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viernes, 29 marzo, 2024
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Víctor Rago, candidato a rector de la UCV: Al gobierno hay que recordarle que su obligación es entenderse con las universidades

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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La universidad corre el riesgo real de extinguirse, alerta el exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Piensa que las casas de estudio deben generar ingresos propios y sostiene que lo que está haciendo la comisión presidencial es saldar una deuda con la universidad. «Me parece completamente innecesaria la presencia de la policía dentro de la universidad, y de la Guardia Nacional, y de cuerpos de seguridad que son fácilmente identificables», subraya

Víctor Rago tiene, al menos, tres puntos a su favor cuando comienza la carrera por el rectorado de la Universidad Central de Venezuela (UCV): es antropólogo, es arpista y nació en el interior del país (en un pueblo llamado Espino, en Guárico). El conocimiento del ser humano y de sus raíces le permiten responder las preguntas que muchos se hacen; el tocar un instrumento complejo como el arpa le garantiza el manejo de muchas tonalidades, lo que será muy necesario -si logra el triunfo- para entablar las relaciones que quiere con un gobierno autoritario y una sociedad descontenta; haberse criado en la Venezuela profunda (porque pasó sus primeros años en Caripito, en Monagas) le da una visión amplia sobre problemas y soluciones.

«Cuando comencé a estudiar antropología no sabía lo importante que era la antropología. Me convencí después y me pareció que mi elección había sido buena, porque la antropología es una ciencia muy particular, que se ocupa prácticamente de todo» y quienes la ejercen «son los profesionales de la diversidad, que es una gran ventaja para desenvolverse en el mundo contemporáneo en el que hay que celebrar lo diverso sin olvidar lo que tenemos en común», explica Rago en conversación con contrapunto.com. Su papá, Víctor Rago, era médico y músico. «La música es de la familia», afirma.

De sus 74 años ha dedicado más de 40 a la UCV. «Soy profesor activo. No me he jubilado», aclara.

Una simple pregunta, la que cualquier persona en su sano juicio le haría (por qué quiere ser rector), despierta el profesor dispuesto a responder y a dar explicaciones. «Todos los universitarios somos conscientes de la dificilísima situación de la universidad, y de lo difícil que es también la vida en el país en los actuales momentos», señala. «Todos debemos plantearnos la conveniencia de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, con la salvación de la universidad».

-Cuando habla de salvación es como si la universidad está perdida o a punto de perderse.

-La universidad corre el riesgo real de perderse.

-¿De qué?

-De extinguirse como institución destinada al pensamiento crítico, libre y plural, si las amenazas de la política antiuniversitaria del gobierno se concretaran finalmente. El gobierno ha sido implacable con la universidad, y ha utilizado la restricción de los recursos presupuestarios con la consecuencia que tiene sobre el salario de los trabajadores universitarios, como un procedimiento extorsivo para tratar de que la universidad se supedite a los propósitos de su proyecto político. Frente a demostraciones de ese tipo no es descabellado, no es una desmesura pensar que el riesgo al que está expuesta la institución es el de su propia existencia.

-Usted dice que el gobierno ha sido implacable con la universidad. La universidad también ha sido implacable con el gobierno.

-También. Pero no la universidad, sino probablemente el modo en que las autoridades en ejercicio han concebido sus relaciones con el gobierno. Yo estoy persuadido de que, con el gobierno que está allí y cuya existencia no depende de la voluntad de los universitarios, hay que establecer nuevos modos de relacionamiento. La universidad tiene que asumirse como una interlocutora legítima del gobierno, y hacerle ver al gobierno que ese papel de la universidad, en la interacción necesaria, es un derecho legítimo que tiene la universidad.

-Cuando habla de nuevo modo de relacionamiento, ¿a qué se refiere?

