La orden que avanza a «fase 3» impide a las municipalidades imponer el uso de tapabocas al «suspender las multas y sanciones pendientes, así como el cobro de las mismas en el futuro, que se hayan aplicado contra personas en relación a COVID-19»
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, eliminó este viernes las restricciones impuestas a bares y restaurantes y eliminó las multas vinculadas al distanciamiento social, el día en que el estado estadounidense superó los 14.000 fallecidos por la pandemia de COVID-19.
La orden ejecutiva «retira a nivel estatal las restricciones en negocios como restaurantes» e instruye que «ninguna ordenanza impida a un individuo trabajar en un negocio», según el texto divulgado por la oficina del gobernador, un fiel aliado del presidente Donald Trump.
Efectiva de inmediato, la orden que avanza a «fase 3» también impide a las municipalidades imponer el uso de tapabocas al «suspender las multas y sanciones pendientes, así como el cobro de las mismas en el futuro, que se hayan aplicado contra personas en relación a COVID-19».
«En el estado de Florida todo el mundo tiene derecho a trabajar», dijo DeSantis en una conferencia de prensa en St. Petersburg, donde anunció la medida.
Los gobiernos condales y municipales sí pueden mantener algunas restricciones sobre sus restaurantes, pero no pueden limitar su ocupación a menos de 50%.
«Simplemente no pueden decir que no», dijo el gobernador republicano.
No estaba claro de inmediato qué medidas tomaría el populoso condado de Miami-Dade, que concentra la mayor cantidad de casos de coronavirus en el estado y es también un imán para el turismo.
Hasta el momento, los restaurantes de esta región del sur de Florida operan al 50% de su capacidad.
Florida es un epicentro del coronavirus y está lejos de haberlo controlado. Acumula casi 700.000 contagiados y un total de 14.083 muertos, según cifras el Departamento de Salud.
Este viernes, el estado sumó 122 fallecidos por COVID-19.
El estado está registrando entre 2.000 y 3.000 nuevos contagios diarios, muy por debajo de los 15.000 que se llegaron a contabilizar en el pico de la pandemia. También la cantidad de pruebas que se hacen a diario se redujo dramáticamente.