. Conocimos gente que estuvo en zonas ocupadas por los rusos y a ellos les robaron la comida, les saquearon sus casas. Ha sido Rusia la que ha abusado.
La bomba de racimo suena pa-pa-pa-pa, cae todo hacia abajo, la han usado varias veces. También han bombardeado lugares de civiles, como una parada de autobús. Están lanzando misiles de manera aleatoria hacia las ciudades, sabiendo que en las ciudades hay civiles. Lo hacen a propósito. Ha habido mucha intención en cuanto a atacar edificios de civiles. Lo que he escuchado en comentarios y conversaciones es que están tratando de destruir la moral de la gente. En nuestro tiempo allí dos personas murieron en un ataque de misil; apenas nos fuimos cinco personas más murieron, civiles todos, incluyendo niños.
Van quedando heridas. Ucrania es uno de los países más grandes de Europa, en la mitad se habla ucraniano y un poco de polaco, y en el lado este se habla ruso y se entiende ruso. Pero desde que empezó la guerra la gente se ha negado a hablar ruso. Nosotros llevamos materiales para que los niños dibujaran, y un soldado nos dijo «esto es ruso, no». Esa es una herida muy evidente. Si hablas en ruso te van a responder en ucraniano. La gente quiere desligarse de Rusia, más que nunca. Se ha levantado mucho patriotismo y mucho nacionalismo en una Ucrania independiente de Rusia, desligada del pasado de la Unión Soviética. Hay una tendencia juvenil más hacia la Unión Europea, y ese ha sido parte del trasfondo del conflicto con Rusia. Más que todo se levanta una Ucrania que quiere surgir, quiere ser dependiente de su propia economía, es nacionalista. Las heridas son muy evidentes en cuanto a los ucranianos fuera de Ucrania. Tenemos ucranianos que se quedan en nuestra sede, no tienen dónde vivir, y cuando les muestro fotos se ponen a llorar, no se pueden contener.
Una persona iba a cumplir años, le pregunté qué quería hacer y me respondió ‘no sé qué hacer, porque es la primera vez que paso el cumpleaños fuera de mi país’. Empezó a llorar, se levantó y se fue con una crisis. Puedes encontrar eso en todos lados. Gente quebrada. ¿Cómo te puedes sentir, si todo lo que tenías y conocías ya no existe y desapareció? Hay gente que perdió su casa, su familia; gente que perdió familiares, que lo perdió todo. Lo he visto en los ucranianos que dicen «lo perdimos todo y nada va a volver a ser igual». Esa herida será muy profunda. La puedes ver en la seguridad que tiene el país ahora. No es normal. Obviamente el país está en guerra y es parte de la herida de la guerra. Encuentras a esa Ucrania vulnerable y deseosa de luchar. Te vas a encontrar una tragedia en cada historia, en cada persona, detrás de la sonrisa.
No hay argumento para invadir un país ni para asesinar a la gente. Escuché decir, de amigos en Venezuela, que Ucrania ha provocado a Rusia, y que Rusia lo que ha hecho es responder de manera ofensiva como si fuese un perro bravo, cosa que es completamente falsa. Rusia ha dicho que está buscando defenderse, pero en ninguna manera puedes ver que Rusia se está defendiendo. Es evidente que están invadiendo, destruyendo, haciendo actos de terrorismo, asesinando a niños inocentes, a mujeres, a quien sea, a todo lo que se le atraviese. No creo que eso sea un acto de defensa. La verdad, si hablamos del trasfondo histórico del conflicto, porque Ucrania tuvo la idea de unirse a la OTAN, Rusia se sintió amenazada y decidió atacar… Pienso que a cada país se le debe respetar su soberanía de lo que quiere o no hacer, con qué país se quiere aliar o no. Eso no es razón para atacar o invadir un país.
En lo que se puede percibir en Europa, y lo que se dice, es que Rusia tiene mentalidad de imperio y quiere recuperar lo que tuvo. Ucrania no ha sido el único lugar de conflicto. Rusia quiere meter sus manos en los países que tiene alrededor para controlar, manipular, someter, y eso es tan evidente como que ahorita estamos en guerra. Los ucranianos dicen por qué Rusia quiere más territorio. Una de las razones es el control del mar negro, pero ya Rusia tomó Crimea. ¿Para qué Rusia quiere más territorio si es suficientemente grande y su propia gente no tiene una vida digna? Hay mucha miseria y pobreza, encárgate de tu gente antes de invadir al país de al lado por tus ambiciones.