-Creo que al gobierno hay que recordarle algunas cosas que, o bien se le han olvidado, o bien deliberadamente deja de lado, y es que la universidad central, y otras universidades, son instituciones públicas nacionales, instituciones estatales, y desde el punto de vista constitucional y legal tienen derecho a que el gobierno las reconozca como interlocutoras. Esa es una interlocución en la cual el gobierno representa el polo político y las universidades el polo académico. Las universidades no tienen por qué asumir una función política que no es la suya, ni convertirse en instrumentos directos y primarios de la política. La política cabe en la universidad, e incluso la alta dirección institucional tiene una dimensión política, pero no es de naturaleza política sino académica e intelectual. Al gobierno hay que decirle estas cosas, decirle que su obligación es entenderse con las universidades, y a las universidades les corresponde, sin mengua de la firmeza con la que hay que decirle las cosas al gobierno, decírselas con el lenguaje, con el discurso que las universidades deben producir. Hay que fundar esas relaciones en un nuevo discurso.

-¿De ambos?

-De ambos, porque al gobierno hay que exigirle que se dirija a las universidades con respeto y no con un discurso politiquero y ramplón.

-Usted habla de extinción de la universidad como la conocemos. ¿Qué podría ocurrir?

-Esa extinción no es la de la desaparición física de las instituciones sino la de su transfiguración en instituciones ineptas para el ejercicio del pensamiento crítico y libre. Esa es la extinción a la cual me refiero. Si consideramos que las universidades son una atmósfera intelectual más que una estructura física, si desaparecieran las condiciones necesarias para el ejercicio de semejantes facultades el riesgo de extinción sería evidente. Puede ser que se conserve la estructura material, pero el pensamiento libre, crítico, creativo, innovador habría desaparecido, o encontraría dificultades de tal magnitud que su propio ejercicio resultara imposible.

-¿Por qué podría ocurrir esto?

-Creo que si el gobierno hubiera querido apoderarse brutalmente de las universidades, con un puro ejercicio de fuerza, lo habría hecho. El gobierno ha optado por una solución que presenta la paradoja de que ha hecho permanecer por un periodo tremendamente largo a las autoridades en ejercicio. El gobierno quiere que las universidades se pongan a su servicio, y en lugar de cambiar a las autoridades, dijo «vamos a dejar a las que están». Eso ha significado una lenta decadencia de la universidad que, atenazada además por el cerco presupuestario, ha impedido que prosperen iniciativas, que la vida normal de la universidad pueda desarrollarse.

-¿Usted, como rector, cómo cambiaría eso?

-No está en manos del rector resolver todos los problemas de la universidad. El rector debe estar a la cabeza de un equipo que en principio debe involucrar a vastos sectores de la comunidad académica, y debe actuar con la convicción de que si esa comunidad no se removiliza, no se incorpora activamente a la vida universitaria, la búsqueda de soluciones va a resultar una tarea de imposible realización. Es cierto que la gente gana muy poco. Los sueldos de los trabajadores universitarios, de los profesores, dependen de las asignaciones presupuestarias de origen fiscal y se entiende que la indigencia salarial ha obligado a la gente a buscarse la subsistencia como le sea posible en otros escenarios.

-¿Cómo lo atacaría?

-Los universitarios que estamos convencidos de que las universidades públicas nacionales son vitales para la existencia del país tenemos que hacer un esfuerzo especial, un esfuerzo adicional, y organizarse para la lucha por la defensa de la universidad. Ese esfuerzo hay que hacerlo en dos planos: por un lado, nuevo modo de relacionamiento con el gobierno. El gobierno sabe que las universidades son muy importantes, que son decisivas para el país, e incongruentemente tiene una política que pone en peligro estas instituciones. Al gobierno hay que decirle esto con tanta energía como sea posible para que entienda que las universidades están dispuestas a convenir acuerdos razonables que permitan que puedan funcionar como es debido y contribuyan con la solución de los problemas del país. Las universidades no tienen por qué resolverle problemas al gobierno; tienen que resolverle problemas del país. El gobierno, en buena medida responsable de los problemas del país, no puede ignorar que si las universidades trabajan por el país, va a encontrar un beneficio. Pero al mismo tiempo las universidades tienen que hacer algo que no han hecho de manera sistemática, sostenida y orgánica: desarrollar todas las competencias institucionales con las cuales crear ingresos propios.

-¿Legalmente se puede hacer?

-Legalmente se puede hacer.

-¿Qué impide hacerlo ahora?

