El papa Francisco se despidió hoy de Sudan del Sur, donde llegó este viernes procedente de la República Democrática del Congo (RDC), deseando esperanza y reconciliación para un país que tanto sufre tras una sangrienta guerra civil y una gran crisis humanitaria, pero también a todo el continente africano.
«Esperanza es la palabra que quisiera dejarle a cada uno de ustedes, como un don para compartir, como una semilla que dé fruto», dijo Francisco en el saludo final tras una multitudinaria misa celebrada ante más de 100.000 personas, según las autoridades locales, en el mausoleo John Garang de Yuba.
Y agregó que «la esperanza, especialmente aquí, se encuentra en el signo de la mujer y por eso quisiera agradecer y bendecir de modo especial a todas las mujeres del país».
«Quisiera confiar el camino de la reconciliación y de la paz a otra mujer, la más grande y al mismo tiempo la más pequeña, la más alta y a la vez la más cercana a nosotros, a cada uno de nosotros. Me refiero a nuestra tierna Madre María, la Reina de la paz», continuó el papa.
A María, el papa encomendó «la causa de la paz en Sudán del Sur y en todo el continente africano, donde tantos de nuestros hermanos y hermanas en la fe sufren persecuciones y peligros; donde muchísima gente sufre a causa de conflictos, explotación y pobreza».
También «la paz en el mundo, en particular los numerosos países que se encuentran en guerra, como la martirizada Ucrania».
En la misa en Yuba, Francisco había reiterado su llamamiento para que se depongan las armas del odio y la venganza en un país que intenta que se implementen los acuerdos de paz tras una sangrienta guerra civil.
Llamó a los católicos a que se muestren «personas capaces de crear lazos de amistad, de vivir la fraternidad, de construir buenas relaciones humanas, para impedir que la corrupción del mal, el morbo de las divisiones, la suciedad de los negocios ilícitos y la plaga de la injusticia prevalezcan».