A la gente en Rusia no le dicen lo que está sucediendo. En Chipre encontré a una persona rusa y una ucraniana llorando juntas por lo horrible de la guerra. Ellos dicen «nosotros somos hermanos». Los rusos se casan con ucranianos. Están mezclados. Siempre hay un ruso que tiene un familiar ucraniano, un ucraniano que tiene un familiar ruso. Son eslavos. Esta persona salió antes de la guerra y no creía lo que estaba sucediendo, porque lo que se dice dentro de Rusia no es lo mismo que todos nosotros podemos observar y ver en las noticias. Esa persona no podía entender por qué su país está atacando a sus hermanos. Se sentía avergonzada. Los rusos fuera de Rusia, los que conozco, están avergonzados de lo que Rusia está haciendo. Se sienten mal. Algunos apoyan a los ucranianos. También he visto rusos que odian a muerte a los ucranianos, como si Ucrania fuese una peste, y me recuerda mucho el discurso de Hitler contra los judíos y el Holocausto. Esos discursos se han dicho acerca de Ucrania.
En Ucrania hay todas las necesidades que te puedas imaginar: financiera, alimenticia, medicinas, emocional, espiritual, mental. Incluso uno puede sentir que no está haciendo demasiado; es una situación parecida a la que puedes sentir en África si has hecho trabajo social en África. No importa qué tanto das, pareciera que nada es suficiente. Puedes gastar 10 mil dólares en un día comprando comida, medicinas y productos de higiene, y en una hora se va todo. Nosotros preparamos unas bolsas que tienen pasta, harina, azúcar, arroz, carne enlatada, cereal, café; hacemos un combo, preparar esas bolsas es una cantidad de dinero, y eso se va. Puedes llenar una van, o un camión con 500 bolsas, y eso puede ser más de mil dólares y en media hora está todo listo. Necesitas ir al siguiente día, y hacerlo en otro lugar, pero esta bolsa nada más es para una semana o dos semanas.
Siempre va a haber una necesidad. Al principio la gente ayuda bastante, porque está el boom de la guerra, el momento; pero la cosa va bajando y se va normalizando, aunque la necesidad sigue igual. La urgencia sigue siendo la misma. En los lugares donde es más difícil de alcanzar, o nadie quiere ir porque es más peligroso, hay gente atrapada que no tiene la facilidad de salir, comprar algo y regresar. No hay combustible. En los pueblos la gente tiene huertos y con eso ha podido sobrevivir, pero hay necesidad de medicinas; la gente que no ha salido normalmente es gente mayor, que no se va, no puede. Gente con discapacidad. Fuimos a lugares donde hay gente mayor, gente en silla de ruedas, gente con síndrome de Down, gente con parálisis que no puede salir, les bombardean la casa de al lado y les explota la casa. Las bombas estallan cerca y los oídos se te dañan. Si te cortaste y necesitas una gasa… los soldados también necesitan recursos. Ciertos países han ayudado, pero no es suficiente. Es una guerra de desgaste y Ucrania tiene mucho ánimo pero necesita más apoyo.
La gente en Ucrania se está preparando para el invierno. Hay una crisis energética general en Europa a causa de la guerra, ya que Rusia provee el gas a Europa y está bloqueada. En Europa se anuncia que no va a haber gas para el invierno, que es lo que se usa para encender la calefacción. Imagínate en Ucrania. En Ucrania hay pobreza, también. Estamos buscando la manera de preparar las casas para el invierno, reforzar las ventanas, tener más leña y prevenir lo que pueda suceder. Se está tratando de llevar cargamentos de ropa de invierno desde ya, abrigos, suéteres. Nosotros nos enfocamos en la necesidad de comida, de medicinas, en lo social, lo emocional. Hemos tratado de darles recursos para salir adelante, reconstruir lo que han perdido. Estamos buscando voluntarios que puedan ayudar a construir, que sepan cómo construir una casa desde cero. O que puedan reforzar ventanas y puertas para el invierno. O cortar madera y tenerla lista.