-Un vicio del imaginario universitario que ha hecho que las universidades hayan dependido de manera exclusiva del presupuesto fiscal. Nada impedía que las universidades pudieran llevar a cabo una vida institucional más activa hacia el exterior. El mundo extrauniversitario, el mundo que se encuentra uno cuando sale de la universidad, está constituido por la sociedad. Para la universidad es muy importante recobrar la convicción de que la fuente de su legitimidad es la propia sociedad. La universidad debe pactar con la sociedad en su conjunto un nuevo contrato social, que esté alimentado por la idea de que la universidad se siente parte de la sociedad y que la sociedad entienda a la universidad como una institución vital. Ese reconocimiento recíproco proporciona una base sólida para que la universidad desarrolle políticas en función de la sociedad. La universidad, además de ser una institución concebida para crear intelectualmente, es un proyecto social, y debe hacerle honor a esa condición buscando nuevas formas de intercambio con la sociedad, construyendo proyectos comunes que respondan a las aspiraciones respectivas e identificando los sectores con los que se pueden establecer relaciones específicas. Con los sectores productivos es importante hacerlo.

-¿Ofrecer servicios? ¿En qué está pensando?

-Estoy pensando en que la universidad puede transferir conocimiento experto a determinadas áreas de la vida social y de los sectores productivos, y eso incluye a los sectores productivos públicos. Un intercambio en el que la universidad va a recibir un beneficio de orden material a cambio de los servicios que presta. Esta es una institución que se caracteriza por tener la más alta densidad de capacidad intelectual, talento y competencias técnicas por metro cuadrado. Incluso en estas condiciones. Lo característico de la universidad son sus potencialidades. Cuando las condiciones son propicias, las potencialidades florecen; cuando las dificultades son muy grandes, esas potencialidades se inhiben, pero no desaparecen, solo están a la espera de que el clima sea más propicio para renacer nuevamente.

Víctor Rago construye su equipo rectoral: «Estamos en eso». Solo menciona a su candidato a vicerrector académico, que es el profesor Arturo Alvarado, de la Facultad de Medicina. «Estamos en conversaciones para los dos cargos que faltan», aclara. Está dispuesto a recibir apoyos y a declinar a favor de otras opciones.

«Si resultara evidente que hubiera una persona que pudiera hacerse portador de nuestras ideas mejor que yo, yo le cedería el puesto. En cuanto a los apoyos, nosotros estamos dispuestos, sobre la base de un consenso alrededor de ideas fundamentales concernientes a la institución y a su papel como institución fundamental para el país, a a construir consensos».

Entre otras, esas ideas fundamentales son la definición de la universidad como una agrupación de individuos que tienen el deseo de saber y comunicar, ya que pensar solo en la formación de profesionales «es una visión insuficiente de la universidad». También, la renovación completa del régimen académico.

«Las carreras que ofrece deben examinarse detenidamente, para tomar medidas que las actualicen y las pongan en consonancia con el mundo contemporáneo», detalla.

-¿Revisión de planes de estudio?

-Revisión de planes de estudio, pero no se trata de la simple actualización curricular sino que se trata de concebir las carreras en función de áreas de conocimiento, de manera que en esas áreas puedan confluir las carreras existentes y producirse intercambios muy nutritivos. Citaría el Programa de Cooperación Interfacultades, que fue una experiencia con la que, los decanos que la promovimos, quisimos conseguir mayor libertad para que los planes de estudio interactuaran entre sí, y los beneficiarios de la formación pudieran desplazarse por el espacio académico con mucha mayor libertad que actualmente. Eso habría permitido construir itinerarios curriculares mucho más ricos que los que ofrecen las carreras tal como están concebidas hoy. El estudiante hubiera podido integrar en su propia formación todas esas posibilidades.

En cuanto a la carrera académica, razona que es perentorio «repensar la condición de profesor universitario, para concebirla como una suma de cuatro dimensiones que deben estar presentes simultáneamente: el profesor como creador de conocimientos, el investigador; el profesor como docente o comunicador de conocimientos, con una estrecha relación entre creación de conocimientos y comunicación de conocimientos; la gestión institucional, que incluye jefaturas de departamento y cátedra y coordinación de comisiones de trabajo; la inserción en el compromiso con la sociedad».

-¿Con cinco dólares de sueldo cómo se hace eso?

