El politólogo estima que el nuevo CNE podría ser más potable “pero no tanto”, ya que la estrategia del Gobierno apunta a que no logre estimular lo suficiente a la oposición
Para revisar como “amanece” el escenario político de 2020 conversamos con el politólogo Ricardo Sucre quien con su conocida amabilidad nos visitó en la redacción.
“Siento que en cierto modo 2020 es un dejà vu con 2019. Hemos visto vemos los viajes de la grandes figuras, Arreaza en Irán y China, Delcy Rodríguez en Turquía, Tareck El Aissami en Cuba. Maduro se reúne con los comandantes de la Unidades tácticas de las Fuerzas Armadas. Eso lo vimos el año pasado”, comenta.
Al mirar las actividades de quienes están enfrentando a Maduro destaca a Guaidó y el apoyo que recibe de sus aliados nacionales e internacionales.
“Guaidó se activa igual que el año pasado. Viajó y se presentaron las mismas acciones psicológicas. El año pasado fue la carpeta de Bolton con la cifra de 5.0000 soldados, hoy son los ejercicio militares en Colombia”, señala Sucre.
-¿Qué es lo nuevo?
-Lo nuevo es que la política “suma cero” es más cruda. En 2019 era más sutil. Habían espacios como Barbados, la Mesa de Diálogo Nacional, pero siento que estamos en un ejercicio de la política muy crudo, en el sentido de que cada actor está jugando a al exterminio del otro.
-Cada uno tensa la cuerda.
-Es una de las tácticas y que está más cercana a la oposición. Tensar la cuerda para ver si se produce la explosión, la crisis o el famoso quiebre que han intentado conseguir. En general la estrategia tiene como premisa “voy a tratar de anularte”. ¿Cómo? Hostigándote, darle un golpe de estado en la AN. No hay ninguna vía política. Ningún sentido de límites políticos. El lenguaje es más polarizado. Hay un ejercicio de no reconocer nada.
-Pero eso no es nuevo.
-Es más abierto, con menos pudor. Ahora se muestran las cartas. En la AN se da un golpe de Estado a la AN y Guaidó en Davos habla de una organización criminal y en ese discurso no hay sentido de los límites y de las consecuencias que pueda traer como consecuencia y así es.
-¿Quien es el presidente de la Asamblea Nacional?
-Para mi es Juan Guaidó.
-¿Por qué?
-La razón política es que se veía que el Gobierno estaba preparando todo esto. Yo proyectaba que iba a pasar lo que pasó. Se formaría el zafarrancho y se iban a decir de todo “corrupto, ladrón”. Que se iba a presentar una plancha alterna, pero se reelegía a Guaidó. Y con eso se creaba el ruido y el plomo en el ala. Pero fueron más allá y fue muy evidente la actuación del Gobierno en ese sentido. Ellos pueden argumentar que estaban Ramos Allup, González y demás. Y es cierto y una se pregunta porque no lo hicieron y verificaron el quórum, pero es evidente que forzaron la situación para tratar de ponerle la mano a la Asamblea Nacional.
-¿Qué sabe de lo que algunos llaman Operación Alacrán?
-Del alacrán no se nada, no me consta. Pero lo que si es evidente es que hay inhabilitación, diputados presos y una especie de salami parlamentario y fueron rebanando al Poder Legislativo al punto que la oposición no tiene las dos terceras partes, incluso si lo sacas por la votación en El Nacional.
-Este escenario muestra problemas de legitimidad. ¿Cómo se plantea la situación?
-Entra el deber ser y el ser. Lo que siento es que de alguna manera se impone el ser. El Gobierno se dio cuenta del error pero no va a ceder. Cabello le manda los mensajes a Parra y le pide de alguna manera que demuestre que tiene la talla y que puede manejar la situación. Le dice que ellos lo van ayudar. Mandan la guardia, atraviesan la gandola y generan todo este tipo de situaciones de crisis. Lo que puede terminar pasando y, no es lo que yo quisiera que pasara, es que Parra va estar ahí. Los otros van a estar hostigados y anulados. El resultado será que se llamen a las elecciones rápido y el TSJ asuma la omisión legislativa y el CNE se designe desde el Poder Judicial. Pero el Gobierno tiene una papa caliente.
-¿Y cuál es?
