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martes, 19 marzo, 2024
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Nancy Hernández: En Venezuela no hay deserción estudiantil sino expulsión de los estudiantes por la desatención del Estado

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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«Hay desigualdad entre los planteles de educación privada y los planteles de educación oficial sobre la calidad de la educación y las condiciones en las que se da el hecho educativo. Hay desigualdades entre Caracas y el interior y hay desigualdades entre la misma Caracas, porque es muy grande la brecha», refiere la investigadora y directiva de Fenasopadres. «Unos niños que viven en La Vega, y esto lo sabemos por testimonios, tienen que ir a clases uno en la mañana y uno en la tarde porque comparten los mismos zapatos para poder ir a clases. La situación es muy dramática»

Nancy Hernández de Martín «pisa tierra» cuando describe cómo será el inicio del año escolar 2022-2023. «No se ve muy claro su inicio. Primero, la situación de los docentes, que no han terminado de concretar sus reivindicaciones, y con el instructivo Onapre no se termina de resolver la situación», explica la dirigente de Fenasopadres en conversación con contrapunto.com.

Por otra parte, recuerda, «hay una gran deserción del cuerpo docente» y no se sabe «si hay suficientes docentes en las escuelas, cuáles escuelas van a abrir y cuáles no». Tampoco se conoce «cuántos niños terminaron este año escolar, qué siempre se anuncia en julio». Por todo esto «hay una gran incertidumbre, una gran opacidad que no nos permite decir si realmente va a comenzar el año escolar».

Se refiere a casos concretos en lugares reales y no a las Disnelylandias de los discursos oficiales. «Tenemos escuelas en el estado Zulia que no comenzaron sino en enero de 2019, y no en septiembre de 2018, porque eran sitios de refugio o habían sido destruidas por las lluvias». En este momento «las condiciones de las escuelas no las sabemos».

Fenasopadres, en alianza con la Asamblea de Educación y Padres Organizados, pudo hacer seguimiento en escuelas de Zulia, Anzoátegui, Carabobo, Miranda y Distrito Capital. Encontraron que las tareas eran prácticamente hechas por los representantes. «El programa Cada familia una escuela resultó ser un fracaso total, que pretendía dar el mismo programa sin entender que cada escuela es única» y que cada proceso «es único».

El año escolar 2021-2022 «comenzó efectivamente en enero de 2022, con una tímida asistencia parcial». En las escuelas oficiales dependió de que «el maestro estuviera presente, o el alumno pudiera ir a clases».

-¿Estamos llegando en muy malas condiciones?

-Creo que ni siquiera hemos terminado el año. Hay una finalización formal, pero culminar un año escolar implica que se cumplieron una serie de objetivos que permiten la promoción. La promoción automática del Ministerio de Educación, instrucción de «hay que graduar a todo el mundo y promover a todo el mundo», no significa que se hayan alcanzado los objetivos. Esos muchachos que salieron de la educación básica con la aspiración de ingresar a la educación superior va a pasar con más gravedad lo que pasó en años anteriores: llegaban al primer semestre y no terminaban porque no tenían las competencias básicas.

-¿Cuáles son las fallas?

-No hay una estructura de pensamiento que nos permita llevar de concreto a abstracto, a un nivel de complejidad que permita abordar estudios de educación superior. No hay un manejo fluido del área de cálculo, aritmética y matemática, no hay conocimiento formal de las ciencias básicas como química, física y biología por la ausencia de laboratorios; no solo por la pandemia, por la ausencia hasta de reactivos para los experimentos básicos que le enseñan a un muchacho los principios de la física, química y matemática. No hay bibliotecas que permitan consultar a autores clásicos de historia del arte, la historia de Venezuela, la geografía de Venezuela. Tampoco hay el soporte para el aprendizaje de una segunda lengua. Ante esas carencias fundamentales, ¿cómo podemos decir que los muchachos están preparados para ingresar a la universidad? El fracaso es terrible y la desilusión es doble, porque ando con un título que me dice que soy bachiller pero que no soporta que yo tenga las competencias y las destrezas necesarias para decir «yo me gradué de bachiller y puedo ingresar a la universidad».