-Eso no se puede hacer si el profesor no está bien remunerado. Por eso es muy importante, por un lado, que se acuerden condiciones dignas para la vida universitaria con el gobierno nacional, de acuerdo con la nueva mecánica de interacción que estamos proponiendo; y, por otra parte, que la universidad tenga acceso a fondos de financiamiento de la educación superior tanto en Venezuela como en el exterior. Hay que diseñar políticas de estímulo para el rendimiento intelectual de los profesores, y los profesores que rindan intelectualmente en mayor medida pues se beneficiarán salarialmente, también. Otro aspecto que contribuye a la definición de universidad y a su funcionamiento es la necesidad de formular políticas generales y de largo alcance en la institución. La estructura general no propende a la integración. Por eso tan difícil concebir la gestión institucional con sentido unitario y de alcance integral. La universidad funciona como un agregado de cosas más o menos independientes las unas de las otras, y da la impresión de que faltan políticas generales que favorezcan el funcionamiento de la universidad como un conjunto autónomo. Para la renovación académica hacen falta políticas generales, para la revisión del aparato normativo de la universidad hay que tener políticas generales. Tiene que haber grandes horizontes, aunque no sean de aplicabilidad inmediata, que le otorguen sentido al esfuerzo particular. Una visión estratégica de la universidad que le imprima sentido y contenido a los esfuerzos particulares que van a tener que realizarse en espacios concretos.

-Hay una comisión presidencial en la UCV. ¿Usted la mantendría, si tuviese posibilidad de decidir?

-Lo que está haciendo la comisión presidencial, contrariamente a lo que sugiere la propaganda del propio gobierno, es saldar una deuda con la universidad. Esperamos que la salde de forma completa y correcta. El deterioro físico de la universidad, la obsolescencia de equipos, todas estas situaciones que configuran el cuadro de penuria en el que la universidad se debate actualmente son responsabilidad del gobierno. Es verdad que a las universidades podría criticárseles falta de eficiencia en algunos aspectos, pero la responsabilidad fundamental recae en el gobierno, que le ha negado recursos a la universidad indispensables para su funcionamiento.

-¿Que siga haciendo lo que está haciendo?

-Que siga haciendo lo que está haciendo para ponerse al día, y que concluya en algún momento las obras. No necesitamos que el gobierno se instale de manera permanente dentro de la universidad. En ese sentido, puede verse algo positivo en lo que se está haciendo, se han recuperado instalaciones. El gobierno se presenta en plan de benefactor, proveedor de recursos, y pretende hacer ver que la culpa de la decrepitud material en la que está la institución es de las autoridades universitarias y de la propia institución, y no es así. La responsabilidad primaria la tiene el gobierno. Si se consiguieran nuevos modos respetuosos, funcionales, de relacionamiento con el gobierno, los recursos necesarios para que la institución pudiera funcionar, incluidos los aspectos relativos al mantenimiento de la infraestructura tecnológica, podrían garantizarse sin necesidad de que se desarrollen actividades aparatosas como las que ocurren en este momento porque la universidad se precavería de un deterioro. Además, el gobierno está en la obligación de hacerlo, no solo porque somos una institución estatal sino porque la Ciudad Universitaria es Patrimonio de la Humanidad, y la declaratoria de la Unesco obliga al gobierno nacional a hacer todo lo necesario para mantenerla.

-Vuelvo al relacionamiento. ¿Quién lo convoca? ¿Usted lo convocaría?

-Sí. Sería así. Nosotros no tenemos ningún inconveniente en ser los promotores de la iniciativa y extenderle una invitación al gobierno a conversar sobre cosas que son imperativamente de su campo de obligaciones.

Sobre la seguridad del campus universitario, tema que volvió al tapete nacional por los ataques sexuales denunciados recientemente, Rago recuerda que es «un viejo problema de la universidad y hay que reconocer que su solución no es sencilla, pero soluciones debe haber». En primer lugar, puntualiza, «hay que revisar el estado del cuerpo de vigilancia de la universidad, cómo está constituido, sobre qué bases está funcionando, qué se puede mejorar allí, de qué habría que prescindir, qué transformaciones habría que hacer».

-¿Habría que reestructurar?