-Tienen a Parra, pero está Guaidó por allí. Se intentó ganarle de una forma que no funcionó y tampoco pueden darle otro manotazo y por eso deben acelerar esas elecciones.
-¿Cual es el escenario que vislumbra?
-Se convocan en elecciones, digamos que en julio. Le quedan seis meses a la Asamblea Nacional. En ese tiempo la obstaculiza la marea y al poner el tema de las elecciones todo el mundo se ocupa de la campaña y listo.
-Las elecciones se tragan el tema de la legitimidad.
-Eso es lo que creo. La discusión de la AN fragmentada se diluye y se concentra en el tema electoral. Eso es el ser.
-Entonces se agudiza la polarización y no imposibilidad de conseguir acuerdos.
-El lenguaje es más hostil. Antes estaba Barbados y la mesa de la Casa Amarilla. Yo no demerito ese espacio con la sorna que muchos hablan de la mesita, el chifonier. Yo creo y reivindico los espacios, pero también hay que decir que ese espacio está muy disminuido.
-Si se impone la fuerza gana el Gobierno la partida.
-Es posible que gane la partida pero no estoy seguro si gana el juego grande.
-¿Y cual es el juego grande?
-El juego grande para Maduro es: Circunvalar las sanciones, normalizar el país, la paz y la estabilidad. Lograr vivir “menos peligrosamente”. Si va a unas elecciones por supuesto que no serán reconocidas por los países que le interesa convencer. Es interesante ver que solo Rusia reconoce a Parra, ni siquiera los chinos, que tampoco reconocen a Guaidó, pero eso es interesante verlo. El resto o rechaza o calla.
-Pero el Gobierno surfea las olas de un mar picado y se mantiene, mientras Guaidó sufre un desgaste que lo obliga a salir a buscar oxígeno en el foro económico internacional más importante del planeta.
-Maduro al final me transmite que ya sabe vivir en estas condiciones adversas. Le dijo a los empresarios. “Olvídense de Cadivi. Eso murió”. Por cierto nadie aplaudió. Maduro dice que aquí los privados están trayendo sus divisas y puedo vivir así surfeando la situación. Eso puede pasar.
-¿Qué solución le ve al tema del CNE?
-Un CNE surgido del TSJ ya vendría influido por el Gobierno. Y si me pongo en los zapatos del Gobierno y me atengo a las encuestas debo tener un CNE potable pero no tanto.
-¿Por qué?
-Las encuestas dicen que con un CNE súper potable, sin ningún vestigio del Gobierno, el voto chavista se disminuye y el opositor se potencia. Ese escenario no lo dibujará el Gobierno.
-Ese es un escenario extremo. ¿Cuál es el que usted ve?
-Puesto en los zapatos del Gobierno se nombraría un CNE con fichas suyas y con algunas caras distintas. Me abro a la observación internacional y daría unas ciertas garantías para lograr una participación cercana al 50%. Con un CNE medianamente potable con una participación por encima de la mitad. Aquí el tema estará en si la oposición llama a la abstención o no.
-Pero las encuestas también dicen que no hay conexión de los partidos con la gente.
-Digo que la sociedad se ha autonomizado de la político. Los que se pudieron ir se fueron. Los que estamos aquí nos fregamos. Y pasamos del “nos jodimos” a sobrevivo y eso le ha dado a la gente cierta fortaleza. Y dice: pasé una inflación inmensa, escasez, se fue mi familia, con el carro parado y aquí estoy y no necesité de los políticos. Por eso el 40% que no se identifica con ninguno. Allí pongo una interrogación. Siento que antropológicamente el venezolano cambió y probablemente los encuestadores tendrán que afinar y refinar sus mediciones. La pregunta es… ¿si a esa gente se le llama a votar en un escenario intermedio irá a votar?
-Las encuestas dicen que la participación es de 45 o 55% en ese escenario intermedio.
-Esa es la franja. ¿Podrá ser más? La gente está llevando su vida pero si le abren esa ventana, que es realmente en la que puede influir porque la estrategia insurreccional de la oposición no funcionó, la gente puede conseguir una manera de canalizar su descontento. La gente está politizada, pero no quiere participar, pero si se convence que puede cambiar es posible que se estimule.
-¿La clase política se prepara para las elecciones?
-El Gobierno se prepara para las elecciones en todos sus espacios. Toda estructura del chavismo está en función de una contienda electoral.
-¿Y la oposición?