Desiguales entre iguales

Hernández cita al mandatario Nicolás Maduro, quien afirmó que las brigadas militares conocidas como Bricomiles «iban a rescatar 5 mil escuelas. Nosotros tenemos cerca de 30 mil planteles entre oficiales y privados, y muchos de los privados están en condiciones en que se les debe ayudar desde el Estado porque no tienen posibilidades de reabrir».

Pero, sostiene, «en este momento 5 mil escuelas es menos de 20% de la planta escolar. ¿Y qué es lo que les van a hacer a las escuelas? Hasta ahora sabemos que ha sido pintura y refacciones menores, pero hay escuelas, como la escuela nacional de Macarao, que necesita una intervención mayor, porque es una escuela que se está cayendo». También se pregunta qué va a pasar con las escuelas afectadas por inundaciones en Zulia, con un liceo en Nueva Esparta que no tiene ni paredes. «¿Cuáles son las condiciones, cuántas escuelas van a comenzar efectivamente, con cuántos estudiantes y cuántos docentes. Esas preguntas debe responderlas el Ministerio de Educación».

La deserción de docentes en 2021, según la Federación Venezolana de Maestros, podía llegar a 50%, recuerda. «En este momento no sabemos si ese porcentaje ha aumentado».

En varios escenarios -como lo hizo hace un par de semanas en un foro organizado por el partido Un Nuevo Tiempo- Hernández ha advertido que hay desigualdades en la educación en escuelas públicas de la misma ciudad de Caracas. Argumenta que una cosa es la Experimental Venezuela, en Bellas Artes, y otra, un plantel en Antímano o en Catia. «Hay desigualdad entre los planteles de educación privada y los planteles de educación oficial sobre la calidad de la educación y las condiciones en las que se da el hecho educativo. Hay desigualdades entre Caracas y el interior y hay desigualdades entre la misma Caracas, porque es muy grande la brecha. Un niño que va a la Experimental Venezuela está más o menos cercano a esa escuela; un niño que vive en Las Adjuntas, y debe ir a escuela Macarao, probablemente no tenga zapatos para ir. O unos niños que viven en La Vega, y esto lo sabemos por testimonios, tienen que ir uno en la mañana y uno en la tarde porque comparten los mismos zapatos para poder ir a clases. La situación es muy dramática».

No es deserción, es expulsión

Hernández indica que no se debe hablar de deserción estudiantil, porque la deserción es un acto voluntario «y aquí lo que hay, en materia de estudiantes, es una expulsión del sistema por la desatención». Hay «una política de Estado de permanente desatención del sector educativo que trae como consecuencia la expulsión, el abandono o la imposibilidad, aunque lo quiera la familia y el estudiante, de volver a la escuela porque no hay condiciones para garantizar el derecho a una educación gratuita y obligatoria».

Comenta lo que ha sucedido en Zulia, donde, en el contexto de la pandemia, «muchos de los niños se iban a trabajar a las fincas, regresaban el fin de semana, no iban a la escuela porque estaban prácticamente internos, y cuando se dieron cuenta de que podían aportar a sus familias optaron por el trabajo y no por la educación». Además «va a ser un trabajo esclavo, porque en la medida en que no se preparen van a estar en el círculo de la pobreza, porque siempre se van a quedar como peones de finca. Eso, en el estado Zulia, es un fenómeno masivo».

En estados como Bolívar se reporta «el reclutamiento forzado de niños para el Arco Minero, para las actividades mineras porque tienen las manos más finas, porque pueden entrar en sitios estrechos, porque pueden entrar en las minas». En estados como Apure y Táchira ocurre «el reclutamiento por parte de grupos irregulares, guerrillas u otro tipo de grupos irregulares, lo que también incide sobre la posibilidad de que continúe la educación».

Canasta escolar

Calzado, uniformes, alimentación, útiles, seguro médico escolar, transporte escolar y seguridad forman parte de la canasta escolar y el Estado debe comprometerse con su materialización, enfatiza Hernández. También, los libros de consulta en las bibliotecas.

No solo es la canasta escolar lo que no está garantizado. Tampoco, el Programa de Alimentación Escolar (PAE). «No una meriendita; no un pancito. El alimento completo que debe darse».

Condiciones para volver a clases faltan muchas. Y, como lo señala Hernández, falta un elemento clave: otra voluntad del Estado.

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