-Es muy probable que haya que reestructurarlo, y luego hay que convenir con las fuerzas de orden público algo que permita preservar el entorno dela Ciudad Universitaria para hacerlo menos peligroso de lo que es. Todos los alrededores, o una buena parte de las vecindades de la Ciudad Universitaria, son zonas peligrosas, zonas con altos índices delictivos, zonas rojas. Mal puede mantenerse la seguridad necesaria en el interior de un campus tan grande como el de la Universidad Central si lo que tiene a su alrededor es la amenaza. Sería trabajar internamente y externamente.

-La presencia policial dentro de la UCV ha sido cuestionada. ¿Usted qué haría?

-Me parece completamente innecesaria la presencia de la policía dentro de la universidad, y de la Guardia Nacional, y de cuerpos de seguridad que son fácilmente identificables a pesar de que no carguen distintivos visibles. Eso no es necesario. La universidad es una comunidad pacífica. Si los alrededores de la universidad estuvieran suficientemente saneados desde el punto de vista de la actividad delictiva, la universidad conocería una seguridad interna muchísimo mayor. La propia comunidad universitaria está en capacidad de hacer una contribución decisiva al incremento de su propia seguridad con instrucciones adecuadas, con planes de formación. Aquí no se trata de que los estudiantes o profesores salgan a reprimir delincuentes, o a enfrentarse a los delincuentes cuando llevan a cabo sus fechorías dentro de la universidad; se trata de hacer arraigar en la mentalidad de los universitarios la convicción de que su propia participación, tener espacios ocupados y activos es fundamental para preservar la seguridad interna.

El sueldo de los profesores universitarios podría basarse en lo que ganan en otros países latinoamericanos, sugiere. «Incluso en los países menos prósperos de la región los sueldos de los profesores universitarios están muchas veces por encima de lo que gana el profesor en Venezuela». Pero igualmente es necesario «que la situación material de la población venezolana cambie también, cosa que está fuera del alcance de la propia universidad. Los sueldos que están deprimidos no son solo los de los trabajadores universitarios; es que los sueldos de la administración pública, sector salud, maestros, médicos y enfermeros son bajos».

El país necesita nuevas políticas económicas, argumenta. «El gobierno da la impresión de que careciera de políticas económicas».

-¿La universidad puede ayudar a formularlas?

-La universidad puede ayudar perfectamente en eso si dentro del nuevo estilo de relaciones entre las instituciones académicas y el gobierno se consiguieran acuerdos básicos. Uno de los síntomas del debilitamiento de las universidades públicas nacionales es su ausencia del debate público. Las universidades deben tener una presencia mayor, y más activa, en el debate público nacional. El gobierno debe reconocer que las universidades son actores fundamentales de la vida nacional. No son actores primariamente políticos, aunque en el seno de la universidad se lleve a cabo actividad política. Las universidades son actores académicos, actores técnicos, actores intelectuales. La ley de universidades actual, y las que vengan, seguramente reconocerán el papel orientador en la vida nacional. No se puede atacar a las universidades, no se las puede someter a un estado de penuria permanente si se permite que jueguen un papel importante en la vida del país.

-La dirigencia estudiantil propuso que la UCV sea sede del diálogo nacional. ¿Usted avalaría una propuesta como esa?

-Completamente. No solo la universidad debe estar presente en el debate público nacional, sino que debe ofrecer sus propios espacios, que son espacios de libertad y de pluralidad, para que los aspectos más importantes y controvertidos de la vida nacional puedan ventilarse en los espacios universitarios.

-Voy a un tema estudiantil. ¿Cómo recuperaría el comedor?

-Los ingresos propios pueden contribuir a eso. Los ingresos propios hay que considerarlos con realismo. No hay que pensar que van a resolverlo todo. Las universidades deben recibir aportes fundamentales de origen fiscal.

-Le van a decir que no tienen plata.

-Diría lo que algunos han señalado: No parece que no hubiera. Los escándalos recientes sugieren que hay mucho dinero, pero no está donde debería ni se usa para lo necesario. El comedor hay que revisarlo con mucho cuidado, ver las razones principales por las que el servicio no ha podido funcionar regularmente. Por el comedor ha pasado gente competente, hay que decirlo. Sin embargo, el ciclo de paralizaciones del comedor es incesante.

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