-Siento que no hay una preparación para las elecciones, pero ya existe la voluntad de tratar el tema. Capriles lo escribió y lo que he escuchado en ese mundo es que hay gente que habla de eso. El G4 debería estar analizando. No sé cual es la posición.
-En ese escenario el Gobierno apuraría las elecciones para tratar de evitar que se cohesionen.
-Sí, pero también para resolver la dualidad que tienen con Guaidó. Porque ellos tienen a Parra, pero a Guaidó lo invitan a Davos y se reúne con Boris Johnson.
-¿Guaidó le dijo adiós al mantra?
-Desde el año pasado eso viene pasando.
-¿Por qué el viaje?
-Tenía compensar una imagen golpeada. Un señor que no puede entrar a su oficina tiene que dar una imagen renovada. Tiene la foto con Johnson, Merkel, Ivanka Trump, Borrel. Habla en Davos. Como decimos aquí “ningún pendejo llega a eso”.
-¿Pero es solo eso un tema de imagen? ¿No hay más cosas?
-La otra razón son las últimas declaraciones de Pompeo y Duque. Una estrategia que pareciera apuntar a la amenaza creíble focalizada y precisa. En 2019 la lógica fue Maduro está muy débil y hasta Trump entró en la pelea diciéndole a los militares que sabían dónde tenían los negocios. La lógica era pensar que éstos se iban a asustar y le dirían a Maduro váyase. Ahora creo que se le da más fuerza a arrinconar al Gobierno de Maduro en llamarlo Estado promotor y protector del terrorismo. Además de llamarlo Estado criminal. La idea es meterlo y construir un expediente. Por eso Guaidó dice lo que dice. Y eso le sube el volumen. Esa es la lógica.
-Guaidó fue donde lo han aplaudido. Davos es un escenario muy importante, eso es cierto, pero Maduro ante esos factores no tiene ya nada que perder.
-El Gobierno ve las amenazas se las toma en serio y ha venido ampliando su milicia y su capacidad de defensa. Le preocupa que está en el cartabón del terrorismo. Y el indicador es Cabello, quien ha repetido que si con las acciones que desarrollan “algunos de nosotros cae… nosotros vamos por ustedes”. Eso, lo dice en serio y hay que creérselo. Ellos lo tienen claro.
-¿Cómo percibe la evolución del discurso de Estados Unidos?
-Yo percibo un cambio. Dos caras: Ellos partieron de la premisa de que Maduro no iba a aguantar y se embarcaron en eso. No se si por cuenta propia o vieron a los locales y le compraron la idea. Eso no resultó. Creo que Trump en lo particular se molestó, es decir, al no obtener resultados. Se dijo “voy a dejar que mi gente haga”. Bolton hizo y no funcionó.
Sucre indica que “el documento de Pompeo marca el cambio. Dice la elección que viene es la parlamentaria pero eso es nos debe llevar a algo, para que pase algo”.
“Pueden ser unas presidenciales, un cogobierno. Esto apunta a buscar una comunicación para que Maduro acepte unas elecciones en mejores condiciones y por supuesto ponen las presidenciales sobre la mesa. Cuando veo a Pompeo siento que si ellos perciben que unas parlamentarias lo llevan a algo, comprarían la idea. Maduro dice que Pompeo es fantasía, pero siento que esas conversaciones ya se están dando. Maduro ha estado buscando ese contacto”, sentencia Ricardo Sucre.
-¿Trump cambió el discurso?
-Habla de Venezuela en genérico. Es cuidadoso. Las puertas las cierra Abrams, Pompeo pero él no. Trump no cierra la puerta y Maduro no para en buscarla. Maduro ve que esa posibilidad y se lanza a eso. Lo veo por la actitud de Pompeo donde el giro es buscar la conversación directa con Maduro prescindiendo de los locales, de Noruega, del Grupo de Lima, del Grupo de contacto, para tratar de ver cómo se hace una elección competitiva abierta para darle una salida elegante al adversario.
¿Falló la estrategia?
-A pesar de que el Gobierno estadounidense sigue presionando Maduro sigue ahí. Trump se metió en la pelea y la perdió porque Maduro está ahí. El debe decir “me metieron en este lío y quede como un hablador”. Ya dicen que Maduro no es tan débil como parece. Tengo que hacerlo yo. Insisto Maduro quiere ese encuentro y lo pide.